Ni están todos los que son........ni son todos los que están
Publicado en Dec 11, 2010
Hubo una suma de circunstancias que condujeron a una situación para algunos, trágica y para el resto desopilante.
Todo se inició en la casa de los Sosa, humildes vecinos de una barriada de los suburbios. La pareja, llevaba 25 años juntos, mal avenida y peor encarada. El tipo, vago y dado a juntarse con un grupo de amigos de igual laya, no aportaba un peso al hogar que compartía con Tita, una hija de su anterior pareja y otra de doce años de ambos. Tita se las veía negra para mantener a la familia. Salía temprano a limpiar otras casas, cuidar otros hijos y muchas tareas más, siempre para otros. Esa mañana de un jueves, al abrir la puerta para ir a sus tareas, el Eustaquio, que llegaba mamado y orientado hacia el catre, casi se le cae encima. Calculó mal, la Tita aún no había salido. Con broncas acumuladas y buena energía, lo tomó de un brazo y lo arrastró hacia la calle, insultándolo como sólo ella podía hacerlo cuando aquéllas superaban los límites de lo soportable. – ¡y no te queremos ver más por acá, andate con esa manga de borrachos! Se quedó un rato en la puerta, por si se le ocurría volver, después tomó para el otro lado hacia la parada del micro, bufando su rabia. Llegó el domingo y ni una noticia del Eustaquio, ¿quién quería tenerla? todo estaba mejor sin él, Tita había ventilado las piezas y las chicas juntaron unos ramitos de flores para dar un toque festivo a la mesa del almuerzo. Se inició la semana con una presencia extraña. Una camioneta policial se detuvo temprano. Tita que estaba lista para irse, recibió al oficial que se identificó y habló con ella en voz baja y tono confidencial. Subió a la camioneta que en media hora llegó a la morgue judicial. La hicieron pasar y se oyó decir, con voz estrangulada- si, es el Eustaquio…. antes de desplomarse al lado de ese guiñapo cubierto de escaras y cicatrices que había sido arrollado por un camión hacía tres días. Lo velaron en la casa. Tita abrazada a sus hijas, se atormentaba, arrepentida por arrojarlo y exponerlo a semejante fin. Al día siguiente del entierro, volvió al trabajo. Las huellas de la pérdida, eran muy visibles en el rostro pálido y demacrado. Los chicos que salían para la escuela, medio dormidos, despertaron sin creer lo que veían. El Eustaquio, porque era el Eustaquio, menos borracho que otras veces, los saludaba con una pícara sonrisa. Se santiguaron y corrieron despavoridos. Él, entró a su casa, enfiló para la catrera y enseguida estaba roncando. El episodio, absolutamente real, sucedió hace muy poco y dejó el tendal de asustados y confundidos que hasta no haberse aclarado, por la lógica, estaban a punto de pedir la canonización del ebrio que declaró:- Cuando la Tita me echó, me fui con mis amigos y nos refugiamos en una choza cerca del río. Lo pasamos bárbaro pero me cansé de comer pescado y de dormir en el piso. Además extrañaba a la negra y a las chicas….. decidí volver. Tita: - No se si realmente quería verlo muerto al Eustaquio. Por más bronca que me hacía pasar, al ver esa bolsa de heridas, me puse mal y perdí el conocimiento. Hubiera jurado que era él. El cuerpo encontrado sin vida, tenía características generales, comparables a las de Eustaquio, edad, carencia de piezas dentales y pelo rizado y canoso. Eustaquio, hasta que no se modifique su expediente, legalmente, está muerto. Esperamos no cometa delitos , pues gozaría de impunidad total.
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josé Cirano de la Cruz Salazar
me paso a leer tus otras publicaciones
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