EL CUERPO EN TROYA Y LA CABEZA EN TACA
Publicado en Mar 31, 2011
"Perdidos ya el amor, el suelo y la voluntad; Ulises descubre que no es libre. Su lucha en Troya se ha postergado indefinidamente y con su característica astucia concluye que todos le han mentido: Él no podrá volver a Ítaca, su destino será el de todos, vivir sumiso y aletargado en manos de un poder superior y desconocido."
Cada día más rey de un miserable reino, eternizado por Calipso, despierta en la Troya del siglo veintiuno aún destruida y manchada de sangre. Allí el sol es tortuoso y la responsabilidad abruma; el trigo no se cultiva: se importa y es costoso; las sirenas pululan en locales nocturnos, armadas con silicón y melenas de queratina; los mástiles se quiebran y la gente, sin remedio, se ahoga en tentaciones terrenales. Los ciclopes han aumentado en número y ocupan cargos públicos. Pueden pasar mil años sin que acabe la guerra. Ulises, rutinario, cumple con los deberes; Calipso en casa barre para esconder anhelos debajo de la alfombra. Desde Ítaca Penélope lo perturba con cartas que recuerdan el milagro redentor de los pecados. Ulises quisiera huir a Ítaca: Poner los pies descalzos en el ardor del suelo, beber a gusto sentado en el piso del palacio, dormir dos horas más en la mañana, ahorrarse el tráfico, los impuestos y la agonía de esperar el salario. Subsistir junto a Penélope con una dieta simple de besos y espasmos. Pero hay que resignarse, todos le mintieron. No puede decidir. Nunca volverá a Ítaca. No es más que un pobre rey enfermo de soledad y ausencias que juega en la cuerda floja con los ojos vendados; engañándose, diciéndose que Ítaca no era tan hermosa, que en realidad su sueño era esta lucha. Que lo ha logrado todo... que avanza... Pero en realidad se repite idiotamente; hace constantes maromas de un extremo a otro en la cuerda, sin salir de ella, ni caerse. Sin acabar con el riesgo o morirse de una vez en un golpe seco contra el piso. Remueve la venda y al descubrir sus ojos se sabe amargado y triste, entonces, maldice la heroicidad forzada; las acciones que le cambiaron la paz por un pedazo insípido de gloria. El desesperado rey desea ser un hombre, un hombre imposible. Utópico. Verdaderamente libre. Vuelve a casa con una Calipso cada día más dominante y fastidiosa; entre el sueño y el poder el poder es más factible, así que en llamas troyanas, Ulises calcina las cartas de Penélope. Toma una decisión en aras de su libertad ficticia, porque para ser libre había que permanecer atado al mástil, a la verdadera esencia, forzando el barco a seguir el mapa que sus manos de niño trazaron como estrategia para escapar de la obligación y las normas y no pudo hacerlo. La literatura construyó al héroe. Vivirá condenado sin más recurso que una pila de triunfos inútiles que deben sostenerse a cualquier precio. Con el cuerpo en Troya y la cabeza en Ítaca, sufrirá extrañando el cuello dulce de Penélope que alguna vez bastó para mantenerlo vivo.
Página 1 / 1
|
Gustavo Adolfo Vaca Narvaja
Felicitaciones
miguel cabeza
Beso
Me encantó tu logro
luis jos
Leidy Mar
Claro que ha sido muy elaborado: Quise construir una anlaogía entre La Íliada y La Odisea (más que leyendas, las dos grandes epopeyas de la historia griega) y la vida de este ulises caraqueño, quien absorbido por la ciudad y sus guerras no volverá nunca al verdadero reino: El de los ideales.
Un abrazo.
Leidy Mar
mauricio venegas
mauricio venegas
Leidy Mar
SALUDOS.
mauricio venegas