Para avanzar. para dejar naciones rotas
como hojas desbaratadas por las patas del cuervo.
Para movernos a la luz de los buhos
donde nuestra silueta va por silvestre tierra.
Del todo arañado de amores genitales
que huelen en nosotros como vivos geranios.
Vamos acurrucados como palomas fijas,
como ramas salvajes, como los renacuajos que
frecuentan la ciénaga.
No vamos escapando del tiempo ni de nadie
sino que queremos ir a un pajar de siglos
y desnudar allí cristalinas cinturas
para darnos la miel que se nos ha destinado.
Los días nacen de la tierra olorosa
y como una tela nos invita a vestirlo.
Tú en blanca seda camuflada palpitas
yo, desnudo en mi piel, me callo y te navego.
Y en la parte más clara de una sombra redonda
se agitan nuestros cálices y peciolos sonoros.
Tiritan los grillos llenos de hoscos grises
y el reino de la araña celebrará a los hijos
que llevas en tu vientre como carga de harina
y que serán los dueños de los siglos que vienen
y no habrán de pagar ninguna penitencia.
Acogidos a todo lo que nos vivifique
nos hundiremos en besos y zarpazos profusos.
Si la sangre marina pregunta por nosotros
los vientos clandestinos cubriràn nuestras huellas