La Red: Capítulo 2 (Novela)
Publicado en Dec 23, 2010
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Los pasajeros del vuelo X-716 con destino a Miami terminaban de almorzar tranquilamente mientras el contracargo, acompañado de una rubia despampanante, iba ofreciendo bebidas a quienes deseaban.
- ¿Quieres champán, Juan?.
- Siempre es bueno tomar algo antes de entrar en faena; pero... ¿no será abusar demasiado?.
- Nada de eso. Si no nos las bebemos nosotros otros lo harán en nuestro lugar.
- ¿Café o té? -preguntó el contracargo.
- ¡Champán! -respondió, espontáneamente, el norteamericano.
- ¿Y usted?.
- ¿Puede ser champán?.
La rubia despampanante sacó dos pequeñas botellas del carrito deslizador y se las sirvió sin apenas mover un músculo de su cara al norteamericano y al español.
- Pídele perdón, Charlie...
- ¿No se habrá molestado usted con nosotras, señorita?.
- Todo lo contrario -contestó seriamente la rubia- para eso estamos aquí.
Una vez que el contracargo y su acompañante pasaron de largo, Juan sacó el block de notas; pero Charlie parecía no tener demasiado interés porque miraba descaradamente a la morena que cruzaba pícaramente sus piernas ante él.
- Charlie... ¿comenzamos ya o no?.
- Ese no es mi deber. Yo estoy ocupado en otras cuestiones de suma importancia.
Un pasajero, vestido de manera informalmente deportiva y situado justamente en el asiento trasero de la morena, buscaba ávidamente respuestas al crucigrama que, al parecer, intentaba solucionar.
- Perdón, caballero... ¿conoce usted un sinónimo de crónica?.
- Suceso -respondió Charlie.
- No me sirve.
- ¿Podría ser Relato? -intervino Juan.
- Eso es. La palabra debe comenzar con R de reflexión.
- ¿Le gusta a usted rellenar los crucigramas? -coqueteó la morena con el pelirrojo Charlie mientras el somnoliento Juan comenzaba a buscar las palabras claves del artículo "Más allá de las cámaras" y el fanático de los crucigramas volvía a poner muestras de atención en su entretenimiento. Por la ventana los rayos del sol centelleaban en el rostro de Juan que se esforzaba enormemente por ver con claridad la escritura del block de notas.
- Vamos a ver. Aquí tenemos, por ejemplo, "drama". Puede ser...
- Habla más bajo amigo... que no puedo entender lo que me dice esta señorita -Y Charlie codeó al somnoliento Juan para darle a entender que su labor debía de ser silenciosa. Juan comenzó a interiorizar sus averiguaciones.
- "Dinero". Aquí parece que tenemos algo interesante -y comenzó a soñar con los cien mil dólares que le ofrecían.
- ¡Señores pasajeros!. A continuación tenemos la amabilidad de ofrecerles la película "Misterios por resolver". Rogamos disculpen a quienes se sientan incómodos por el sonido. Si alguien lo desea puede escuchar música con esos aparatos que tienen en el respaldo posterior del asiento anterior que se encuentra delante de cada uno de ustedes, al lado de las bolsas de los desperdicios.
- Perdón, caballero -volvió a la carga el aficionado de los crucigramas- sé que está usted muy ocupado pero... ¿podría decirme alguna palabra que esté relacionada con el tema de la cinematografía?.
- ¿Cómo cuál? -contestó ya molesto Charlie.
- Algo que tenga que ver con los "castings".
Charlie comenzó a pensar que aquello no podía ser una coincidencia; mientras el de los crucigramas volvía a insistir.
- Podría ser, por ejemplo, "tomas"... pero debe ser algo más profundo.
- ¡Piernas! -se despistó el pelirrojo Charlie.
- No me distraigas, Charlie. Esa palabra no está aquí -contestó el español Juan.
- Si quiere usted ayudarme -continuó el fanático de los crucigramas- concéntrese en lo que le pido, por favor.
Juan volvió a concentrarse en sus pesquisas mentales.
- Infelicidad. Parece un poco contradictorio que infelicidad esté relacionado con el dinero pero algo me dice que debo apuntarlo.
- Ya lo tengo -se dirigió el norteamericano al informal que estaba intentando resolver aquel embrollo de palabras cruzadas -creo que es "pasarela".
El otro le dio secamente las gracias y ya no volvió a hablar mientras Charlie ponía suma atención en la película que se trataba, efectivamente, del sórdido mundo de las modelos y que comenzaba, precisamente, con un crimen astutamente organizado.
Juan carraspeó ligeramente. Había encontrado una palabra que le estaba complicando la existencia. Dudaba entre anotarla o no. Por un lado parecía muy importante, pero enfocada desde otro punto de vista parecía no decirle nada. Se decidió por anotarla después de tremendas dudas. Pensó para sí mismo.
- "Zapatero". ¿Qué tiene que ver un zapatero con el mundo de las estrellas cinematográficas?. Por otro lado, Alfred Overbeck escribe demasiado bien para introducir aquí esta incongruencia. Podría ser que signifique algo realmente interesante. De todas formas luego lo consultaré con Charlie.
El pelirrojo se concentró en un diálogo de la película que le llamaba la atención.
- ¿Qué lindos zapatos tiene usted? -preguntaba el comisario al grueso caballero que le había recibido en su elegante despacho- ¿Son acaso italianos?.
- Me los traen expresamente de Sicilia.
Juan levantó la cabeza.
- Oye, Charlie. ¿Qué ha dicho sobre los zapatos?.
El aficionado de los crucigramas comenzó ligeramente a sonreír.
- Me parece que tiene alguna relación con Italia -intervino para ayudar a los dos periodistas.
El diálogo de la película seguía subiendo de interés.
- Yo tengo una prima allí -continuaba el comisario- Trabaja como diseñadora de ropa y artículos complementarios. Es por eso por lo que sé distinguir un buen par de zapatos de otros que no lo son. Los zapatos con como las personas. O tienen calidad de profesionalidad o son simples vulgaridades.
- ¿Y qué opina usted de mí? -contestaba el elegante y grueso caballero.
- Debe usted darme un tiempo más para poderle clasificar.
Charlie recordó al lector de periódicos que se hallaba en la Sala de Espera del vuelo S-624 con destino a Los Ángeles. Movió ligeramente la cabeza hacia atrás y el aficionado de los crucigramas le hizo una leve señal afirmativa con la suya. Charlie también observó que la morena parecía descontenta.
- ¡Aquí hay demasiado tomate, Juan! -se dirigió al somnoliento español que se afanaba terriblemente por anotar nuevas palabras.
- Oye, Charlie... ¿tú crees que "pedestales" es algo importante?.
- Lo dudo, Juan. Al fin y al cabo no es una palabra que signifique demasiado para nosotros dos.
- Tienes razón, Charlie. Los pedestales no están hechos para los periodistas.
Juan no la anotó y, repentinamente, le vino a la memoria que en el bolsillo derecho de su pantalón llevaba el papel doblado que le había entregado, disimuladamente, el ciego del aeropuerto de Caracas. Miró a su compañero y le dio la impresión de que no sabía nada sobre aquel asunto.
- Perdona, Charlie...¡tengo que ir al baño!.
Tranquilamente se levantó para encaminarse hacia la parte trasera del avión. La airada morena levantó la vista momentáneamente pero el siempre somnoliento periodista español introdujo sus manos en los bolsillos de su pantalón vaquero y siguió indolentemente su camino. Comprobó, con el tacto de sus dedos, que continuaba el papelito en su lugar. Por un momento los nervios comenzaron a hacer mella en él pero debía mantener la calma. En cualquier lugar de aquel avión alguien le podía estar observando. Junto al baño, situada en la última fila de viajeros, una anciana cubrió su rostro con la revista publicitaria de la compañía aérea Avianca. Por un instante Juan notó algo intempestiva aquella acción y decidió esperar antes de entrar al baño. Disimuladamente se situó tras la anciana e hizo como que ponía atención a la película. Como en realidad no tenía urgencia alguna para usar el baño podía estar todo el tiempo que fuese necesario manteniendo aquella postura. La anciana no se encontraba a gusto ante su presencia. Aquello seguía siendo bastante significativo.
- Perdón, señora... ¿no es eso un reportaje sobre las Islas Caimán?.
- Jovencito... ¡que susto me ha dado usted!. ¡No me había dado cuenta de su presencia!. ¿Qué me decía usted?.
- Nada importante. Sólo le preguntaba sobre el reportaje que está usted tan interesantemente leyendo. Es verdad que cuando nos concentramos en algo olvidamos a quienes están a nuestro lado.
La ancianita, que al parecer debìa ser muy experta de la vida, se dio cuenta de que el joven somnoliento decía mucho más de lo que daba a entender.
- Perdone... voy a preguntarle al contracargo algo que necesito urgentemente saber.
- Pues el contracargo se encuentra ahora en la Sala de los de la Primera Clase.
- Gracias por su amable información, jovencito.
Y la anciana, ya demasiado nerviosa, se levantó y se perdió al fondo del pasillo. Cuando hubo desaparecido de su vista, Juan entró en el baño.
La película seguía su trepidante desarrollo.
- ¡Usted me ofende, señor comisario!.
Charlie miró disimuladamente a la morena que ya no sabía que postura adoptar.
- Perdón, caballero -volvió a intervenir el pesado de los crucigramas- quizás sea molestoso para usted pero... ¿podría volver a ayudarme?.
- Si no hay mas remedio... -contestó apesadumbrado el pelirrojo.
- A veces las ofensas son necesarias para hacernos entrar en razón -continuaba la película.
- ¡Caramba! -respingo el periodista norteamericano.
- Necesito una palabra que empiece por L y se relacione con los cocodrilos pero en género femenino.
- ¡Lagarta! -respondió Charlie.
El crucigramista soltó una espontánea y rotunda carcajada mientras la morena se volvió a mirarle toda iracunda.
- Los iracundos -continuaba el comisario de la película- terminan siempre por derrumbarse.
Mientras tanto, Juan se esforzaba en desdoblar aquel complicado papelito. En uno de sus nerviosos movimientos, éste cayó dentro de la taza del baño.
- Debo recuperarlo antes de que sea demasiado tarde -pensó el joven periodista somnoliento.
Y con una accción tajante y determinativa recuperó el papel que ya estaba algo mojado. Prendió el conmutador y comenzó a mirar a la luz del pequeño foco.
- Parece que todavía se puede leer.
Charlie comenzaba a echar en falta a su compañero. Aturdido por todas aquellas misteriosas frases que, según  él había interpretado, pensó que no eran producto de la casualidad y necesitaba al español Juan para poder compartir con alguien de confianza tales misterios.
- Misterios por resolver -interiorizó en su cerebro- de verdad que me está asustando ya este asunto. ¿Dónde se habrá metido este caradura?.
Juan leía despacio.
- Si por alguna causa imprevista no podemos entrevistarnos en el aeropuerto de Caracas, te ruego que memorices la siguiente dirección. ¡Pon suma atención y luego destruye totalmente este mensaje!. ¡Es de enorme importancia que nadie más que tú lo sepa!.
- ¡Cáspita!. ¡Tatiana debe estar envuelta en algún tremendo lío!.
Leyó varias veces la dirección para memorizarla sin fallo alguno.
- Barrio La Victoria. Calle de la Ilusión. Motel La Gloria. Apartamento 222. Piso número 2. Miami.
Una vez lo suficientemente memorizada la dirección destruyó el papelito haciéndolo mil pedazos y, arrojándolo a la taza del baño, tiró de la cadena. Compuso su vestimenta antes de salir de nuevo al pasillo de la Sala de la Clase Turista. Desde el fondo regresaba ya la ancianita con la revista publicitaria de la compañía aérea Avianca en sus manos.
- ¿Encontró usted lo que buscaba, señora? -le preguntó haciéndose el amable, pero irónicamente, cuando estuvo a su altura.
- Muchas gracias, joven. Si no es por usted me hubiese equivocado.
- Para eso estamos los unos para los otros, señora.
Juan apretó el paso y regresó a su asiento.
- ¿Por qué has tardado tanto tiempo? -le interrogó el norteamericano.
- Aquí hay más tomate de lo que piensas, Charlie -dijo en voz muy baja Juan mientras se sentaba al lado de su compañero y junto a la ventanilla.
- Yo también me he dado cuenta.
- ¿Sabes algo sobre las Islas Caimán?.
- Consultemos nuestros informes.
- No, Charlie. Esa no es mi labor si no la tuya. Ya sabes eso de "donde las dan las toman". Yo debo concentrarme en asuntos más importantes.
El norteamericano encajó deportivamente el golpe y sólo sonrió mientras la morena le observaba muy detenidamente. El contracargo se acercaba lentamente hacia ellos.
- Caballeros... ¿se encuentran ustedes cómodos?
- Yo bastante -respondió Juan.
- Estamos acostumbrados a los viajes -añadió Charlie.
- Lo decía porque si necesitan ustedes saber algo para eso estoy a su entera disposición. Por ejemplo, estamos entregando este catálogo de artículos de regalo que ustedes pueden obtener a precios mucho más interesantes que en cualquier tienda comercial.
Y les entregó un ejemplar.
- ¡Déjame ver, Charlie!. Ahora recuerdo que hay alguien a quien le debo un obsequio.
- Seguro que será alguna de tus famosas conquistas.
- En boca cerrada no entran moscas. Si tú quieres... a tu lado viaja una preciosidad que no hace más que observarte con suma atención.
El pelirrojo norteamericano no respondió y comenzó a buscar en su equipaje de mano un grueso paquete de hojas que, al parecer, contenían exahusta información de interés general. Las sacó y comenzó a consultarlas mentalmente mientras Juan se concentraba en el catálogo de regalos, interiorizando de nuevo sus pensamientos.
- Vamos a ver, vamos a ver. ¿Cuáles son los gustos de esta chiquilla?. Un día me dijo que los pañuelos no eran de su agrado. Descartado. Tampoco parece interesarle demasiado la cerámica. ¡Ya está!. ¡Le encantan las joyas!. Veremos que encontramos por aquí...
- ¡Lo tengo! -exclamó jubiloso Charlie.
- Por favor, compañero... no me distraigas ahora que estoy intentando descubrir algo mucho más importante que saber dónde están esas dichosas islas.
- ¿Pero no dijiste que esto era de suma importancia?.
- Limítate a apuntar todo lo que creas interesante y luego cotejamos datos.
- Pues tú no has terminado todavía con el trabajo de localizar todas las palabras claves del artículo cinematográfico.
- Ya sabes cómo soy. Siempre hay que dar prioridades. Lo secundario va detrás de lo primario.
- ¡Que te compre quien te entienda!.
- ¿Te parecen poco cien mil dólares?.
Charlie comenzó inmediatamente a pensar de nuevo toda la información concerniente a las Islas Caimán.
- ¿Puedo echarle una mano? -volvió a atacarle la morena que iba sentada cerca de él mientras repetía el ejercicio, astutamente premeditado, de cruzar sus piernas.
- Perdón, señorita; pero lo que ahora necesito no son manos sino inteligencia.
- Me está pareciendo usted un poco grosero.
- ¡Procuren ustedes  no hablar tan alto! -intervino el crucigramista- ¡No puedo escuchar con claridad lo que hablan los protagonistas de la película!.
La morena perdió el control de sus nervios.
- ¡Y usted más grosero todavía que éste!.
Ante el pequeño escándalo que comenzaba a subir de tono apareció de nuevo el contracargo.
- ¿Qué sucede aquí?. Si hay algún contratiempo yo puedo solucionarlo.
- ¡Este caballero no hace más que molestarme!.
- ¿Qué dice usted, señorita?. ¡Que yo sepa quien me está molestando es usted a mí!.
- Le ruego que sea usted más delicado con esta dama o no tendré más remedio que cambiarle de asiento.
Charlie comprendió que alguien estaba muy empeñado en separarle de Juan. Por eso pudo rápidamente evitarlo.
-Disculpe usted, linda dama. Realmente he perdido un poco los nervios. No era mi intención lastimarla. Le presento mi más sentidas disculpas.
La morena sacó una tarjeta de su bolso y se la entregó al norteamericano.
- De acuerdo. Las acepto amablemente. Si desea podemos comenzar a ser amigos. Aquí tiene usted mi dirección particular. Puede usted llamarme cuando quiera y verá qué excitante puede ser una verdadera amistad.
A Charlie se le nubló el pensamiento y guardó inmediatamente la tarjeta en el bolsillo superior de su americana.
- Lo tendré muy en cuenta, señorita. Prometo que en cuanto pueda le haré una visita de cortesía.
Juan, totalmente entregado a su meditación, estaba ajeno por completo a este diálogo entre su compañero Charlie y la morena.
- Un collar de perlas... una sortija... unos aretes... ¿qué puede ser lo mejor para ella?.
De pronto se acordó de que su amigo estaba a su lado y le codeó.
- ¡Oye, Charlie!. Si tú estuvieses muy interesado en regalarle una joya a la persona que más te interesa en este mundo, ¿qué le ofrecerías?.
- ¿Qué dices, Juan?.
Rápidamente la morena tomó mentalmente el nombre del joven somnoliento y cruzó una enigmática mirada con el contracargo. El crucigramista estaba realmente preocupado y lo peor es que no se le ocurría nada para intervenir.
- Un collar de perlas.
- Gracias, colega. ¡Ya puedo volver a lo secundario!.
El contracargo desapareció de la escena y todo volvió a la normalidad. Juan retornaba a su labor de encontrar palabras claves minetras Charlie se colocaba, ya harto de escuchar los diálogos de la película, los auriculares musicales mientras anotaba datos relacionados con las Islas Caimán. La morena sacó un espejo de su bolso y comenzó a pintarse los sensuales labios. El crucigramista se levantó y se dirigió hacia la Sala de la Primera Clase. Juan meditaba.
- "Lágrimas de dolor". Esto cuadra perfectamente. Sigamos. "¿Fingimiento?". Podría ser. Vamos a anotarla. "¿La Luna?". Luna significa noche. ¿No será algún club nocturno?. Es necesario anotarla. "¡Mortal!". Puede ser.
- ¿Cómo va eso, Juan?.
- Preocúpate de lo tuyo que yo ahora parece que estoy en vena de aciertos. Después hablamos, amigo.
Y siguió pensando para sí mismo y anotando.
- "¿Oscar?". Sí. Lo anoto. "¿Cámaras"?. No. No es más que una palabra de relleno. En realidad no significa nada trascendente. "¿Ocultas?". Esta sí me parece clave. Y "Entretelones" va directamente relacionado con ellas. "¿Ficción?". Sé que alguien está fingiendo pero ¿quién es?. Me da la impresión de que alguien que nos está ayudando no nos está ayudando en realidad. Mejor no lo anoto pero lo tendré muy en cuenta.
- Ya he terminado, Juan.
- Escucha, Charlie, estás cometiendo algún error -le dijo en voz baja el joven somnoliento.
Charlie se dio cuenta de que había descubierto parte de la personalidad de su compañero y llamó a la rubia despampanante que se acercó muy comedidamente.
- Por favor, señorita... ¿podría servirme un vaso de whisky?.
- Con sumo agrado, caballero. ¿Usted también desea otro whisky?.
Juan despertó de su ensimismamiento. Su mente había estado muy lejos; en un apartamento de un motel de Miami con nombre realmente excitante.
- ¿Cómo dijo, señorita?.
- ¿Desea usted un whisky?.
- Nada más lejos de mis deseos.
La rubia despampanante pensó que era un ser muy extraño aquel joven somnoliento que al parecer debía estar en otro mundo. Y, efectivamente, era así.
En aquellos momentos, en la Sala relativa a la Primera Clase, se desarrollaba otra escena muy diferente a la que Juan estaba soñando. El crucigramista atajó directamente al contracargo que se ocupaba de colocar el maletero abierto de un pasajero.
- Por favor, caballero, necesito urgentemente hablar con usted -y disimuladamente le enseñó la placa.
- ¿Ocurre algo anormal?.
- Desde luego que sí. Y usted me lo va a explicar inmediatamente.
- Yo no tengo nada que explicar salvo cualquier cosa relacionada con este viaje.
- Si no desea hacerlo aquí lo hará usted directamente en la comisaría.
- ¿Qué es lo que desea saber con tanto interés?.
- Ahora mismo va usted a soltar el pico. ¡Dígame cual es la dirección de esa dama que va sentada junto al pelirrojo norteamericano!.
- No sé de lo que me está usted hablando.
- ¿Quiere usted que se lo haga saber de manera más explícita?.
El contracargo se asustó. El crucigramista estaba dispuesto a emplear la fuerza física y su musculatura era más bien preocupante para su vida.
- De acuerdo.
- Será mejor que nos acomodemos en aquellos asientos que están libres porque usted y yo tenemos mucho de qué hablar durante el resto del vuelo. Y le advierto que hasta que no lleguemos a Miami ni usted ni yo vamos a levantarnos, para nada, de aquí.
- Amigo... ¿terminaste ya con tu labor?.
- ¡Ah, sí, Charlie!. Me parece que me falta sólo una palabra.
Y Juan comenzó a leer para sí mismo la última frase del texto.
- "De otra manera". No puedo entenderlo. Me da en la nariz que aquí hay gato encerrado. Si todo esto sale mal me parece que para Charlie y yo se ha acabado la Historia. ¿Qué significará "de otra manera"?. Supongo que es lo que ella quiere darme a entender. Haré caso, una vez más, a mis corazonadas. Lo apunto. Y acabo de descubrir que Alfred Overbeck es, en realidad, Tatiana. Por supuesto que no debo decírselo absolutamente a nadie. Lo siento por Charlie. Sé que es de entera confianza. Pero si Tatiana escribe esto es por algo. Si alguien me puede ayudar a salir de este embrollo es esta chiquilla. No comprendo cómo pude comprometerme en algo tan complicado pero, en fin, tampoco yo soy nada fácil de entender. Vamos a memorizar, una vez más, pero con sumo cuidado, porque no quisiera perderla por cualquier tontería. Barrio La Victoria. Calle de la Ilusión. Motel La Gloria. Apartamento 222. Piso número 2. ¡Ajá!. ¡Empiezo a comprender con más claridad!.
- ¿Qué es lo que tanto piensas, colega?.
- Nada importante, Charlie. ¡Vamos a compartir nuestras investigaciones!.
- Será mejor que lo hagamos en el hotel, ¿no te parece?.
- Perfecto. Ya hay demasiado tomate en este avión que más bien parece la calle principal de un pueblo de tercera categoría.
- ¿Qué ha pasado con el fanático de las palabras cruzadas?.
- No sé. De repente ha desaparecido.
- Luego estamos completamente solos, Juan -le dijo con deje de preocupación  el norteamericano.
- En estos casos es mejor mantener la calma, Charlie. Podría ser que no estuviéramos tan solos.
En la Sala de la Primera Clase la conversación entre el crucigramista y el contracargo llegaba a sus últimas consecuencias.
- Reside en la calle Abdalah.
- ¿En el barrio de los árabes?.
- Efectivamente.
- ¿Qué número?.
- 333. Es un chalet de color rosado. Una falsa sala bahai.
- Le advierto que si miente usted se va a pasar el resto de su putrefacta vida entre rejas y sólo tendrá la compañía de los viejos ratones. ¿Entiende lo que le digo?.
- Perfectamente.
- No olvide que los viejos ratones tienen los dientes demasidado duros. ¿Comprendido?.
Doce minutos después el avión X-716 con destino a Miami tomaba tierra en el aeropuerto de la capital de Florida y alguien observaba, con unos gemelos, desde un ventanal de las instalaciones, la llegada de la aeronave.
- ¡Ya están aquí los conejitos de indias, Míster Robertson!.
- ¡Gran labor, Tatiana!. ¡Recuérdame que aumente considerablemente la suma que te prometí por este trabajito!.
Tatiana se limitó a sonreír.
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Foto del autor José Orero De Julián
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Descripción

Novela de misterio y "suspense".

Palabras Clave: Literatura Novela Misterio "Suspense" Pasíón Amor.

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Relatos



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Shona Lee

Entrecruzas muy bien a todos los personjes y tu narrar es ágil. ¿No te caen bien los españoles eh? Lo digo por el "somnoliento" Juan.
Mañana me leo tu tercer capítulo. Un beso José.
Responder
December 24, 2010
 

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busy