La historia de una ida y el largo camino de regreso
Publicado en Dec 29, 2010
La historia de una ida y el largo camino de regreso
Todo empezó como un sueño, sin embargo al despertar había cosas que yo creía olvidadas, pero estaban ahí guardadas en lo mas profundo de mi memoria, esta es parte de la vida de mi abuela materna la cual ya no existe hace algunos años. Según me contaron, mi abuela partió de nuestra casa poco después que yo naciera, se fue con su hija mayor y toda su familia, no sin que antes la convenciera de hacer un contrato de venta por el terreno que le debía heredar a sus cuatro hijas, bueno después de todo lo material y sobre todo lo que ha sido heredado no me produce mucho por no decir ningún interés. El tiempo pasó, yo tenía un poco mas de cuatro años, cuando un cercano a la familia llego trayendo noticias de nuestra abuela, si bien no estaba muy lejana a nuestra casa no se podía visitar porque mi madre no era bienvenida allá… Bueno ahora les cuento el largo camino de regreso de mi abuela… mi madre quien tiene una displacía de cadera se embarcó a buscar a su mamá, nosotros la esperábamos en casa. Hija mía gracias por rescatarme-era lo que mi abuela decía y luego de llegar a la casa le empezó a contar sus vivencias junto a su adorada hija mayor… Mi abuela regresó trayendo consigo una vieja maleta, sus otras pertenencias las fue a buscar luego mi padre, cosas de casa que no vale la pena nombrar. El afecto para con ella fue mutuo, me pasaba días enteros en su compañía, escuchando sus historias, siendo el oído para sus penas y el pañuelo que secaba las lágrimas. Al cumplir cinco años, recuerdo la ví llorar, ¿que le pasa?-le pregunté. Con los ojos enrojecidos me dijo:-si pudiera regresar el tiempo y remediar mis errores seria algo que me daría un gran consuelo. Yo me fui de esta mi casa en el año mil novecientos setenta y nueve, dejando mis raíces y mi tierra para vivir con Irma, luego que ella me convenciera de hacerle un contrato de venta de éste el terreno que debía ser para todas mis hijas. Yo sin darme cuenta me dejé llevar por la cizaña de sus palabras, y cuando me di cuenta era demasiado tarde, había vendido esta casa, la tierra y todo lo que había sobre ella, sin siquiera recibir un centavo. Al principio las palabras de Irma eran dulces, algunas tales como nadie la va a querer tanto como la quiero ya mamita, le voy a preparar todos los días lo mas rico que se imagine, pero luego de firmar sobre el papel, sus palabras se volvieron muy distintas, sólo me atendió un par de meses para luego empezar a tratarme como una verdadera basura, inclusive me encerraba bajo llave cuando llegaban visitas. Mi yerno, el maldito de mi yerno me golpeaba, inclusive con los puños. Mi vida junto a ella, fueron años de sufrimiento, hasta que dios se compadeció o perdonó mi error. Una tarde, llegó Manuel Domínguez, un sobrino de Ramón, fue a través de él que pude mandar un mensaje a Marta, para que por favor me perdonara, y que me llevara a la que un día fue mi casa, cada noche pedía a dios que aun una de mis hijas se acordara que la parí, no podía pedirle cariño, sólo le pedía cobijo. En un trozo de genero hacia una nudo por cada día que había pasado desde que había enviado mi mensaje, tantos nudos como había sobre la tela era las veces que había pedido a Dios para que Marta me perdonara y fuera a buscarme. Gracias a Dios Marta llegó un día viernes, luego de bajarse de la micro debió caminar más de cuatro kilómetros para llegar a la casa donde me tenían prisionera, yo escondía mi temor y vergüenza al no mirarla a la cara, sólo tuve el valor para abrazarla y llorar junto a ella, con mi cara apoyada en su hombro, y mi cuerpo entre sus brazos, daba gracias a Dios por haberme dado una hija que aun recordaba lo que era el amor. Gracias hija-le dije-no creo que me quede la suficiente vida para agradecerte que hayas venido a buscarme. Aquella mañana me trataron como una verdadera reina, incluso le decían a Marta que yo estaba loca. A la hora de partir a tomar la micro, debí caminar junto Marta toda la distancia que nos separaba del camino, para ese entonces yo tenia setenta y seis años-me dijo, y luego de secar sus lagrimas continuó.-No habíamos caminado un kilómetro cuando salio Ramón a nuestro encuentro, con el ramal en la mano, puso su caballo por delante de nosotras, Marta se puso delante de mí y le dijo que se atreviera a tocarme o tocarle un pelo porque se las tendría que ver con Alejo. Vieja loca-me gritó el cobarde-eres una vieja mal agradecida, ¿cuanto tiempo te dimos comida?, ¿cuanto tiempo te tuvimos en nuestra casa?, cuanto… “cuantas veces me pegaste maldito”-le replique enseguida-cuantas veces me amenazaste que me ibas a botar al campo, si le contaba a alguien como me trataban. Son puras mentiras Marta-dijo el cobarde y luego dio media vuelta y regreso a la casa, Marta me abrazo y luego de llorar un rato seguimos caminando, mis piernas, aquella tarde sacaron fuerzas de flaqueza, hasta que llegamos al camino para esperar allí la micro, nos sentamos bajo la sombra de un membrillo por casi dos horas a la orilla del camino, hora en que pasó la micro, aún recuerdo la hora en que llegué aquí, a la casa, eran las seis y media de la tarde y desde entonces es que me siento nuevamente viva.
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Enrique Dintrans Alarcn
El relato es lamentablemente común. Logra transmitir con transparencia una amarga realidad en un contrapunto luminoso desde el que se afirma el sentido de humanidad en un niño testigo.
Contiene todos los elementos de un relato de esos que llegan e impactan profundamente.
Saludos
Caranndor
un cordial saludo. caranndor y que la pases muy bien en tu cumpleaños.
JUAN CARLOS
Un gran abrazo...Juan Carlos..