Salgo a caminar por largos senderos, trazados de tierra polvorienta,
A mi izquierda el zaror, a mi derecha un rio fluyendo de los deshielo de las blancas montañas, se desliza hacia la planicie en mi dirección contraria.
En su ribera mis pies descansan y en sus cristalinos átomos de hidrogeno y oxigeno, caldeados por la caminata ellos se bañan, que emoción mas excitante que sensación más que grata.
Desde la cumbre siento bajar una brisa, que ha seguir mi caminata me llama, obedezco sin hacer preguntas, sigo mis instintos marcando el paso, hasta el pie de una empinada colina, que debo trepar sin mediar alguna pausa.
Mi cuerpo suda me sostengo fuertemente de algunas débiles ramas, mis fuerzas fallan, pero debo continuar, esa es mi meta, llegar a la cima es ganar mi batalla.
Mi morral en mi hombro he sentido como lleno de piedras, ¡ aunque creo que no pesa más que una bolsita de yerbas ¡, el esfuerzo me hace imaginar, que mi espalda una muy pesada cruz lleva, pero me mentalizo doy mi último aliento y saco fuerzas de flaquezas.
He llegado hasta la cima después de una lastimosa e empinada carrera, aunque a veces quise dejarme caer y volver atrás a la planicie llanera; Ya estoy aquí y diviso el más bello horizonte, deberé volver a bajar, para seguir caminando junto al rio, hasta que ante mí, se presente otro escalpado obstáculo otro empinado monte.
Abro mis ojos y trabajando me encuentro, un escritorio un ventanal, un café humeante yo huelo, que quietud que delicia, después de tanto ir y venir cuestas arriba este es el momento este es el ahora en mi vida.
Mi padre mi madre mis hijos mi familia, mi trabajo mi sustento y algo de poesia mantengo conmigo a pesar de tanto zigzagueo con mi ansia comprometida .
Reflexiono en mi caminata, si debiera volverla a emprender, con lo que ya aprendí para mí me sería más fácil me sería mucho más grata, pero si no la hubiera hecho a capela, de experiencia no estaría rebosante mi satisfecha alma.