LTIMA CARTA DE AMOR.
Publicado en Jan 28, 2011
ÚLTIMA CARTA DE AMOR. Corría el mes de Diciembre de 1830. Los fulgurantes rayos del sol que como un pincel dibujaban el lienzo de la tarde, con su atrayente matiz de suave rosa y violeta, inspiraron el alma y corazón del General Simón Bolívar, mientras permanecía sentado en el patio bajo la sombra de un tamarindo, en la hacienda San Pedro Alejandrino. Llamó a su mayordomo José Palacios para que le trajera pluma, tintero y papel, y totalmente emocionado escribió: “Querida prima: ¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro? Ha llegado la última hora; tengo al frente el mar Caribe, azul y plata, agitado como mi alma por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo gigantesco de la sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta como nuestros ensueños de 1805. Por sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de colores, el más grandioso derroche de luz. Y tú estás conmigo, porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los postreros latidos de la vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia. ¡Adiós Fanny! Esta carta, llena de signos vacilantes, la escribe la mano que estrechó las tuyas en las horas del amor, de la esperanza, de la fe. Esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y Carabobo; esta es la letra escrita del decreto de Trujillo y del mensaje del Congreso de Angostura. ¿No la reconoces verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me señalara con su dedo despiadado la realidad de este supremo instante. Si yo hubiera muerto en un campo de batalla frente al enemigo, te dejaría mí gloria, la gloria que entreví a tu lado en los campos de un sol de primavera. Muero miserable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron de mis favores, víctima de un inmenso dolor; preso de infinitas amarguras. Te dejó el recuerdo de mis tristezas y lágrimas que no llegarán a verter mis ojos. ¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda? Estuviste en mi alma en el peligro, conmigo presidiste los consejos del gobierno, tuyos son mis triunfos y tuyos tus reveses, tuyos son también mi último pensamiento y mi pena final. En las noches galantes del Magdalena vi desfilar mil veces la góndola de Byron por las calles de Venecia, en ellas iban grandes bellezas y grandes hermosuras, pero no ibas tú; porque tú flotabas en mi alma mostrada por las níveas castidades. A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las últimas congojas apareces ante mis ojos de moribundo con los hechizos de la juventud y de la fortuna; me miras y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes; me hablas y en tu voz escuchó las dianas de Junín. Adiós Fanny, todo ha terminado. Juventud, ilusiones, risas y alegrías se hunden en la nada, sólo quedas tú como ilusión serafina señoreando el infinito, dominando la eternidad. Me tocó la misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar apenas sobre el abismo y tornar a perderse en el vacío. Santa Marta, 6 de Diciembre de 1830”. El General Simón Bolívar leyó de nuevo la carta, y le vinieron como bandadas de gaviotas a su mente, aquellos gratos recuerdos sobre las cálidas caricias y besos furtivos que le regalaba Fanny Du Villars en París, cuando caía la tarde entre los hermosos y pletóricos rosales del jardín de su casa. Llamó a José Palacios y le entregó la carta para que la enviara a su adorada Fanny. El 17 de Diciembre de ese mismo año, once días después que escribió su Excelencia esta última carta de amor, la muerte apareciendo intempestivamente cerca de la primera hora de la tarde, se llevó al Libertador en su carro fúnebre lejos de Santa Marta y de su añorada Colombia. Escritor: Luis Enrique Izaguirre Ramírez. aguilaluis_7@hotmail.com
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|