El adolescente sale de la frente de todos, así como el niño sale de las sienes del adolescente.
Niño y adolescente se perpetúan en el hombre, con su risa arrebolada y su candor solar.Mujeres y hombres son arrastrados a sus primeras etapas en búsqueda de sus primeros placeres y la consecusión de la alegría recibida al recibir la leche de la mamila rosada.
El hombre puede ser visceral y apático; la mujer, tozuda y llorosa, pero ambos se acurrucan ante el cuchicheo de aquel ser que bate el biberón o arroja la sonaja sobre canillas andrajosas.Se perfila en nosotros una ternura borrosa que quizá nunca supusimos que podíamos contener.
El adolescente es un ser multiforme, por lo general comprometido con lo pasajero y lo que no tiene raigambre: puede tener valores que sean antivalores pero es muy joven para saberlo. No obstante, se enceguece en el cénit de su fuerza y deja a las madres santiguándose mientra toma a pie o a bicicleta los caminos para verse con sus tropillas de amiguetes y quemar algunos vetustos divanes desechados, a la vez que calienta malvaviscos y come de las multicolores bebidas energéticas que los hace sentir más poderosos de lo que son: no están conscientes de lo peligroso del ser que sale por los parajes a hacer maldad y a llenan los campos aureos de entrañas rojas y cabellos rubios o cenizos....Añoro mi adolescencia, pues mientras estaba en ella no le rendía cuentas a nadie e insultaba a quien quería y hacía como me venía en gana, sin mayores preocupaciones que mantenerme alejado de los reformatorios de jovenes. En ese entonces jugaba y hacia según mis propias ideas, ya fueran brillantes u opacas.