Grace, o el sabor de la aventura...
Publicado en Nov 26, 2010
Encantada de reunirme con mis cuatro amigas queridas, como siempre que viajo a Córdoba, acordamos encontrarnos en un restaurante, a la hora del almuerzo, un sábado a mediodía.
La que llegara primero, tenía el privilegio de elegir el lugar, con preferencia, con vista al parque. Esa fue Grace, que también hizo las reservas. La especialidad del día era la mentada parrilla con 12 cortes que incluían asado de tira, vacío, chorizo, morcilla, molleja, chinchulín, lomo, cerdo, pollo etc. etc. Mientras, pedimos un Cabernet Sauvignon y brindamos, alegres y felices por el encuentro. Pedimos la segunda botella, un Malbec, cuando empezaron a traer las ensaladas, aliños y carnes. Las tablas eran muy grandes ó los cortes demasiado pequeños, apenas alcanzaban para un bocado. Ninguna estaba en tren de dieta, no lo necesitamos y la escasez, empezó a irritar a Grace que eligió ese lugar, entre variedad de ofertas. Llamó al encargado de nuestra mesa y se lo hizo notar. Siguieron trayendo porciones minúsculas que compartíamos entre cinco. La segunda botella, se vació y nosotras, insatisfechas. El mozo, dejó una tabla nueva con un riñoncito minúsculo, posiblemente de cabrito, para todas. Fue la gota que colmó la paciencia de Grace que llamó al mozo y le increpó – ¿ Usted piensa que esta escasez puede repartirse entre cinco adultos? -Es la modalidad de la casa,- le contestó impávido. Usando su tenedor como trinchete atravesó al inocente riñoncito y se trepó a su silla, acaparando la atención de todos los comensales. – ¿Les parece a Ustedes que esto puede ser repartido entre cinco adultos? ¡Necesito un bisturí para cortes histológicos, no un cuchillo común!. ¡Es vergonzoso, en el país de la carne, una mezquindad nunca vista y con los precios que cobran! Saltó al suelo, tomó su bolso, su abrigo y con un gesto nos invitó a abandonar el lugar. Se acercó el mozo y balbuceó – Se vaaannnnnnnnn? Ya le traigo la cuenta….. - ¡Cómo se atreve! ¡ Ni una moneda! Nos gritó cuando tomamos nuestros bolsos. – ¡Demasiado con el disgusto que nos han hecho pasar! ¡Voy a recomendarlos a mis enemigos! La seguimos, concentrando las miradas de los presentes y las amenazas del mozo que se desgañitaba diciendo que llamaría a la policía. –Atrévase a hacerlo y hágase cargo! Fue la respuesta de Grace, antes de cruzar las puertas por donde la seguimos automáticamente. Yo veía uniformados por todas partes, y apuraba el paso para alejarme del lugar. Nadie nos salió al encuentro y casi sin respirar, llegamos a la cochera y sacamos los autos. La caravana, con Grace al frente, siguió hasta Gino, un restaurante especializado en pastas, donde recibimos una atención esmerada y dos horas más tarde, aliviadas, hartas de comentar y reírnos de lo ocurrido, nos despedimos después de concertar el próximo encuentro. Con Grace, la vida tiene el sabor de la aventura!
Página 1 / 1
|
Filiberto Oliveros
Felicitaciones querida haydee por tan divertido relato sobre ponderable estrategia gastronómica.
Recibe mi cordial saludo y estrellas de reconocimiento. Filiberto