Haller
Publicado en Feb 15, 2011
Siento tus manos crecer como una enredadera,
tu aliento me detiene los latidos, el corazón se aprieta en el pecho acobardado y, cual un silbido de derrota, surge tu nombre. Una vez más. Siento los pulsos andar atropellados, las venas repletas de sangre sin destino, tú fustigas mi capacidad amorosa como si fuera un caballo a la estampida. Siempre que te acercas arde mi cuarto entero, cuando de madrugada te largas en silencio nieva sobre mi cama, mis lágrimas se escarchan, mi espalda es una tundra sin lobo salvaje, ni el camisón de mamá me sirve de nada: Siento que te me acercas sigiloso a robarme.
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Richard Albacete