PROSA TEMTICA
Publicado en Feb 01, 2009
PROSA
TEMÁTICA Dedico este libro a quien sabe encontrar nidos en los árboles Lenguaje muerto Se enmohece el cerebro y el papel espera a que halle una guirnalda apretada de letras o que suenen las sílabas cual canto de sirenas. Se ha cansado el idioma de buscar las cursivas, de elevar consonantes un poco más arriba, para hallar la mayúscula con que pueda empezar. Mas aún no he podido poner entre paréntesis, el sol de aquel verano ni el timbre de tu voz, pues todo se ha escondido en tácito sujeto de una oración bimembre donde el verbo no puede conjugarse en el nosotros No existen conjunciones que enlacen nuestros nombres y es prosódico el acento de la palabra amor. Tal vez, porque no exista un futuro perfecto que nos abarque, o un predicado que no tenga los complementos de lugar de modo y de tiempo que no podemos cambiar. ¿De qué sirven los adjetivos que nada determinan.? ¿De qué los posesivos que nada tienen.? ¿De qué los pretéritos que invaden el presente?. Pero el renglón estalla en puntos suspensivo, que esperan un adverbio para modificarlo todo o una palabra aguda que no sea soledad. Me aburren las comillas que nada guardan y las vocales cerradas cuando no cantan. Y yo sigo buscando, todavía, el acento que rompa mis diptongos o el guión donde comience nuestro diálogo. Pero he perdido la frase entre tantos interrogantes. Y en el punto final sólo he puesto, una coma.. Mi viejo ropaje Es apenas otoño y siento frío, pedacitos de frío desde adentro... Como cuando acaricio la seda del pijama y mi piel se estremece sin ti, entre las sábanas. O como cuando busco el perfume de tu pelo y mi almohada se cubre de nostalgia, de ropa vieja, de tu traje marrón, de tus corbatas. Es apenas otoño y siento frío, pedacitos de frío, desde adentro. Y es, acaso, porque añoro las solapas de ese saco que yo te acomodaba casi sin tocar, o la campera aquella que sólo te ponías para mí. Es apenas otoño y siento frío y no soporto la frazada, ni la cama, ni la bata que aún huele a tus besos Y quiero ponerme los zapatos gastados para ir a tu encuentro con el vestido gris de mi melancolía y el cinturón que ajusta , mis tristezas. Es apenas otoño y siento frío, pedacitos de frío, desde adentro. Y no encuentro el chaleco, ni la chalina calada, ni remeras remendadas con un montón de palabras, ni tan sólo un abrigo para tanta soledad. No hay pantalón que ciña con fuerza mi rebeldía ni tapados con bolsillos donde encontrar tus caricias ni carteras con secretos donde escondía los sueños Ya no me sirve el pulóver ni la bufanda de lana ni los guantes que me cubren las manos de incertidumbre. Y quiero volver al tiempo de las faldas, del sombrero, de las camisas con vuelos. Y descuelgo del perchero el piloto, el paraguas y me calzo las botas para correr a buscarte. porque es otoño y tengo miedo de empaparme de amor y morirme tal vez, como las hojas. Anatomía del dolor A los pies de una noche amanecida en lluvias, encogí mis hombros y trepé a las ansias de andar sin rumbo, por los codos tan rectos de esquinas que dormían. Con el agua en los ojos y en la calle, me subí a las piernas tan fuertes de la vida, para llegar temprano a citas que olvidé. No doblé mis rodillas en súplicas mezquinas y caminé hacia el sol. Mis hombros soportaron el peso de las culpas, las sombras se alargaron buscando un horizonte. Despoblada de estrellas, la luna, que no estaba me llevó en su regazo con el viento en la nuca volando mis cabellos, y mi piel se escapaba de mis manos tan frías. La lluvia fue culpable de tanto disparate, sus gotas alcanzaron mi cara, mis pestañas, buscaron estos labios vacíos de palabras y con uñas muy suaves acarició mi espalda.. Mi mente removía escombros del pasado buscando hallar en ellos la nariz perfecta y las cejas pobladas del rostro que grabé en la memoria eterna de mi piel y de mi sangre. Y anduve a contramarcha con los brazos cargados de risas y de lágrimas, que entre labios y dientes a mí me lastimaban. Y un dolor muy agudo se instaló en mi garganta. Entonces me detuve para mirar de frente la sombra de mi cuerpo riendo a carcajadas. Mi geografía A veces, no reparo si es de noche o de día y me dejo llevar por verdes cataratas de sauces, junto al río. O me voy a una playa de mares muy lejanos llevando en mis oídos sonidos de cascadas. A veces, no reparo en relojes ni horarios y me marcho a algún puerto con tu mano en la mía, esperando a que se abran tus brazos como un delta donde lleguen muriendo mis estuarios de miedo. A veces, no reparo en lluvias ni en rocíos, y busco la sabana de tu piel con mis dedos, acariciando estepas transitadas de besos. A veces, no reparo que no estás y voy contigo, al valle de un amor que es cordillera y encuentro esas praderas de llanuras tan verdes, donde no hay mares salados ni de lágrimas, ni océanos dispuestos a beber arroyos de silencio, y los ecos no pueden repetir el nombre del demonio. A veces, no reparo que el canal es estrecho, que no hay una bahía, donde puedan cruzarse las aves y los barcos y caigo en los pantanos profundos de tus ojos .. He perdido la senda de los amaneceres, donde los manantiales desbordan de la risa y la tristeza enciende la luz, al desconcierto. Mas una montaña de dudas me ha cerrado el camino del encuentro. A veces, no reparo que es tarde para todo, y bebo en un oasis con lagunas muy bellas y me siento salvaje como fiera en la selva y siendo yo una isla me siento continente imitando glaciares en los polos. A veces, sólo a veces, yo soy la geografía del mapa que trazara la ingenua mente mía. O soy un meridiano, cualquiera, del planeta o un simple paralelo que gira sobre su eje. Lo que vive en mí Mi hogar es un siesta que se duerme con luna con lámparas azules que se apagan al alba, con muros de nostalgia y cortinas muy largas. Mi casa está muy cerca y a veces tan lejana que por eso la llevo adonde quiera que vaya Mi casa está muy cerca y a veces, tan lejana, que por eso la llevo adonde quiera que vaya. No hay llaves que pudieran abrirla ni cerrarla, ni pisos encerados, ni mosaicos cuadrados, Mi jardín es la vida, donde crecen mis ganas. Hay helechos mojados con olor a montaña, hay un colchón de sueños muy cerca de mi almohada. Mi hogar es un manojo de alfombras y de espejos. De silencios que duermen con los ojos abiertos. Adentro está la gente que comparte lo mío, afuera están los otros entre escoba y vereda y en el umbral, quién sabe aguarde por mi suerte. Mi casa es un peldaño de esa vieja escalera donde las letras trepan alcanzando a mis dedos. Hay llamas que se encienden, a veces, de la nada, almanaques sin tiempo y puertas bien cerradas. Hay roperos cargados tan sólo con palabras Y alacenas que guardan intactos los recuerdos. A veces el insomnio se recuesta en mi cama, las canillas gotean, lastiman, me desangran. Y cierro las persianas por si acaso, sean lágrimas. Mi hogar es esa cosa que yo llevo en el alma. Jugando con verbos Se moría la tarde suspirando olvidos y las aves temblaban junto al nido. Murmuraba el sol adioses encendidos y expiraba al borde de un mundo sin sentido. La brisa tarareaba, aguardando al rocío y al final del camino una lechuza parda silbaba en un aullido. La noche se inspiraba con versos en la cama , el viento estornudaba prematuros olvidos y un desmayo de luna bostezaba conmigo. Tosía el infinito su manojo de estrellas y una nube muy negra maldecía las guerras. Mi cuerpo en el espacio Mi lugar es el Este, cuna crepuscular del sol naciente. Línea equinoccial, clima caliente. Girando va mi meridiano buscando aquel lugar donde se eclipsan alboradas y ponientes. ¡Mi cuerpo es tempestad! ¡Luna creciente! Es punto cardinal en busca de un amor que alcance a la razón y a la locura, que quiera con su piel, beberse el universo. Mas se ríe el silencio a carcajadas, por tanta ingenuidad y tanto empeño, perdido entre galaxias de misterio. ¿Adónde vas? Me grita el" Más allá" ¿Qué quieres encontrar frágil criatura del espacio sideral? ¿No tienes gravedad que te detenga? ¿No sientes el vacío que es inmenso? ¿No te encandila la luz de las estrellas? ¿Acaso quieres ser un gigante astronauta como el sol? ¿Acaso no te ves, pobre cazadora de sueños y cometas? Eres un naufragio de meteoros donde el ser se ha hecho carne y figura de mujer, perdida en nebulosas, muy tenues, de pasión. ¡Casual constelación de besos y recuerdos.! Eres un simple asteroide del miedo y el placer, esclava zodiacal del desconcierto. Tu sitio sigue igual, entre esas coordenadas donde estás, en traslación constante y por casualidad, entre el ser y el no ser del movimiento. Regresa a tu lugar, tu cuerpo es nada más que un simple capricho de nucleicos. Huellas matemáticas. Como pájaro errante sobrevolé los conos sombríos del pasado. Busqué en los arcos el iris de una lluvia en vertical caída, que dibujara en los charcos, mil círculos concéntricos de un espectáculo redondo, intermitente y cristalino. Y huérfana de soles, tomé las curvas del destino para encontrar el vértice de todos los placeres, o el mínimo común denominador de mis sueños de Abril y de Noviembre. Multipliqué mis ganas de volar y el amor quiso dividirme en dos mitades irreconciliables, y me encerró en triángulos sin salidas. Tal vez, no exista ningún factor común que nos convoque a esa magnitud, que eleve al cuadrado e invalide las raíces cuadradas de mi propia impotencia. Y quise regresar despacio por esa semirrecta final hasta el punto de partida, restándole importancia al ángulo agudo de mi dolor. Noticiero de Enero de 1997 Hoy, en las noticias ví: a un niño africano dibujado en huesos, a un diputado gordo hablando del hambre de la gente, claro, y a una pobre mujer rezándole a Dios. Mientras, en los comerciales, unas chicas bailaban merengue. Hoy, en las noticias ví: a una madre y un padre que volvían de Viña del mar con el corazón entre las manos, con los ojos arrancados, estallando de llanto y de dolor y el fantasma de la muerte acechándolos. Y a los lisiados de la India a causa de la Polio. Ví a los inspectores de la DGI salirse con la suya. A los rehenes que fueron liberados mientras Bill Clinton mostraba su sonrisa por la CNN. Ví ladrones vestidos de inocentes en actos oficiales, a un ministro recitando versos sin prosa y sin rimas. Ví a una multitud que protestaba contra la flexibilización laboral mientras promovían un CD de Julio Iglesias. Hoy, en las noticias ví el comienzo de una guerra sin final entre hombres con cara tapada y otros que no tienen cara. Ví a una madre porteña juntando los pedazos de sus hijos, con su mano apretada en su garganta porque el mundo se le hacía irrespirable. Mientras en los comerciales mostraban el último modelo Diesel. A mi ciudad Amanece... y el rocío acaricia las veredas desiertas que entre mil bostezos despiertan a la vida Se despereza la luz sobre los techos serpenteando antenas en los edificios y las sombras se alargan sobre el piso que huele a tranvías bajo el pavimento. Pestañea la nostalgia en los ojos cansados de las calles, mientras los recuerdos corren a ocupar las esquinas. ¡Ay de aquellas cercas con olor a madreselvas! ¡Ay de los cántaros con sabor al agua fresca! ¡Ay de aquellas plazas adonde se cruzaban los niños con los pájaros! Y en la gris indiferencia del asfalto sigo buscando todavía, ese tiempo en que los hombres se miraban hacia adentro. Sigo buscando la belleza de ese mundo, de esos techos, de columnas que soportan todo el peso de lo nuestro. Porque lo nuestro es aquello que huele a patio y aljibe, a glicinas, a jazmines. ¿Quién le robó a mi ciudad, el espacio compartido? ¿Quién la encerró sin piedad entre paredes tan rectas? ¡Ay del verde, de la paz, de los gorriones hambrientos! ¡Ay de las tardes aquellas con perfumes de violetas! Mas no todo se ha perdido de aquel mundo y de sus sueños. Allí está Santo Domingo, El Pilar, la Compañía, la Casa de Obispo Trejo y a un pasito solamente, el Colegio Monserrat. Hay un tesoro escondido que podemos descubrir en medio de tanto ruido, de tanto porte moderno. Allí está la Catedral, con vieja sangre en sus venas. El Cabildo , La Merced, entrelazando campanas con el barro y el ladrillo. ¡Cuánto vacío y ausencias! ¡Cuántos arcos y pasillos! ¡Cuántas voces murmurando los mensajes de otro siglo! ¡Cuántos altillos y tejas, en la Casa del Virrey! Y si contara secretos la vieja Plaza Colón hablaría de palomas en lo alto del Carbó, o del olor a jazmines en los patios del Garzón. ¡Ay, si olvidamos la historia, Ay, si perdemos lo bello que recuerda el corazón! ¡Ay del aire, del color, del agua pura , del sol, del espacio, del verdor, del nombre y del apellido! Y la noche me encontró a metros de La Cañada. Y caminando pensaba, en un nuevo amanecer, donde vuelvan a cruzarse en nuestras plazas, los viejos, los niños y los pájaros. Rutina Levántate rutina, Ya es hora de campanas y despertadores, ya se oyen las bisagras en los quioscos y madrugan los fuentones en los patios. Los ancianos toman su pastilla y encienden la radio . Las chinelas apuran el paso, el desayuno humea en cualquier parte y el grito del diariero recorre las esquinas. El baño se llena de toallas y jabones mojados, de gente que corre a lavarse los dientes La ciudad está en marcha Y otra vez, la rutina se pone en movimiento . Llega tarde la mucama y los colectivos pasan de largo en las paradas. Se marcan tarjetas en las fábricas, se firman planillas en los tribunales y las noticias circulan como el mate en las casas. ¡Y comienza el trajín! Los motores rugen y llegan en taxi algunos retrasados. Se cuentan billetes en los Bancos y la Bolsa se llena de parásitos. Los ventiladores ahuyentan el verano y en la plaza alguien lee el diario. ¡Y llega la hora del estrés! Hay jefes malhumorados, semáforos que detienen el tránsito, ambulancias con sirenas, quirófanos ocupados. Hay profesores cansados y alumnos que se duermen sobre el banco. Es la hora del smogg, de avenidas con vapores, con humo y con mal olor. Y así llega el mediodía, con bicicletas que vuelven y ropa seca en los tendederos. Es la hora del cierre en la verdulería, del mantel, de los cubiertos, de la casa, del regreso, de los chicos, de la esposa, de televisores que nadie ve, de la música que nadie oye, del diálogo dejado para después. Y la tarde llega sin ganas , Con guardias en hospitales, y bares sin medialunas. Es la hora de los amigos, de besos de enamorados, de teléfonos ocupados de la salida a desgano para ver al abogado, de los turnos del dentista, de la salida furtiva de los hombres ocupados. Y al fin llega, la hora del cansancio, de consultorios cerrados de quitarse los zapatos, de minutas en la cena. Es la hora de las batas y las cremas De la leche en la heladera, del sueño, de las protestas, del silencio que no llega. Y otra vez, la ciudad parece muerta con las puertas bien cerradas, con cabezas en la almohada. Sin embargo, estamos vivos: ¡Porque es hora de soñar!
Página 1 / 1
Agregar texto a tus favoritos
Envialo a un amigo
Comentarios (0)
Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.
|