Trae diario Daniel – hay que preparar el fuego, para el asado.
El hijo llegó con el diario de dos días atrás. El padre tomó la primera hoja, la arrancó, la arrugó y la puso en la parrilla; luego otra y otra corrieron la misma suerte. Un suplemento que venía junto a él, fue observando como aquél periódico fue lentamente deshojado, arrugado y lanzado al fuego. Tenía claro como él, que ni siquiera lo habían leído. Se comparó y pensó en las cosas injustas de la vida; él un simple suplemento, seguía ahí; en tanto aquél que tanto trabajo costó, que traía noticias, reportajes, historia, opiniones y otros, era vilmente desgarrado y lanzado al fuego, sin siquiera cumplir su objetivo. Su destructor era el mismo que lo había comprado. Vino a su memoria el recuerdo del periodista que llegó en la madrugada a cumplir con su columna; había elegido un tema contingente; quiso ser lo bastante objetivo a pesar que tenía su inclinación al respecto. Incluso debió soportar que su tema fuese largamente cuestionado antes de su impresión. El fuego no sólo se tragaba sin importar nada las hojas del periódico aquél, sino también el trabajo del periodista y de tantos otros. Seguía pensando en lo injusto de las cosas, cuando era lanzado también a las brasas.