La monotonía asedia al bar aciago
donde todas las rondas se hacen en centilitros.
Cada quien se absorbe en el fondo del vaso
mientras en sus cabezas estallan las mareas.
El alambique quebró a la renuncia del vidrio
y sólo sobreviven algunos San Bernardos.
El hombre lame las sobras de un jugo que es de sombra
y mañana volará, etílico, sus sesos.
Pasan las sequedades construyendo alambradas
de donde cualgan ebrios a lo largo del llano.