La sonrisa del hombre
Publicado en Apr 11, 2011
La sonrisa del hombre apegada a él mientras sostiene una caléndula.
Sus dientes lustrosos cuando se acerca a la dama: lugar de sus oráculos. En vano quieren desvanecerlas los rictus de las horas sepulcrales y vacías. La sonrisa del hombre queriendo tapar los agujeros que le dejó la infancia. Hay una llama que le aviva la carcajada y no la borran condesaciones de fuego. El hombre uniéndose a la boca dulce de la mujer que se materializa constantemente. La sonrisa del hombre que se enciende para apagar las canalladas subrepticias y mantener el humor en la jerga y las constipaciones de la tertulia. El hombre que le sonríe al espectro lánguido que le espera de pié y le escupe y desea llevarselo, multisolo, al círculo de las raíces y huerto de las tapias. El hombre y su sonrisa: dos entidades que se enfrentan al dolor y al vacío. La mujer y la sonrisa: Lugar magno donde colocar un beso entre perfecciones. Cuando una pareja se mira en los dientes espejeantes del otro se comprende y puede nacer un vínculo íntimo que lleve más allá de las solidaridades inmediatas: Como el vasto amor que se da en los oceános y las playas alejadas o herméticas donde se entrecuzan las miradas iridiscentes y se reparten juramentos.
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