Sbito amor.
Publicado en Jan 31, 2011
Súbito amor.
El llanto del bebé hace que Cristina se sacuda la modorra y lleve su teta hasta los labios, las ansias y el hambre no tardan el satisfacerse y de pronto el sueño regresa, Cristina en cambio permanece quieta mirando como los ojos de su niño se sacuden bajo los parpados, y sus manitas parecen estremecerse y se aferran al dedo de Cristina para luego continuar con un sueño profundo. Los ocho meses de vida de vida sobre esta tierra han llenado de dicha a una madre y a un padre que talvez nunca sepa que tiene un hijo, el reloj parece avanzar demasiado despacio y el tic tac evita que Cristina cierre sus ojos y se vuelva a dormir, pues no son mas que cinco los minutos que la separan de las seis de la madrugada, la hora de levantarse, para tomar el bus que la deja en la puerta de la sala cuna para dejar a su bebé y luego caminar las seis cuadras que la separan de su trabajo. Cristina espera con ansias que el reloj marque las diez para salir rauda camino a la sala cuna, pues sus senos llenos de leche reclaman ser vaciados por unos labios hambrientos y unas manitas pequeñas que los acaricien mientras entregan su contenido. El tiempo pasaba, y la rutina parecía un ciclo eterno, a pesar que no hacia mas de una semana desde que empezara la historia, el camino desde el trabajo hasta la sala cuna se hacia interminable y los pezones erizados dejaban caer algunas gotas de leche las que mojaban y manchaban irremediablemente la blusa blanca de Cristina, a pesar del calor tendría que estar toda la tarde con la chaqueta del uniforme para disimular las manchas de leche, ya estaba a la vuelta de la esquina de la sala cuna cuando un escalofrío la recorrió de pies a cabeza, un hombre corriendo le arrebató la cartera a un anciana que circulaba por el lugar, Cristina al ver que se trataba de un hombre joven y por cierto muy delgado y de tamaño miserable, sacó todas sus fuerzas y se enfrentó a él pues corría en dirección a ella, no lo pensó dos veces y se cruzó delante del delincuente, este sin dudar soltó la cartera y prometió que se vengaría de ella por ser una “sapa”, pues ese lenguaje es muy utilizado en la jerga delictual, fue entonces cuando se le pasó por su cabeza mil imágenes de ella con su bebito, que haría si estaba sola y se encontraba con el delincuente y llevaba a su niño en brazos. Bueno todos los miedos desaparecieron cuando pudo ver la alegría de la anciana cuando le regreso la cartera, pues le confesó que llevaba su pensión del mes, la cual no superaba los cuarenta y cinco mil pesos. La sala cuna parecía ceñirse cada día mas hermosa, pues sabía que su bebé la esperaba al interior… Las piernas parecieron flaquearle y no tardó en caer junto a la cuna sobre la cual dormitaba si hijo, pues estaba junto a el la mujer que los cuidaba y con sus ojos enrojecidos intentaba despertarlo, sin embargo todo intento era en vano, los sueños de felicidad se habían roto tal como lo hace una imagen reflejada en un espejo cuando este se rompe, Cristina se negaba a mirar a au pequeño y permanecía acurrucada bajo la ventana de la habitación, las lagrimas inundaban su cara mientras que sus pezones indolentes no dejaban de derramar una leche que nunca podría ser bebida. Han pasado los años, han parecido eternos tal como la eternidad que se apoderó del rostro de Cristina.
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fairy
TE FELICITO........... MUY BUENO
Un gran abrazo............Sachy