MINERVA
Publicado en Nov 29, 2010
MINERVA ¿Recuerdas que te dije que amo la libertad? Nunca permití que me impidieras escuchar los cantos de mi continente. Tampoco los de mi tierra. Los de las caribes playas. Aquellos de los Hondos ríos, de las selvas inextricables. Y tampoco sucumbí a tus dones. A aquellos que luego airadamente reclamaste, y recogiste rompiendo el exiguo orden que tu habías decretado. Y aunque me propalaste amor, tu mirabas el azúl septentrional. Y diste indicios de que oteabas hacia los feraces litorales de Italia, o tal vez hacia los azules auténticos que refulgen, más allá de las faldas de Pirene, rumbo al sur, cave el valle de tu corazón ventisquero. Pero rehuías vehemente el viento dulce y suave del Atlántico. Y nunca abandonaste mis playas, como el avieso Menelao las de Ilión. Y ahora se que como las huestes griegas simulas retiradas. Y esperas el momento en que haya introducido en mi plaza tus dones, aquellos que, como Minerva cruel, has ordenado que me dejen, para que los introduzca en mi ciudadela, y luego destruir hasta los cimientos, todos los reductos, incluso los más íntimos y caros, de los sueños conquistados que viven apresando entre sus brazos, la veste y el amor de la Helena raptada, algún día aciago, en la Grecia orgullosa. ¡Ah rapto malhadado! SAN JERÓNIMO LÍDICE, NOVIEMBRE 11 DE 2010.
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