Berchieston : La Ciudad Criminal III
Publicado en Dec 24, 2010
"El terror y el miedo que deja en uno el mero hecho de ver como una persona, sobretodo un paciente, lo intenta asesinar, es indescriptible y se manifiesta con un gran insomnio por las noches posteriores al acto" Reflexionaba, razonaba, y volvía a repasar mis hipótesis pobres¿Qué hace de una persona que estaba tan tranquila en mi consultorio, me quisiera asesinar, si después de todo este tiempo nunca tuvimos una discusión, sin embargo no era en lo que me focalizaba en ese momento, sino que recordaba aquella afirmación de parte de Leonard que me llego hasta lo mas profundo de mi conciencia:-Doctor, le digo que en mi nunca paso algo similar en la psicología de mi mente, nunca hubiera matado, pero en aquel momento, siego de razón, y por algún motivo sentí un inmenso placer, que aun recuerdo y me espanta-. Aquello establecía una estrecha relación con aquel acto de asesinato ,del cual fui parte ya hace un tiempo, pero ese era el problema, yo fui parte, pero no del todo, como se puede explicar que un psicólogo como yo que había estudiado los peores traumas de la mente, se pusiera paranoico y se dejara llevar por ideas volátiles creadas por su imaginación, bueno ahí estaba la parte restante, aquella parte por la cual mi interés se había inclinado en descubrir. La aparicion de Leonard en mi casa como un agresor , explicaba , tal vez, el asesinato de hace dos semanas aproximadamente en el manicomio de Berchieston y obviamente aquel agujero que comunicaba el exterior con su celda, que habría cavado con quien sabe que utensilio que se guardaba en secreto, a la sombra de la noción de los guardias.Pero por otro lado quedaba en claro un enigma, existe algo o alguien que esta influyendo seguramente en la mente de los demás que hace que la gente asesine a sus seres mas cercanos, puesto que yo lo hice con aquel paciente que le guardaba un gran cariño ,y de repente comencé a sentir un odio inexplicable con él, y por otro Leonard, quien había asesinado primero a su novia ,luego a su mejor compañero de celda, y luego intentado matarme a mi, sin contar el acto de querer escaparse, siendo él tan estructurado, su conciencia no se lo hubiera permitido. En un día en el cual la inspiración decoraba mi razonamiento, recordé aquella vieja historia de la ciudad local, Berchieston, que hablaba sobre una extraña humedad que se depositaba en la madera, tenia una tez oscura, derivándose a un marrón rojizo, que al ser ingerido por los insectos los tornaba agresivos.No recuerdo el titulo ni la historia, pero aquel fragmente había quedado impregnado en mi mente. Al otro día, como había resuelto a última hora, fui a visitar al viejo castillo de Berchieston.Como describir aquella obra de arte siniestra, sus paredes, que en algún momento fueron una obra de arte a la iluminación, hoy, casi dos siglos después se encontraban oscuras y sombrías, sus ventanas y decoraciones demostraban su carga gótica, y su jardín añejo y descuidado complementaba con aquella atmósfera terrorífica, producto de la mente quizás.Pero lo que mas llamaba mi atención era esa torre que sobresalía en altura del castillo, con forma puntiaguda y sobre la cual varias aves se posaban en sus oscuras paredes, y tejas, algunas ya desechas por obra del mayor destructor, el tiempo. De todas formas aquella obra arquitectónica, perteneciente al pasado, no era la causa esencial de mi visita, ésta era la de la persona que vivía en él, el descendiente del fundador de la ciudad y escritor de aquel relato que ayer me había desvelado la mente. Sir Francis Berchieston, me atendió, ya no tenía mayordomos que le atendieran la visita, no luego de su bancarrota, solo el castillo y las tierras lúgubres que le rodeaban poseía por ser su último bien inmueble no podía quedar hipotecado, sin embargo su economía mejoraba de a poco , o por lo menos eso era lo que corría en las voces de la gente de la ciudad. Como describir a una persona que, pese a tener casi ocho décadas de edad y costumbres acordes a esta, se mantenía atento y lucido, y que con gusto me llevo a una especie de despacho donde el techo visto por ojos de una persona, parecía llegar hasta el cielo, en su máxima altura perdía nitidez por su oscuridad, y fue, recuerdo, una de las pocas veces en las cuales sentí vértigo al mirar hacia arriba.Por otra parte las paredes estaban libres de pinturas, desnudas, mostraban la infraestructura que mantenía la castillo en pie, y la causa de que en todo este tiempo no se halla desplomado. Sin perder tiempo anuncie mis preocupaciones al anciano, le justifique la causa de mi visita como un simple turista, puesto que si le hablaba de la hipótesis formulada por mi ,un día anterior ,me tomaría como un loco. Francis accedió a otorgarme tiempo en su vieja biblioteca, donde almacenaba aquellas historias, razón de mi visita, y me ofreció pasar la noche, a lo cual accedí, puesto que ya estaba oscureciendo y la iluminación del camino no era la mejor, esto sin agregar la gran posibilidad que tendría de deleitarme con las historias en su biblioteca. Ya eran las doce de la noche y seguía leyendo, con una vela, parecía que había viajado un siglo en el tiempo, y por fin pude leer y releer la historia, coincidió con varios campos en los cuales las coincidencias que antes creía imposibles fueron posibles, pero sin embargo quedaba el problema más grande: "aquello que hace que un cuento sea un cuento y se mantenga al margen de la realidad, no que sea posible o no, sino que no halla sucedido" Y fue al poco tiempo en que este dilema cayo como suelen caer aquellos problemas de los cuales a veces preferimos que sean inconvenientes, puesto que presentan soluciones espeluznantes; Mientras me deleitaba observando los garabatos en la tapa de un antiguo libro lleno de tierra, sufría ya la quinta picadura de un mosquito, por lo cual mi enojo se desato, como aquella vez en que asesine a mi paciente, corrí al mosquito con el libro y lo alcance a matar, y al alzar la vista hacia la pared que se anteponía a mi a menos de tres metros, observe una extraña humedad , que hacia ver mas oscura y rojiza al mismo tiempo a la madera que cubría la columna, y al darme vuelta inesperadamente tas un ruido y ver a Francis rejuvenecido, bebiendo de aquella extraña humedad en una copa y con los ojos un poco brillantes, clavados en los míos, me di cuenta que ya no era un desconocido en aquel viejo castillo , era un intruso. Encontraran la cuarta parte en mi blog: http://art-of-terror.blogspot.com/
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|