Aleteo de lo pétreo
encima de un mundo en cenizas.
Reminiscencias quebradizas
ya del por todo y en todo castigadas.
Se han retirado lejos los archipiélagos:
a los rincones de la imaginería.
Bramidos del desierto en que se echó candela
y se quemaron sus caminos como horquetas.
Lugar para la sed cuando aún hubo vida
y la carne podía hacerse palpación.
Soliloquios de nadie sobre la piedra ígnea
y el silencio aferrado a no articular palabra.
Da igual mañana, tarde o mediodía:
se han ido los latidos hacia las desmemorias.
Y falta el agua, agua, agua
que es la raíz primera de la vida.