La Red: Captulo 1 (Novela)
Publicado en Dec 22, 2010
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En la zona de los fumadores, los pasajeros del avión S-624 con destino a Los Ángeles parecían rezar para que el vuelo no tuviese nuevos retrasos. Eran ya cuatro agotadoras horas las que llevaban, cigarrillo tras cigarrillo, en la Sala de Espera de aquel caluroso aeropuerto caraqueño. Varias señoritas, azafatas de una muy conocida marca de teléfonos celulares, paseaban de un lado para otro por el corredor de enfrente donde un viejo vendedor de revistas voceaba su mercancía. Eran revistas especializadas en el arte cinematográfico y en sus portadas lucían bellas "teenagers" reclamando, con una refrescante sonrisa, a los ingenuos compradores.
- ¿Qué te parece? -preguntó el joven somnoliento a su compañero.
- Digno de un argumento novelístico kafkiano -respondió el pelirrojo que no cesaba de mascar chicle.
- Te pregunto por ese viejecito.
- ¿Qué creías que estaba yo contestando?.
Los dos periodistas soltaron una sonora carcajada que, al unísono, retumbó como un cañonazo en la Sala donde una monja carmelita dormitaba profundamente.
- ¿Qué sucede? -exclamó, sobresaltada, la monja.
- Dos jóvenes sinvergüenzas -respondió una señora de mediana edad que iba acompañada de un caballero muy elegante.
- Es que los aeropuertos ya no son como antes -intervino el caballero.
- ¿Ustedes son matrimonio? -le preguntó la monja.
En ese mismo instante, el caballero, que estaba leyendo un periódico por las páginas de Finanzas, comenzó a temblar ligeramente mientras un niño de muy corta edad corría por el pasillo donde las lindas azafatas de los teléfonos celulares buscaban ávidamente clientes.
- ¿Le ocurre algo? -se interesó la monja ante el ligero temblor de manos del caballero elegante.
- No es nada, madre... -intervino la mujer de mediana edad- es que este retraso nos pone nerviosos a todos.
El joven somnoliento se levantó del asiento que ocupaba.
- Charlie... voy a comprarte algunos chicles.
- Gracias, compañero. Si es posible que sean con sabor a canela. Son mis preferidos.
- En caso de que no encuentre chicles con sabor a canela, ¿qué sabor te gustaría en su lugar?.
- En ese caso me da lo mismo el sabor.
- En el fondo, Charlie, eres un conformista.
- !Peter!. ¡Deja de correr como un loco! -gritó la señora de mediana edad al niño que jugaba por entre las azafatas de los teléfonos celulares.
- ¿Es su hijo? -volvió a interrogar la monja carmelita.
- En cierto modo, sí -contestó la señora de mediana edad.
- ¡Por supuesto que es su hijo! -protestó el caballero elegante.
Charlie meditaba mientras sus piernas, estiradas en toda su longitud, asemejaban dos postes telegráficos derribados por el viento.
- ¡Cuidado, chaval, que te vas a hacer daño! -Y Juan sujetó al niño que iba directamente a estrellarse contra sus recias piernas.
- ¡Peter!. ¡Ven aquí inmediatamente!. ¡Ya te he dicho más de una vez que no me gusta que hables con gente extraña!.
Juan inició una ligera sonrisa justo en el mismo momento en que una de las lindas azafatas de los teléfonos celulares se dirigió a él.
- Caballero... ¿desea hacer una llamada de larga distancia?.
El teléfono celular colgaba de la cintura de la minifalda de ella, a la altura de su cadera derecha,
- Gracias, pero en realidad no me espera nadie en ningún lugar concreto.
- ¿Es acaso usted un viajero sin destino?.
Juan no dejaba de sonreír mientras miraba fijamente a los ojos de la escultural azafata.
- ¿Qué entiende usted por un destino, señorita?.
- Pues... según la lógica... un destino es aquel lugar hacia donde nos dirigimos para realizar algún acto concreto.
Juan no pudo por menos que desviar su mirada para que ella no descubriese su ya más que amplia sonrisa.
- ¿He dicho alguna impertinencia?.
- No se preocupe, señorita, lo que pasa es que a veces confundo las cosas.
- Me llamo Tatiana...
Juan entendió perfectamente.
- ¿Ve usted, madre?. ¡En cuánto tienen una pequeña ocasión no la desaprovechan!.
- ¿A qué se refiere usted, señora?.
- A lo que ciertos jóvenes hacen en cuanto dan dos pasos más allá de su hogares.
El viejecito de las revistas cinematográficas se acercó a la joven pareja.
- ¿Le interesa comprar "Séptimo Arte"?.
Juan tomó el ejemplar que el viejecito le ofrecía y lo ojeó muy ligeramente.
- Verá... en realidad yo busco "La Magia del Cine".
- ¡La tengo, caballero!. ¡Hace sólo dos días que ha salido el último número!.
- ¿Podría revisarla?.
- Por supuesto que sí.
Juan comenzó a buscar lo que le interesaba...
- ¿Cuánto es?.
- Un dólar si es en moneda norteamericana.
En esos momentos un ciego que circulaba por el corredor tropezó con Juan y la revista cayó al suelo.
- Perdón, caballero.
Sin que apenas nadie se diese cuenta, el ciego deslizó un pequeño papel doblado al periodista quien, disimuladamente, lo introdujo en el bolsillo derecho de su pantalón vaquero mientras el ciego siguió su camino golpeando ligeramente con su bastón.
- ¿Desea ahora hacer alguna llamada? -le interrogó de nuevo la linda azafata del celular en la cadera derecha mientras le entregaba el ejemplar de la revista "La Magia del Cine" a Juan.
- No es necesario, Tatiana.
- Posiblemente recuerde usted ahora a alguien con quien desea hablar.
- ¡Págueme que tengo prisa! -protestó el viejecito de las revistas cinematográgicas.
Juan pagó inmediatamente y el viejecito siguió su camino voceando su mercancía.
- ¡¡Revistas de cine!!. ¡¡Vendo revistas de cine!!.
- Señorita... ¿aceptaría un café?.
- Estoy de servicio pero por ser usted se lo aceptó si sólo es cuestión de minutos.
- Le prometo que no es cuestión de mucho tiempo.
Charlie abrió los ojos, levantó ligeramente su sombrero tejano y siguió, con la mirada, los pasos de la joven pareja que se dirigieron hacia una moderna cafetería situada en aquel corredor. Después volvió a su expresión inicial. Haciendo como que dormía.
- ¡Lo que yo le digo, madre!. ¿Ve usted cómo aprovechan el tiempo?.
- Señora... ¿no será que está usted sacando conclusiones precipitadas? -le respondió la monja carmelita.
- ¡Cállate ya, Virginia! -protestó enérgicamente el caballero elegante.
El niño jugaba, ahora, con una niña de su misma edad que se encontraba en la misma Sala de Espera.
Un hombre maduro, que fumaba en pipa, se levantó inmediatamente para dirigirse a la cafetería. Charlie observó ligeramente este detalle e hizo un gesto de preocupación que pasó inadvertido para el resto de los pasajeros.
- ¡Atención, pasajeros del vuelo S-624 con destino a Los Ángeles!. ¡Se les informa que tengan un poco de paciencia!. ¡Posiblemente dentro de una hora podrán ustedes reanudar el vuelo! -voceó una suave voz femenina por el altavoz del aeropuerto.
- ¡Esto es inconcebible! -gruñó el caballero elegante que ojeaba las páginas de Finanzas del periódico local.
- ¿A qué te refieres? - le espetó la señora de mediana edad.
- ¡Hay temas que a tí no te deben importar ni tienen por qué interesarte!.
- Señor... ¡así no se trada a una dama! - protestó un aristócrata que se enocntraba situado frente a él.
El caballero elegante no le respondió y siguió ensimismado en su lectura.
Mientras tanto, Tatiana y Juan ya estaban sentados, de frente la una con el otro, ante una de las mesas de la abigarrada cafetería. Los cafés de ambos hervían.
- Escucha, Tatiana...
Ella puso inmediatamente la mano en la boca de él. El hombre maduro que fumaba con pipa acababa de entrar en el local y caminaba en dirección a una mesa situada junto a la de ellos.
- ¡Perdón, caballero!. ¡Acabo de recordar que tengo un asunto importante que resolver!. Quizás en otra ocasión...
Juan quedó perplejo ante aquella reacción de la linda azafata del teléfono celular en la cadera derecha pero no dijo nada. El de la pipa se sentó en la silla vacía de la mesa vecina mientras Tatiana salía de la cafetería.
- Buenos días, joven... parece que el retraso ya es demasiado largo, ¿no?.
- A qué vuelo se refiere usted.
- Al S-624 con destino a Los Ángeles ¿No va usted en él?.
- Parece que somos compañeros de viaje, ¿no es eso?.
- Así es. Yo voy también para allá.
En esos momentos Charlie entraba en la cafetería dando pasos muy ligeros.
- ¡Compañero!. ¡Todavía no me has comprado los chicles!.
- ¡Perdón, Charlie!. ¡No encuentro la pista adecuada!.
Charlie se sentó junto a él.
- Como comprenderás no voy a dejar que se desperdicie este café. ¿Qué pasa?. ¿Te gusta tomarlo doble o estás muy dormido?.
Juan se dio cuenta, inmediatamente, de que Charlie le estaba indicando que guardara silencio.
- ¿Es usted su amigo? -le interrogó a Charlie el de la pipa.
- Nos acabamos de conocer pero... perdone usted... porque lo importante ahora es que consigamos chicles. ¡Vamos!. ¡Tómate el café rápidamente porque el vuelo está a punto de reanudarse!.
El hombre maduro que fumaba con pipa hizo un leve gesto de contrariedad y se levantó de la mesa con dirección al mostrador de la cafetería.
- ¿Qué sucede, Charlie?.
- Es mejor que hablemos en otro lugar -dijo Charlie bajando la voz- Aquí hay demasiada gente. ¿Tienes la revista?.
- Sí.
Los dos periodistas apuraron rápidamente sus respectivos cafés ya templados y, sin decir palabra alguna, salieron del local en dirección a la Sala de Espera.
- ¡Ahí están de nuevo eso sinvergüenzas, madre!.
- ¿Cómo adivina usted que son dos sinvergüenzas, señora?.
- Sólo hace falta mirarles las caras.
- ¡Tú que sabes de eso! -volvió a gritarle el caballero elegante.
- ¡Le repito, caballero, que así no se debe tratar a una dama! -volvió a intervenir el aristócrata.
- ¿Acaso le interesan a usted las vidas ajenas? -se le enfrentó el otro.
- No es esa la cuestión...
- Calma, señores -intervino la monja carmelita -no discutan por temas intranscendentes.
En esos momentos Juan y Charlie volvían a ocupar sus asientos. La señora de mediana edad no dejaba de observarles.
- Charlie... esa señora no deja de mirarnos...
- No te preocupes, Juan. Ya estamos lo suficientemente acostumbrados. Lo que nos interesa es que encontremos el artículo.
- Está aquí -Y Juan comenzó a buscar entre las páginas de "La Magia del Cine".
- ¿Es el título adecuado?.
- Si la pista es exacta aquí está "Más allá de las cámaras".
- ¿Quién lo firma?.
- Alfred Overbeck.
- Entonces estamos ante la pista correcta.
- ¿Qué tengo que hacer ahora?.
Charlie sacó un block de notas del interior de su americana.
- Transcribe aquí todo el artículo que luego debemos analizarlo adecuadamente. Hazlo con discreción, Juan. Recuerda que entre los pasajeros hay muchos desconocidos. Cuando termines tira la revista al cubo de la basura.
- ¿Qué te parece la portada?.
- Es muy linda.
- ¿También tiene que ver con el asunto?.
- Es la persona con quien tenemos que entrevistarnos nada más llegar a nuestro destino.
- ¿Y cómo localizamos a esta belleza?.
- Es ella la que nos tiene que localizar a nosotros.
- ¡Mírelos, madre!. ¡Mire a lo que se dedican!.
- Señora... ya está usted sobrepasándose en este asunto del chismear.
Llegaba el hombre maduro fumando con pipa.
- Es muy linda, ¿verdad?.
Juan y Charlie levantaron la cabeza.
- Si tanto le interesa luego puedo regalársela -dijo, ya molesto, el joven y somnoliento Juan.
El de la pipa bajó la cabeza y se perdió entre el resto de los pasajeros.
- Muy bien, Juan. Acabas de quitártelo de encima. Mientras voy en búsqueda de mis chicles comienza a hacer tu labor. No permitas que nadie observe lo que escribes. Si ves a algún hombre, mujer, niño o niña que se acerca demasiado, cierra el block de notas y haz como que lees cualquier otra cosa.
- Esto es demasiado enigmático, Charlie.
- Pero demasiado importante. Recuerda que son cien mil dólares para cada uno.
- Espera un momento, amigo. ¿Cómo se llama la de la portada?.
- Vera. Pero no me preguntes el apellido porque no tengo ni idea.
Charlie ladeó su sombrero tejano ligeramente y se encaminó de nuevo al corredor de enfrente donde, suficientemente escondida, Tatiana le esperaba.
Juan comenzó con su labor de transcripción del inglés al español.
- "No todo lo que concierne a la cinematografía es tan divertido como el espectador cree. Más allá de las cámaras, en el mundo real de las protagonistas, el drama es tan similar como el de cualquier otro ser humano. Muchos creen que el dinero que ganan los artistas puede suplantar a la infelicidad que algunos y algunas arrastran. Si pudiésemos entrevistar a todas y cada una de las estrellas del celuloide en su ambiente natural descubriríamos cosas tan insospechadas que nos harían entender algo tan simple como que un humilde zapatero arrastra la misma vida que algunas de ellas porque, al fin y al cabo, al bajar de sus pedestales, las estrellas de cine dejan de ser tan brillantes como aparecen en las pantallas. En mis amplias experiencias como articulista especializado, puedo afirmar que he hallado verdaderas lágrimas de dolor porque también ellas saben llorar sin fingimientos. Con un poco más de conciencia el público espectador sabría descubrir que los mitos no existen salvo en la imaginación de nuestras ensoñaciones. No es tan difícil tratar con ellas. Lo único que se requiere es acercárseles sin el temor que nos impone su fama; porque la fama se nos aparenta tan inalcanzable como las estrellas que brillan en el cielo. Los hombres han llegado a la Luna pero muchos todavía no se han enterado de lo que ocurre en la Tierra. Las estrellas cinematográficas están lejos de la mayoría de la gente porque la gente desconoce todo sobre sus verdaderas vidas. La felicidad y la tristeza son sentimientos que no escapan a ellas. Algunas sonríen pero otras sufren. Igual, exactamente igual, que cualquier otro mortal".
- Joven...
Juan cerró rápidamente el block de notas y pasó a la página siguiente. Una azafata del vuelo S-624 estaba frente a él con una amplia sonrisa.
- ¿Vuela usted hacia Los Ángeles?.
- Soy un poco despistado pero creo que sí.
- Se lo pregunto sólo porque me ha despertado la curiosidad. Observo que usted escribe demasiado rápido. No se preocupe. No es mi intención cotillear.
Juan miró a los ojos de ella y pudo observar que era de total confianza.
- Pue sí. Me dedico a trabajos relacionados con la escritura.
- Alguien me dijo que le transmitiera lo siguiente: detrás de cada frase hay un recuerdo hermoso para ti.
- ¿Quién ha sido?.
La azafata del vuelo S-624 sólo sonrió de nuevo y marchó en dirección a la puerta de embarque.
- No entiendo casi nada -musitó Juan.
En el corredor, Tatiana y Charlie hablaban comedidamente.
- ¿Va todo bien, Charlie?.
- Hasta el momento no hay incidencias preocupantes.
- ¿Sabe él cuál es su destino verdadero?.
- Todavía no se lo he dicho. Ya sabes que hay personas vigilando.
- No olvides recordarle que esté tranquilo.
- No hace falta decírselo. Lo es por naturaleza.
Se separaron rápidamente y Charlie encontró, al fin, la tienda de sus ensoñados chicles. Juan reanudó la labor de transcribir el artículo no sin antes haber observado que la única persona que le observaba, a bastante distancia como para no enterarse de nada, era la ya cansina señora de la edad mediana.
- "Un día descubrí que una famosa artista del séptimo arte; poseedora de varios oscars y otros trofeos importantes, vivía un verdadero infierno en su interior. Creemos que las estrellas de cine viven en el cielo. No todas. Algunas necesitan que alguien pueda decirles que hay, más allá de las cámaras, esperanzas no tan ocultas como las que existen entre los entretelones de la ficción".
- ¡Qué tal, Juan!.
- ¡Charlie... no vuelvas a darme otro susto igual si quieres mantener intacta tu dentadura o si quieres que acabe este viaje contigo!.
Charlie se sentó a su lado y pasó un brazo por el hombro de su amigo.
- Juan... ¿qué has descubierto?.
- Hasta ahora parece que este artículo se refiere a Vera.
- Eso es lo que me dijeron.
- Oye, Charlie... ¿tú sabes de que va toda esta historia?.
- Poca cosa, Juan. De lo que podamos encontrar al final no tengo absolutamente ni idea.
- Entonces... ¿qué hacemos tú yo yo en todo este bochinche?.
- Me dijeron que éramos los más indicados para resolverlo.
El hijito de la señora de mediana edad y el hombre elegante se acercó hacia el lugar donde se encontraban los dos periodistas.
- ¿Puede regalarme un chicle?.
Charlie le sonrió.
- ¿Te gustan los de sabor a canela?.
- Me gustan los de fresa pero si no tiene acepto lo que sea.
- ¡Otro conformista! -rió abiertamente Juan.
- ¡Peter!. ¿Es que no entiendes que la gente extraña no me gusta?.
- ¿Es esa tu mamá? -le preguntó Juan.
- No. Pero no me queda más remedio que aceptarlo.
El niño se regresó sin haber podido obtener su ansiado chicle.
- Lo siento por él, Juan. Yo tengo suficientes, pero...
- Charlie. Hay asuntos que no podemos resolver nosotros.
- ¡Tú y yo podemos con todo!.
- Pues te digo abiertamente que si no fuese por los cien mil dólares que vamos a ganar cada uno ahora mismo no estaba yo aquì, sino en cualquier otro lugar.
- ¿Has terminado ya la transcripción al español?.
- Sólo me falta la última frase.
- ¡Date prisa que ya sale el aviso de embarque!.
- "Si al leer éste artículo usted ha podido comprender lo que he querido expresar es posible que usted haya comenzado a ver la vida de otra manera".
- ¡Atención pasajeros del vuelo S-624 con destino a Los Ángeles, pueden ustedes embarcar ya en el avión!. ¡Que tengan ustedes un feliz viaje! -volvió a sonar la dulce voz femenina por el altavoz del aeropuerto.
- ¡Vamos, Charlie, nos llaman!.
Charlie, con un movimiento brusco, hizo sentarse de nuevo a Juan.
- Espera a que entren todos, Juan. Nosotros no vamos a seguir en ese avión.
- No te entiendo...
- Que no nos dirigimos a Los Ángeles.
- Bueno... ¡pues tú me dirás a dónde vamos ahora!.
- A Miami.
- Nuestros billetes dicen claramente Los Ángeles.
- Pero estos otros no...
Charlie sacó de dentro de su americana don nuevos boletos.
- Esto cada vez es más complicado, Charlie. Nosotros sólo somos dos periodistas y parece que alguien nos ha confundido con dos agentes secretos.
Charlie volvió a reír con ganas.
- ¡Vámonos, Juan, antes de que alguien se de cuenta!. Y te advierto que a partir de ahora yo ya no sé absolutamente nada más. Desde este momento sólo tus intuiciones nos pueden ayudar.
- ¿Y Vera?.
- Ya te dije que ella nos encontrará pero no sé cómo. El asunto es que debemos esperarla en el Hotel "Las Estrellas" de la ciudad de Miami.
- ¿Y cómo sabrá quiénes somos?.
- Ni idea.
Ambos amigos periodistas se levantaron y se pusieron a caminar. Juan arrojó la revista al cubo de basura y los dos se dirigieron hacia la salida del aeropuerto. Alguien, desde el corredor donde se encontraban las azafatas de los teléfonos celulares no cesaba de reír. Era la linda muchachita con minifalda que llevaba su celular en la cadera derecha y que ahora marcó un número telefónico de la ciudad de Miami.
- ¿Míster Robertson?.
- ¿Eres Tatiana?.
- Efectivamente.
- Habla. No hay peligro.
- ¡Ya van los dos conejillos de indias para allá!.
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Foto del autor Jos Orero De Julin
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Descripción

Novela de misterio y "suspense".

Palabras Clave: Literatura Novela Misterio "Suspense" Emocin Pasin Amor.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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Jos Orero De Julin

Muchas gracias, Shona.... sucede que porcuro no perder los hil0os narrativos para no cometer errores de contrqdicciones. Procuro hacerlo lo mejor posible. Tusa palabras son muy gentiles y te las agradezco de corazón. Adelante. No dejes nunca de leer y escribir aunque hagas otras muchas cosas distintas en la vida. Un abrazo cordial y amistoso.
Responder
December 23, 2010
 

Shona Lee

Es una red de misterio muy bien tejida por ti en una sala de espera de una terminal que parece el laboratorio de los espías.
Narras muy bien y con agilidad. Y de modo costumbrista también, destacando con un rotulador rojo pequeños detalles.
Responder
December 23, 2010
 

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