Hoy vino,a visitarme,un campo de cañas.
Traía puesta su vieja ropa de nostalgias.
y sus manos encallecidas,
que solo saben acariciar filos
de machetes. Que solo saben
atrapar mugidos de bueyes
y voces de carretas adormecidas;
se me extendieron suplicantes.
Me rompieron el alma sus razones;
sus lagrimas de carriles anegados;
no dejaba de besar los pies
de las locomotoras
y de secarlos con el pendón de sus cabellos
encanecidos y tristes.
 
Me rompieron el alma sus razones.
Su boca de quincenas no pagadas.
y ese aliento de vale 
moribundo.
¡que dolor tan grande!
semejante al del central,
mortalmente herido;
desmembrado y sollozante;
Yéndose,peso a peso,en los 
bolsillos de una manada
de hienas;crueles y asesinas.
preguntaba por sus hijos;
por el río; por los arroyos;
por las lagunas;
envenenadas y el porque solitarios
,en sus orillas,
exhalan los peces,
el ultimo aliento. 
 
 
pregunto por el dulce olor de la brisa
cuando de zafra sufría.
preguntaba por la gente
 y que si  esta viva todavia.