Mi padre,como pocos,
dejo su corazon atado
a los surcos del conuco.
y vino,como todos,
a beber la sabia dulce,
de las entrañas de la caña.

sus pies fueron besados
por el lodo vil,de los carriles.
Sus manos,encallesidas y austeras;
acariciaron,sin ternura;
la cintura de los cañaverales;
y su voz se hizo cancion, 
junto al mugir madrugante de los bueyes;
Y al chirriar,doloroso, de las carretas;
Que,cual naos esqueleticas;
surcaban los mares terrunos; 
cargadas del dolor obreril;
para saciar el hambre aurica,
de las arcas del tirano.

 
Mi padre,como todos,
murio esperando. 
y,durante su espera;
se quedaron dormidos,
los campos;los bueyes.
La herrumbe tisica del central;
Las paredes teñidas de cal y de odio;
Los "colines" tristes y oxidados;
Las oficinas hediondas
al presuroso sexo
y a la macabra estafa.

Solo,se ha quedado,insomne;la miseria.
Con sus ventanas desorbitadas, 
como si se quisiese tragar,
al batey con su mirada...

Mi padre murio esperando
el,tan anhelado cambio.
y si yo,en la espera,muero;
que otro siga este canto.