No quieres que te cuente que sucedi?
Publicado en Mar 15, 2011
¿No quieres que te cuente que sucedió? Le dije y mi voz sonó tan quebradiza que ni yo mismo hubiese querido escuchar. Bajó la mirada y su gesto de rechazo fue una bofetada. Nos estábamos distanciando a pasos agigantados. Fui por un vaso de agua y encontré la almohada y una colcha en el sofá; sería una de esas noches. La luz del pasillo apagada dejaba entrever el dejo de luz que se escapaba por debajo de su puerta. No podía acudir por ella, ¿Cuándo la perdí? – me pregunté, mientras dejaba caer mi cuerpo pesadamente en el sofá. Sí al menos tuviese una amante, o fuese adicto al alcohol o cualquier otro vicio, pero no había nada, sólo la famosa rutina, de la que de tanto huir, me llevó a casi olvidarla. De seguro, no fueron las horas que pasaba en el trabajo, muchas veces pude llegar más temprano a casa, como hoy tal vez, pero la letanía de llegar a casa, me llevó a caminar, luego a ese cine y esa película que me hizo tanto mal. Ese hombre moribundo que lo tenía aparentemente todo, se encontraba tan vacío que ni siquiera podía a esa altura de su vida, llorar. El pánico de parecerme a él, me sacó a la mitad de la película, luego la cerveza y esa mujer de ojos tristes que me habló sin rodeos y se me ofreció para no dormir sola, terminó por aplastarme. La acompañé hasta su casa, donde le esperaba su madre y su pequeño, otras criaturas bañadas de soledad. No podía sentir deseos por ella, su tristeza me hería y aun cuando le tomé la mano fue sólo para protegerla. Ahora que lo pienso, no lo habría logrado (si algo hubiese pasado) ya ni siquiera puedo proteger a una extraña. Se ahogó la luz en el que era nuestro dormitorio, quizás está apagándose en llanto ¿Por qué no siento siquiera ganas de llorar? ¿Tan vacío estoy? Está fría la sala, la colcha no abriga, el hielo me traspasa, al menos algo estoy sintiendo…o ¿será el frío la señal de que me estoy muriendo?...si al menos saliera de su pieza para insultarme, eso aliviaría en algo mi pesar…cierro los ojos que me pesan, pero el sueño no viene, el tic-tac del reloj de pared, me taladra el cerebro; menos mal no tuvimos hijos, de seguro ellos estarían sufriendo mucho. Iré al baño tal vez logre escucharla. Nada, sólo un silencio macabro que me inquieta aún más. Vuelvo a mi sofá, la mirada pérdida hacia el techo me impacienta. Salió de la habitación. Viene hacia mí. Sus ojos denotan haber llorado, pero la mascada dura viste de odio su rostro, sí, ¡me odia, me odia! me apunta con su arma (esa que yo mismo le enseñé a usar en caso de peligro), su pulso está firme, el primer disparo roza mi cien derecha, me llevo las manos al rostro, la sangre tibia chorrea por mis manos, el segundo disparo es más certero, justo en el pecho cerca del corazón, parece que me atravesó la aorta; la miro perplejo, el ardor me escoce, la angustia de morir inunda todo mi ser, no alcanzo a gemir de dolor cuando el tercer disparo me traspasa los intestinos. Me desangro. He perdido mucha sangre. Ella baja el arma, dibuja una mueca de alivio en su rostro, y entre lo difuso de mi ver, alcanzó a divisar una lágrima correr por sus mejillas, está bella, nunca la había visto tan bella, mis ojos se cierran vencidos, la sangre sigue fluyendo, me alejo a guijones de esta vida, aún éste momento se lo debo a ella. ¿Por qué dejé de amarla? ¿Por qué dejé que se marchitara? Ahora es tarde, para las respuestas. Un vecino ha entrado en casa, alarmado por los disparos, la escena lo espanta, ella le pide que la abrace, intento estirar mis brazos sin recordar que estoy muerto. Llegan otros vecinos, la casa se llena de gente, nadie entiende nada, todos me miran horrorizados. En un rincón de la habitación alguien llora, soy yo, lloro desolado, nadie me escucha, sólo yo que permanezco tendido en el sofá con tres disparos en el cuerpo.
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Esteban Valenzuela Harrington
Me alegro de haberte atrapado, y te agradezco mucho tu comentario.
Un abrazo,
Esteban
Esteban Valenzuela Harrington
Muchas gracias por tu comentario, y me alegro que te haya gustado sobretodo el final, ya que me dio trabajo.
Esteban
alma
FELIZ DIA POETA............
Daniel Florentino Lpez
Bien narrado
Interesante final
Un abrazo
Daniel