EL REGRESO DE NUNCA

Vengo demoliendo tallarines ácidos
porque en el camino
sentí trizaduras inconfesadas.

Los trituré con espumas de mantequilla
y sangre de cebollas ardientes
con ajíes boquiabiertos
y una libélula indecisa
que al fin y al cabo
quiso experimentar.

Vengo azotando con hilos desesperados
aquéllos contornos de extraña melancolía
allí donde las zanahorias apagan su delirio
y los tomates se estrellan
por celos de rojura.

Y mis hilos se confunden con la espuma
y la espuma es un grito de siete escalas
enredadas en peldaños inconclusos
¡Ay rebalso de silencios!

Vengo con un coro de cuervos del pantano
persiguiendo el secreto de un loco vampiro
ellos abandonan sus plumas en pleno vuelo
mientras van callando
y cayendo
lentamente
sobre los alambrados.

Vengo de regreso en una cúpula que estalla
en el estrépito de cristales rotos
y allí me quedo
más allá del imposible regreso
y más acá de mis salidas
que nunca llegaron.