Querido Hombrecito :
Publicado en Nov 24, 2010
Hoy se cumple un año del fin de lo que alguna vez fuimos, un año desde aquella noche dónde se termino una de las mejores cosas que me pasaron en la vida. Y es por eso, que sentí la necesidad de escribirte, de recordarte, y de sonreír. No sé porqué lo hago, el otro día después de pensarlo, me pregunte porqué hablar con mi pasado me hacía bien, y creo que es porque es una especie de "cable a tierra", de recordar lo que tuve, lo que fui, lo que aprendí, y decir "acá estoy, esto aprendí, y por todo eso, esto soy hoy", y cuando se trata de vos, no puedo hacer más que agradecer, e inundarme de aprendizaje y de alegría...alegría porque si no hubieses existido en mi vida, sé que nunca hubiese llegado a lo que soy hoy, a volverme lo que soy hoy, a conseguir tantas cosas. Aunque es una seguidilla de circunstancias, sos como el primer eslabón de la cadena.
No me siento para nada triste hoy, un tanto nostálgica quizás, es increíble que halla pasado tanto tiempo, pero no podría recordarte con tristeza, siempre lo dije, siempre fue mi respuesta a "como podes decir que es un buen recuerdo?", es simple : ¿Cómo podría decir que quién renovó mi vida, fue un mal recuerdo?. Imposible. No sé que quiero decir la verdad, porque en realidad no tengo nada en especial para decir, pero hay algo que creo que nunca te dije, y quiero aprovechar esta ocasión para hacerlo, para tomarme el tiempo y decirte : Gracias. Probablemente, esto poco te importe, pero en el último tiempo aprendí la importancia de agradecer lo que hacen por uno, la importancia de ver el bien y no solo el mal, la importancia de resaltar lo positivo de los demás, y no solo lo negativo, y sobre todo, la importancia de decirle a alguien "me hiciste bien" y no solo tomarse tiempo para decir "que mal que me hiciste", aprendí lo importante que es agradecer. Te agradecí muchas veces, así que, no es que me sienta en deuda, simplemente que yo siempre te señale más lo que me dolía, y lo que me hacía mal, pero nunca me senté realmente a decirte lo agradecida que estaba por todo lo que (inconcientemente, y sin que lo notases) habías hecho por mí. No exagero cuando digo que me cambiaste la vida, no, no exagero en lo absoluto. Me cambiaste a mí. O para ser más exacta con mis palabras: me demostraste quién era en verdad, quién quería ser, y lo que es más importante, me hiciste ver que PODÍA ser eso, y me hiciste creer en mí. Vos y yo éramos (y hablo en pasado, porque realmente no sé cuanto cambiaste, ni sabes cuanto cambié yo) tan opuestos, como iguales. Y digo esto, porque creo que ahí esta la respuesta. Eras un espejo para mí, lo cuál era un problema, pero a mi me sirvió mucho porque pude ver cada uno de mis defectos desde afuera, y pude ver mis virtudes también. Tomé lo que teníamos igual de mal, y lo saqué de mí. Tomé lo que vos tenías de bueno, pero yo no, y lo hice parte de mí. Como un pedazo de torta de hace días, las partes secas, las descarté y las que todavía se mantenían ricas, las comí. Aprendí DE y CON vos. Nunca fue fácil estar con vos, nunca fue fácil quererte. Nunca fue fácil entenderte, entendernos. Pero sé con certeza, que vos dedicaste mucho más tiempo del que yo a hacerlo. Porque yo estaba enceguecida por mi inseguridad, una vez que caí, nunca más pude salir y a vos, a vos te falto el "leer entre líneas", vos estabas enceguecido por entender todo con simples palabras, y las mías no eran simples palabras, eran de las más complejas, porque escondían un mundo entero por atrás. Un mundo que no podías ver, no podías entrar, pero yo tampoco, te dejaba hacerlo. Siempre sentí que éramos como dos nenes pidiendo a gritos que nos quisieran, pero sin embargo, demostrando todo lo contrario. De todos modos, mucho tiempo después, pude ver lo mucho que habías intentado cambiar la situación una y otra vez. Y eso, es algo, que yo nunca intenté. Creía que sí, pero no. Porque hacía falta ese cambio en mi cabeza, ese cambio que vos conseguiste. Sé que crees que nunca presté atención a los (pocos) consejos que me diste, pero tus repetitivos "sos una pesimista", no me entraban por una oreja y salían por la otra, se estancaban y se quedaban resonando, y al final, hicieron ecos en hechos. Y hoy, hoy puedo decir que dejé de serlo. Lloré mucho, sí. Lloré una y otra vez, sufrí un montón con nuestra relación. Pero por más contradictorio que suene, también viví una felicidad extrema, una sensación de satisfacción total que casi ni conocía. Esa sensación de que no te hace falta más nada, de que ahi, en ese lugar, con esa persona, todo esta bien. Me hiciste feliz, absolutamente feliz. Me llenabas. Sé que quizás esas veces (porque sí, tenías razón, no existe la felicidad absoluta, solo existen momentos de absoluta felicidad), se puedan contar con dos manos, pero yo rescato eso, agarro eso y guardo eso como recuerdo, porque fue lo lindo, lo feliz, y lo que quiero guardarme de vos. Una vez me dijiste "hemos podido concretar nuestro amor unas cuantas veces" Esas veces, son las que me quedan y las que te agradezco tanto, porque son mérito tuyo. Sos la persona que más feliz me hizo, y sí, si es difícil de entender y hasta es difícil de creer, pero es lo que siempre sentí, por más ilógico e irreal que suene. Hay un antes y un después de vos en mi vida, sos como una de esas marcas intachables y con luces de neón, porque así te recuerdo yo hoy: como una Luz. A veces me plantee de que sirvió estar juntos, de que sirvió que intentáramos ser uno, si siempre supimos que éramos dos personas yendo para caminos diferentes (y admito que todavía lo digo, y eso sí que me sigue produciendo un dejo de tristeza), para lados diferentes. Nunca caminamos juntos. Y nos herimos mucho, nos hicimos mal mutuamente. Pensé muchas veces que nada había tenido sentido. Pero ahora puedo ver lo importante que fue que fuéramos para distintos lados (por más triste que sea) ,que fuéramos egoístas el uno con el otro. Porque no sé a vos, pero eso es lo que a mi me hizo crecer: el caminar para otro lado, pero sin embargo, seguirte con mi inconciente. Eso es lo que siento, que no estuvimos juntos, crecimos juntos. Y puedo decir que cada lágrima, cada pelea, cada herida, todo valió la pena y todo sirvió de algo. Y no quiero borrarlo, y no lo olvido, porque es parte del conjunto que me cambió, que me enseñó tantas cosas. Como por ejemplo: el querer, pero de verdad. No sentí un amor tan sincero por alguien en mi vida. Hay otra contradicción igual, y es que nunca fuiste totalmente real, porque más bien eras una necesidad, y me mentía a mi misma una y otra vez. Es triste, pero es la pura realidad, porque te necesitaba más de lo que te quería, y temía mas estar sola, que perderte a vos. Pero temía estar sola, porque en el fondo, eras un sostén, porque eras ese espejo. Y el amor que tenía hacia vos, fue de una sinceridad indescriptible. Ya me resigné, nunca voy a poder explicar con palabras lo real que era. Y daba una felicidad inmensa, y sé que vas a entender de lo que te hablo. Era eso a lo que más le temía, a perder ese amor sincero. Pero no lo perdí, lo dejé de tener por vos simplemente. Está adentro mío y siempre va a estar ahí... gracias a vos. Me hiciste fuerte, y me sacaste de la dependencia. Me hiciste creer en mí, y me enseñaste a ser por mi sola, porque con vos siempre tenía que ser por mí sola, por más sostén que fueses. Entonces me demostraste que tenía que saber caminar sola, y me diste el famoso empujoncito. El valor del silencio, esa es otra de las cosas que me llevo de nosotros, el valor de no decir nada. Siempre hablábamos mucho, intentábamos decirnos con palabras inservibles lo que nos pasaba, pero todo estaba en el silencio que se metía entre palabra y palabra, todo estaba ahí, en las risas y en el silencio. Ahora sé que a veces, es mejor simplemente callar. "No siempre querer a alguien es ser la pareja de ese alguien" me costó mucho entender eso que dijiste, me costó aceptar que era así, y que así tendría que haber sido siempre. Pero entenderlo, me dio una tranquilidad y una paz que todavía sostengo, el aceptar un "no" sin repudiar. Siempre me lamento de que nunca me hayas conocido realmente, de que nunca hayas visto lo que había atrás de las murallas que te ponía frente a vos una y otra vez. Sin embargo, sin esas murallas, nunca me habrías mirado tanto los defectos, nunca habrías visto que los tenía, ni me los hubieses mostrado. Abriste en mi vida una puerta que temía abrir, que había mantenido alejada por mucho tiempo, tanto que ya ni la percibía. Pero vos la abriste, abriste esa puerta de la realidad, que me hizo poner los pies sobre la tierra. Fue difícil, y en el fondo siempre te quise lejos mío porque sabía que tenías la capacidad de abrirla una y otra vez, pero fue lo mejor que podrías haber hecho. Creo, pienso, siento, y SÉ, que todo lo que vivimos y fuimos hace un año atrás, fue real. Eso, eso te hace tan importante, eso es lo que dice todo. Y lo resumo así, porque sé que nunca podría terminar si intentase decirte todo con palabras. Admito que me frustra bastante no poder hacerlo, pero me alivia porque sé que vos lo sabes, que sabes todo lo que significaste para mí. Es por eso, que quise sentarme a decirte: Gracias, Perdón y Te quiero Mucho. Y también que me siento feliz, porque cumplí mi misión: sos feliz. Para concluir y no seguir extendiéndome: Gracias por hacerme tan feliz, por aparecer en mi vida, por cada una de las cosas que hiciste por mí, por cambiarme la vida, por cambiarme a mí, por enseñarme y hacerme ver tantas cosas. Y por más irónico que suene, gracias por haberte separado de mí. Un año después, y ahora ya sin lamento alguno, con una sonrisa para todo, para lo triste, lo feliz, lo bueno y lo malo, puedo decir sabiendo que no me equivoco: Que si no hubiese sido así, no habría tenido sentido. Que todo fue exactamente, como tenía que ser. Payasa
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