Fronteras rigurosas
para mi mente tácita:
Fronteras que caminan y no avanzan.
Despierto, despierto, con mi ojo que mira
la última estación de mi agonía.
Mi sueño se ha vaciado entre los arenales
derrumbando castillos que se han ido.
Y el dolor de soledad es dolor postrimero
allá donde la vida deja el fuego.
Ninguna salvaguarda va a la deriva
y me voy desclavando del caballo de la vida.
La naturaleza sutil moja mis descampados:
Confuso voy en sus rarezas y sus vahos.
Es gran verdad que mi ojo está ciego:
Camino y sólo veo su silencio.