Un Poeta en Buenos Aires
Publicado en Apr 29, 2011
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 Tantas personas corriendo sin destino, hablan algo inentendible, miran sin observar y hablan sin pensar.
En un mundo donde las reglas de la jungla siguen vigentes, en una ciudad donde no es el smock lo que ahorca nuestras gargantas, si no, el olor pestilente de la miseria hecha carne viviendo en pasillos y demás.
Pateando restos de sueños abandonados por las rameras del lugar, camino sórdido en una impertinente lluvia helada de febrero.
 Los mendigos bajo el aguacero recojen sus cartones para cubrirse mientras otros se suben a sus automóviles para no mojar sus trajes ejecutivos.
 En una bolsita desgarrada llevo algunos escritos y un par de máscaras y caretas valencianas para atravesar el río de Aqueronte para llegar al final de mi camino.
La lluvia cesa y las personas vuelven a hacerse presentes en el lugar.
Una masa humana moviéndose a la par, se acerca hacia mi individualidad.
Sus cuerpos conforman una escena vomitiva y sus intereses comunes son tan nauseabundos como sus palabras hirientes.
Pero nadie los oye, hablan todos a la vez sin decir nada, abarrotan los negocios, se hunden en el mercantilismo impune y se embriagan de vicios baratos y placeres efímeros.
Constantemente suelo mirar al cielo para no sentirme semejante a ellos, algunos con sus rostros tapados por un velo de algo que no son quieren intimidar mi soledad, otros se mofan de mi falta de brillo en los ojos.
Sigo caminando por aquel camino húmedo, frío, mientras la luna mengua lánguidamente en una noche sin estrellas, iluminada artificialmente por la quimera de ser el animal predominante de la naturaleza.
Algunos críos patean para su diversión los huesos descalcificados de un parea que duerme en el pórtico de una casa de juegos, algunas bandas de chicos se dedican a la delincuencia y a las drogas mientras un poeta canta un tango en medio de la calle para conseguir algunas monedas de algunos pocos, escasos transeúntes que se dan cuenta de su presencia.
Las lágrimas se presentan frente a aquella escena, no puedo evitar llorar por el rumbo perdido que ha tomado el ser humano. Me apena no ser como ellos para al menos sonreír mientras se desangra un borracho en medio de la calle como ellos suelen hacerlo.
Los suburbios de Buenos Aires hace tiempo dejaron de ser lo que aun recuerdo de antaño, las prostitutas dejaron de ser damas para convertirse en títeres capitalistas, sucias por las manos de empresarios insatisfechos sexualmente.
Y la poesía ha sido vendida por una monedas de oro por aquellos inútiles andrajosos que se hacen llamar literarios.
Las librerías sin libros, los mercados sin plumas.
Al fin he llegado al final de tan espantosa actuación, y por el momento solo quiero dormir pensando en que mañana despertaré en una carcasa perdida en medio del Edén marchito para hablar con Blake, Rimbau o Withman acerca de aquello que alguna vez soñaron y que jamás alcanzaron.
Solo quiero compartir un cigarrillo con Cortázar o amar a una ramera recomendada por Baudelaire, beber algo del ajenjo olvidado de Poe y dar la vida por el sueño subrealista que siempre soñó el Che.
Y las personas creen ser felices con sus quimeras...
 
 
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Descripción

Camino por Buenos Aires

Palabras Clave: Kenny Buenos Aires

Categoría: Poesa

Subcategoría: Poesa General



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