Gallo de riña
Publicado en Jan 30, 2011
Gallo de riña
Como bizarra herencia, recibe un moribundo gallo de riña. El tío, un empedernido “gallero” y apostador, falleció de un ataque cardiaco, cuando su plumífero pupilo perdió su primera pelea en un año. En una de las provincias del noroeste argentino, el pacífico Pantaleón Benítez, siempre aborreció de la riñas de gallo; pero el destino lo había colocado en una incomoda situación. A pesar de la derrota, el animal había peleado tan valientemente, que uno de los parroquianos, se apiadó y se llevó lo que quedó de él, sangrando y aún respirando. Luego de unos días, el heredero recibe al convaleciente animal, por ser el único familiar del difunto. Transcurridas unas semanas de asistirlo, Pantaleón se encariña con el ave pugilista. En un hogar muy modesto, su esposa le recuerda, que el gallo fue campeón por un año: podrían sacar algún dinero si nuevamente lo hacían pelear. Pero el benefactor lo descarta de plano: “aquí por fin ha encontrado la paz, convive con los otros aves de granja sin problemas, ya peleó lo suficiente. Además los aficionados a ese tipo de eventos son los verdaderos animales.” Pasaron unos meses, y un día se presenta en su domicilio un señor, que dice ser acreedor de su tío, reclamando al gallo. El difunto le debía dinero de apuestas y le parecía que un animal de esos quilates era una buena paga. Pantaleón (previendo un futuro, nuevamente sangriento para su protegido) le responde, que el gallo era suyo y que no pensaba entregarlo. El acreedor le recrimina a viva voz. Los vecinos salen a la calle, atraídos por los gritos y asombrados de ver a su pacífico vecino, involucrado en una discusión. Lentamente forman una ronda alrededor de los rivales. En un momento el acreedor tira un golpe que impacta en el ojo derecho de Benítez. Este se enfurece y responde con otro golpe. Se arma un ida y vuelta de violentos minutos. Los vecinos, lejos de separarlos, comienzan a levantar apuestas. Finalmente un golpe seco, da en la mandíbula del acreedor, que se desploma, como si la energía lo hubiera abandonado imprevistamente. Un silencio se apoderó del improvisado reñidero, que luego estalló en gritos de alegría en algunos y decepción en otros. El inesperado héroe, fue levantado en andas, entre exclamaciones, que afirmaban que Pantaleón era un auténtico “gallo de riña”.
Página 1 / 1
|
Daniel Florentino Lpez
Así es, jamás digas jamás jajaj
Saludos, amigo
Daniel
JUAN CARLOS
Un gran abrazo...Juan Carlos.
Daniel Florentino Lpez
No es difícil tener principios,
lo importante es sostenerlos
aún en circunstancias que imponen
dilemas éticos.
Un abrazo
Daniel
Daniel Florentino Lpez
Tus comentarios siempre son bien recibidos y valorados.
Este es un relato de los denominados circulares,
en la que el encanto está en los intrincados caminos
que conducen a un final que el lector presiente.
Un abrazo
Daniel
haydee
De todos modos, es bueno enterarse.
Me gustó.
Un gran abrazo
Esteban Valenzuela Harrington
Aún cuando me gustó tu relato, debo ser franco en que el final era un poco predecible, no por ello le quito merito a tu cuento.
Un abrazo,
Esteban
Daniel Florentino Lpez
La vida a veces nos lleva por caminos impensados
Un gusto leer tus comentarios
Saludos, amiga
Daniel
María Ester Rinaldi
Muy bueno, para sacar aquello que no queremos ver... y está.
Un abrazo.
María Ester.