El cielo se abre,
la noche aparece,
mi ansiedad crece
junto al firmamento.
Me siento contento
lejos de la aurora;
el hada que llora,
el cuervo que grita,
la soledad que invita
hacia el cielo oscuro.
Que invisible es el muro
que me separa del vuelo
y surcar el cielo
para viajar hasta ella.
La noche es muy bella,
me arranca del tino,
me invita a volar como Alsino
por encima de sus alas.
Las estrellas son malas,
me recuerdan tus ojos;
los luceros son rojos
como la sangre del alma.
La noche está en calma
hecha de suave terciopelo
hace mirar hacia el cielo y querer alcanzarlo.
¡Pero no puedo atraparlo!
se me va entre las manos,
entonces llamo a mis hermanos
y hacemos una torre,
pero el cielo se corre
y sube más alto.
De la torre doy un salto
pero el cielo me esquiva
y sube más arriba
con su cuerpo de nave.
Con plumas de ave
me fabrico unas alas
pero me quedan muy malas
y caigo hasta el suelo.
Se burla de mí el cielo
pero las estrellas me animan,
las piedras que me lastiman
se desprenden de mi piel.
En un avión de papel
repito el intento,
cortés me ayuda el viento
que está de mi lado.
Pero el cielo está cerrado
y no tengo la llave,
pero una estrella como ave
va volando a buscarla.
No tarda en encontrarla
pero la llave es muy tosca
no es que no se conozca
pero no entra en la puerta.
Una estrella despierta
me dice que la labre.
La meto en la puerta
¡El cielo se abre!