CONCEPCION
Publicado en Feb 22, 2011
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                                                                                                       para Lucía 

   Hay un viento tibio, uno de esos vientos desbocados que parecen haber ondeado desde siempre en el cielo y cuya dirección es incierta desde que nacen hasta que se pierden en otras corrientes del aire, más allá de las sierras. Hay un sol invicto que a esa hora brilla todavía más fuerte pero que por los efectos de aquel viento parece ceder en intensidad y se convierte en el bálsamo perfecto para estimular la piel, que se deja orear mansa, sin resistencias, y agradecida abre sus poros con sus imperceptibles pero infinitas bocas deseosas de vida, de luz y de calor. Hay dos chicos, que eso es lo que son, o si se quiere nombrar las cosas según las reglas del buen uso literario, rebuscarlas, que para el caso no tiene ninguna importancia, pongamos que hay un joven y una muchacha, según el clásico, anacrónico decir, abrazados, con las manos juntas, mirando en dirección a un río que desde ahí no alcanzan a ver. Hablando y callando, alternadamente, para no romper con innecesarias palabras ese momento que podríamos llamar milagroso. Porque de seguro es eso lo que los dos chicos están sintiendo: están llamando a la naturaleza a manifestarse, a desplegarse con esa belleza epifánica que no consigue imitar ningún artificio del mundo y que ahora, desnuda y expuesta a ellos, también los hace participar en ese instante fuera del tiempo. Como si en definitiva esa visión les mostrara que al final todo es uno, que las diez mil cosas no son sino formas rebeldes, azarosas, plásticas, de un mismo y único material, cinceladas vaya a saber uno por qué mano invisible pero de cierto imbatiblemente bromista y juguetona. También hay un árbol, entre los muchos árboles hay en ese jardín; un enorme árbol de mango que los cubre con su sombra y además hace resonar sus hojas duras como un enorme cascabel sobre sus cabezas. Acaso desde un fondo cómun e inefable lo intuyen: están representando un drama interminable, grave y hasta urgente. No lo saben, pero están encarnando como tantos otros dos que se encuentran, una Idea. Si desde adentro de ese corazón latiendo al unísono eso puede sentirse desde afuera es lo que se ve, y uno apuesta por eso porque eso es lo que la tierra pare y el sol hace crecer y es eso lo que pone a mover el mundo. Y esos chicos, convencidos, arrobados, inconscientes de que el instante es eterno pero efímero, se dejan llevar por sus propios pensamientos que como nubes, se forman, pasan y se deshacen, así hasta desaparecer. Hay también otras secuencias vividas y otras memorias, como la de un fuego crepitando bajo un pez de escamas doradas y aguas que purifican y corren, y otros aires con sus corrientes invisibles, y otras picadas de roja tierra que esos pies alguna vez caminaron. Pero ese momento -alguien podría jurar que eso es también tiempo?- parece haber dejado un sentido. Una puerta se abre y abre tras de sí infinitas otras puertas, y a esos dos cuerpos que son también parte de las mil cosas, se les concede la gracia de ser, en ese instante, un solo y único cuerpo, tan liviano, que decide hacerse aire, enredar el viento, y por fin comprender que el alma, esa indefinible presencia vibrando adentro y afuera, pulsando en todo lo vivo, es una sola, y que vivir el amor, ahí, en ese momento, es atravesar esa puerta.
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Foto del autor Mastromoro
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Descripción

Palabras Clave: Concepcin

Categoría: Material Educativo

Subcategoría: Monografas



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