UNA PIEDRA EN EL AGUA
Publicado en Nov 21, 2010
Una piedra en el agua de la cordura abisma las coordenadas que nos sostienen, entre perfectos círculos Coral Bracho Una piedra en el agua… Esa noche, el pesado caballo y su jinete de bronce que adornaban la plaza del ayuntamiento, habrían de jugarle una broma. ----- Indiferente, a mitad de la noche, abrió el portón para salir a la plaza del ayuntamiento. Sus ocupaciones, habían devorado las horas de aquella tarde y sin percatarse de ello, la luz del sol se escondió, tras el horizonte de edificios antiguos que limitaban la plaza para llenarla de sombras, tras la mortecina luz de farolas esparcidas por todo su perímetro. El viento, rondando felino el lugar, apenas dejaba escuchar su murmullo, erizando su piel para obligarlo a exhalar por la boca vapor en su aliento, que sus manos buscaron para calentarse. Ya afuera, sin levantar la mirada, jaló el portón para cerrarlo, metió la llave al cerrojo y de un giro, lo atrancó, escapando un metálico chasquido que llamó su atención… entonces, del cerrojo extrajo la llave partida en dos… - ¡Carajo! y ahora,…- se dijo, arqueando con incredulidad las cejas al contemplar por un segundo, el pedazo de llave que le había quedado entre sus dedos -… ¿cómo entraré mañana?… - pensó - ¡ah! se irá media mañana en encontrar un cerrajero que venga a abrir el portón – se dijo entre dientes. Guardó ese trozo de llave en la bolsa del pantalón, mientras le daba la espalda al portón. Resignado dio unos pasos para alejarse de ahí y continuaba con su alegato para acompañarse - ¡Ah!… para que preocuparme ahora, ya mañana será otro día…- guardó las manos en las bolsas del pantalón escondiéndolas del frío de esa noche que ya lo atormentaba. Apresurado, buscó el camino hacia la avenida, ubicada algunas calles más allá de la plaza, donde buscar algún taxi que lo llevara a casa. No caminó mucho cuando la sombra del caballo y su jinete de bronce, proyectada sobre el adoquín que marcaba su camino, parecieron tomar vida y moverse. El miedo, lo detuvo, volteó a observar a aquella bestia y a su jinete, para convencerse de que, no se movían. Sonrió sintiéndose burlado por lo que, en principio, le pareció una alucinación, quizás, producida por el cansancio o por el sueño que a estas horas de la noche, ya lo habían atrapado. Con este pensamiento, ya despreocupado, se dispuso a continuar su camino, pero…, escuchó un golpeteo sobre la superficie del espejo de agua, que albergaba el pedestal sobre el cual, descansaban las patas traseras del caballo de bronce y su humedad, le salpicó el rostro. El miedo, lo heló, impidiéndole voltear de inmediato. Algo o alguien, estaba ahí, burlándose de él… ¿Un ladrón?... ¡No! este ya se habría abalanzado sobre de él para robarle. Quizás, algún lunático indigente, se divertía a hurtadillas tras las sombras que acompañaban ya a aquel monumento, colocado en medio de la plaza esa noche -¿Quién anda ahí?- gritó exasperado y acercándose lentamente al monumento, observó al jinete con gesto adusto y seño fruncido, que lo miraba. Precavido, paso a paso, se acercó al borde del recinto que contenía ese espejo de agua, donde descansaba el pedestal del caballo y su jinete. Sin apartar su mirada de estos, buscaba descubrir al bromista que lo había tomado a él, como su juguete para divertirse, pero… ¡nada! Bordeó el recinto hasta el otro lado tras las ancas de esa bestia de bronce. Ahí, con la mirada buscó la cabeza de esa bestia que ahora, venciendo su cuello lo observaba,… su respiración se crispó…-¡No puede ser! esta bestia me está observando- se dijo alzando la voz, intentando echarse a correr, pero, solo atinó a caminar con lentitud de regreso frente del monumento, sin apartar la mirada de la cabeza del animal. El miedo, lo había recluido ya en ese espacio, negándole escape alguno, cerrándole las puertas de la razón sin posibilidad de escape alguno cuando, rota la llave del pensamiento, no encontró a la cordura, que le explicara todo este absurdo. Se sintió perdido, tiró derrotado la mirada al suelo, mientras sin pensarlo, sus manos cayeron dentro de ese estanque de agua, recluido en el recinto de la bestia y su jinete, sumergiéndose en el fondo de esa agua helada. Ya ahí, las observó bajo ese espejo imposible, donde lo único cierto, era su distorsionada imagen sobre su superficie y la de esa bestia y su jinete más allá, por encima de él. De un impulso, atrapando agua entre sus manos la aventó para mojar su rostro y luego, con otro más, humedeció sus cabellos. Si todo esto era una ilusión, esto tendría que despertarlo, sacarlo de ese absurdo para encontrar un atisbo de cordura, convencido fue más allá y sumergió entonces totalmente la cabeza dentro del agua. Contuvo la respiración por unos segundos dentro de ese estanque cuando, una fuerza lo empujó por la espalda arrojándolo por completo adentro y quedar, a merced que aquella bestia y su jinete. Con desesperación giró bruscamente dentro del agua para quedar boca arriba y atrapar tal vez con la mirada, al tramposo que lo había empujado, pero nada,... solo observó el cuerpo briso de esa bestia y sus patas alzadas al aire, que ahora lo tenían atrapado… derrotado, observó desde ahí, el hocico de esa bestia apuntando triunfante al cielo,… quizás su posición habitual. De un salto, salió del estanque, dio unos pasos para alejarse de todo este absurdo, pero sus ojos, buscaban nuevamente la mirada y el hocico burlón de esa bestia y la sonrisa siniestra del jinete. Se detuvo un instante para observarlos y ahí estaban acechando de nuevo…lleno de miedo, corrió empapado para escapar de ahí. Tres calles parecieron eternas hasta encontrar más allá de la plaza, la avenida donde tomar un taxi que lo alejara de ahí… Llegó al borde de la avenida y escuchó una voz que llegó de inmediato a rescatarlo… -¿A dónde va?- el chofer de un taxi se acercó para ofrecerle el servicio. Sin mediar palabra, abrió la portezuela trasera del auto y subió de inmediato. Ya adentro, escuchó al taxista insistir…- ¿A dónde lo llevo…trae para pagar?... o, ¡aquí mismo lo bajo!- le espetó con disgusto -¡Claro!- le contestó buscando recobrar el aliento- usted disculpe, tuve una mala experiencia y… – mirando hacia atrás, mientras ya había iniciado su viaje el taxi, trataba de cerciorarse que no lo había seguido aquella visión de la bestia y su jinete y le repitió al chofer – vámonos, vámonos…- -Si, pero, ¿a dónde lo llevo?..- insistió el chofer con molestia, dudando ahora que él, trajera con que pagar el servicio -Mire,… no estoy drogado, ni borracho y por supuesto que traigo con que pagarle...- metió apresurado sus manos entre las bolsas húmedas del pantalón buscando su cartera,… la sacó y con nerviosismo, mostró al chofer los billetes húmedos que contenía su cartera -¡Conforme!- le dijo ya molesto al chofer… entonces, cerró la cartera, cuando extrañamente al hacerlo,… vio caer la llave del portón desde su cartera. La atrapó en el acto con la otra mano y la observó incrédulo,… ¡estaba completa!… los segundos pasaron sin tiempo mientras, el chofer sin ruta, aún esperaba le dijera, a donde llevarlo -¡Me va a indicar a dónde lo llevo!- volvió a insistir, disminuyendo la velocidad. Al escucharlo, una sonrisa se escapó de sus labios con un suspiro de alivio que lo hizo caer en la cuenta de que, ya había escapado de aquella locura, que estaba a salvo y conforme de haber encontrado a la cordura, que había perdido por unos instantes, en un tiempo de aquel espacio, de la plaza del ayuntamiento. Se relajó y le dijo al chofer… -¡A casa por favor…! – y en seguida, le dio instrucciones al chofer para llevarlo rumbo a su destino… Al fondo, pende en la sombra el hilo de la cordura entre este punto y aquél si uno se columpia sobre sus rombos, verá el espacio multiplicarse bajo los breves arcos de la cordura,… Coral Bracho Con aprecio Yo Otoño, 2010
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