Brutal
Publicado en Apr 20, 2011
Camina por las calles, por dinero, por algo que brille abundante en una mano divagante. Camina sola y a oscuras, se desliza de esquina en esquina, sin importarle que tan mal se esta... con tal que tenga carro, con tal de que tenga la llave del mundo.
Espera, impaciente, recargada de costado con la mirada perdida, un cliente capaz de pagar, un pedazo de amor, un pedazo de calor, y saciar su sed sudorosa de pudor. Espera y llega, en un carro pasado de moda, pero en fin, a ella que le puede importar, es lo que es, y ni cariño [ajeno] se lo podrá quitar. Pregunta, el susodicho, un amor barato para el sale caro. No cualquiera podrá pagar el precio de mujer tal, no cualquiera podrá llenar sus sentimientos y corazón tal, si bien, solo quien sabe leer mas allá de amar. Pero a ella no le importa, un cliente es un cliente y ya, una puta, es una puta como tal, y solo otra puta, o alguien que sepa amar se lo quitara. Desliza su piel dorada, rozando sobre la ropa ajustada, el deleite que todos voltean a ver, cabello negro, negro como la conciencia misma, y una piel blanca, casi muerta. Sus ojos palpitan fulminantes debajo de esas cejas inconstantes, sus pestañas abundantes, encarcelan por un instante cualquier mirada lasciva, cualquier mirada esquiva, y es que es inútil evitar sus labios, que te llaman jugosos a comerlos, jugosos a beberlos, jugosos a perderlos, donde la mente demente misma, te lleva noches de delirio a explotar. La haz visto un par de veces, y a la primera te ha enamorado su mirada distante, cada que pasas, le paseas la mirada sobre su escote provocante y su olor delirante, te ha quitado el sueño en mas de una ocasión frustrante, estas cansada, estas vieja, no estas como para enamorarte de una niña, estas sin valor, sin inscripción, estas... enamorada de aquella chica de rojo, quien te sirve el café todas las mañanas, quien se inclina a servir y espumar, deliciosa, la leche que brota de la jarra. Quien ya te ha visto mas de una vez, fantasear con su escote mas allá de su corazón, y haz perdido el conocimiento cuando dice -más cafe o le traigo la cuenta- y sus labios danzantes, se mueven al fulgor de un amanecer dominante, mientras en tu mano, tienes el pedazo de papel, el pedazo de corazón, el pedazo de razón, por que no hay nadie mas en su amor. Le dirás.
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Hoz Leudnadez
después del poema en la servilleta... salud, una narrativa poética
bien hecha para nosotros los Goliardos
Christian