Oscura Violencia
Publicado en May 18, 2011
El cuerpo caliente yaciendo en el suelo, solo hace unos instantes por sus venas corría vida, vida que ahora se encuentra aposada, adornando en formas de charco el piso de la oscura y fría habitación. Desde un rincón del cuarto, con la penumbra como compañero de crimen, pudiendo apreciar en su plenitud lo que acaba de acontecer, sirviendo para ello no solo la vista, el olfato juega un importante papel, el olor a sangre fresca invadiéndolo todo, le refresca la memoria de lo que acaba de hacer, se encuentra sentado, paralizado sintiendo el filo del cuchillo. Sus manos chorreando sangre, sangre de la que desconoce su procedencia, las heridas que tiene en ellas debido a la pelea que la víctima dio hasta el último minuto, derraman mezclándose con las del que ahora es un cadáver. Al pensar que lo llevo a tan macabro final, una agitada respiración lo hacen hiperventilarse, tanto de su boca como de su nariz el vapor que emana es abundante, lo que lo hace pensar cómo fue que la temperatura entre ambos llegara a ser tan alta, para que el uno quisiera la muerte del otro. A pesar de que agradece aun tener su vida, no ser el cadáver apuñalado y ensangrentado, sabe que su vida cambiará siempre, no solo porque la cárcel es lo que el futuro le depara, sino porque no podrá vivir con la conciencia de tener en sus manos la vida de otra persona, otra insignificante persona.
Una tenebrosa rama de árbol que se encuentra junto a la casa, impulsada por el invernal viento, golpean la única ventana que deja entrar algo de la intermitente luz del poste de la calle. Lo que acaba de hacer no lo deja pensar en nada más. Intentando evadir lo que ocurrió, cierra sus ojos, pero la imagen de su conciencia parada junto a él, apuntándolo y acusándolo a la vez no le permiten estar tranquilo. Un segundo rasmillón de la rama en la ventana lo hacen saltar. Rápidamente se endereza, intentando esquivar el cuerpo y la sangre que aun chorrea por el piso, camina hacia el origen del sonido. Parado junto a la ventana, mirando hacia el exterior, dejándose alumbrar por la naranja luz del poste, lo que deja al descubierto lo impregnado de sangre que se encuentra. Al verse, se pregunta cómo es que una persona tiene tanta sangre, aun el cuerpo chorrea sangre y él está completamente empapado. Quiere sacarse esos insensatos y macabros pensamientos de su cabeza, por lo que fijando su vista en el exterior por segunda vez, puede apreciar como sus huellas y las de su víctima aún están intactas en la nieve. Al verlas, recuerda cómo fue que llego ahí. Solo sería una tarde más para conversar, un encuentro fortuito como otros, pero que claramente termino como ningún otro, como ninguno otro terminaría, no habría más, uno de ellos acaba de morir, uno de ellos acaba de ser asesinado. Al bajar de su vehículo, jamás imagino como terminaría todo. Camino lentamente hasta la entrada de la casa. Al ser visto por el ahora cadáver, se detuvo, quedando parado entre la fría y blanca nieve. Estando uno enfrente del otro, con un tenso apretón de manos decidieron saludarse. En los ojos de ambos se dejaba entre ver la diabólica tentación de acabar con la vida del otro. Dejando su abrigo en la percha caminó hacia el anfitrión, el que parado junto a la hogareña y acogedora chimenea lo esperaba con la pregunta de si prefería te o café. Con una escasa pronunciación y sin mover mucho la boca respondió ante la pregunta, no supo a qué se debía tal apatía, quizás es el frio que congelo mi cara, se preguntó, o simplemente el odio que le tengo, encentró finalmente más razonable. Tomando con sus manos la taza de lo que pidió, se sentó en el agradable, pero viejo sofá, el que hace juego con lo de toda la casa. El anfitrión siguiendo a su invitado, decidió sentarse también, no quiso dar la impresión de superioridad quedándose de pie, ya todo es suficientemente tenso como para aumentar más densidad al ambiente, razonó. Tras tres cortos sorbos intentó iniciar la discusión, lo que al anfitrión le pareció inoportuno, él es el dueño de casa, él debe iniciar lo que sea, critico mentalmente. Bruscamente se levantó de su lugar olvidando los protocolos, otorgándose una imagen de poder absoluto. Claramente él no se quedó atrás, decidió levantarse y acercarse lentamente, lo miró desafiante, anunciándole que no se dejara ganar, que la pelea será dura si quiere conseguir algo. Con el mensaje recibido, una mueca en su cara indicándole que le entendió, pero que sin embargo no le teme, toma las tazas y se dirige a la cocina. El calor del interior de la casa, mezclado con el frio del exterior del que proviene, generan una reacción fisiológica obvia. Sin pedir permiso, aprovechando la ausencia del anfitrión, buscó desesperadamente el baño, no obteniendo resultados positivos. Pensando en que hacer, se percató de la vieja y rechinante escalera que tiene a su lado, por lo que sin cuestionarlo ascendió por ella hacia el piso superior. A diferencia de abajo, en el segundo piso no hay luz, el frio lo invade todo y la sensación de que no se ha aseado el lugar en años, le dio a entender que baño en aquel lugar no encontrara. Volteándose para volver por donde vino, se percató que su anfitrión lo busca desesperadamente. No sabe que lo motivo a actuar de la forma en lo que lo hizo, solamente se recuerda corriendo por el polvoriento pasillo, empujando la primera puerta con la que se encontraba, pudiendo abrir solo una. Dentro de la húmeda y sucia habitación, decidió cerrar lentamente la puerta, no quiere que se le encuentre, no sabe porque siente como si la muerte le pisara los talones, no entiende el irracional miedo que sintió al ver que se le buscaba, nada malo estaba haciendo. Los secos pasos de su oponente, haciendo rechinar la vieja madera del polvoriento piso lo hicieron alertarse, no sabe dónde ocultarse. El que no exista mueble o recoveco alguno en la habitación, no le dejan lugar para esconderse. Un brillo en su conciencia le indicó que se pare junto a la puerta, no llega luz exterior y se podrá mezclar con la oscuridad. Parado silenciosamente, esperó que entre el anfitrión, el que luego de buscar en todas las habitaciones se dispone a entrar. Abriendo la puerta en forma muy lenta, ingresó al oscuro cuarto trayendo en su mano un objeto del que no se puede distinguir su forma. En un intento innato de supervivencia, decidió salir de su precario escondite, dándole un fuerte golpe por la espalda, lo derribó al instante. Orgulloso de su movimiento, se quedó estático esperando a ver qué ocurrirá, pero aquello no duró mucho, del suelo se levantó e intentando apuñalarlo, dándole forma al misterioso objeto que traía en sus manos, intentó defenderse. Rápidamente tomó las manos de su adversario, no se dejara matar tan fácil. La adrenalina es tal, que ninguno se percató los cortes que se hacen en las manos, ninguno quiere morir esa noche. Aun no entiende el porqué, pero su anfitrión decidió votar el cuchillo, quizás el dolor o la pérdida de sangre lo hicieron recapacitar, pero aun así el no quiere perder y menos morir, por lo que aprovechándose de aquello, recogió el afilado objeto y propinándole el primer puñal, lo derribó. Una especie de oscura violencia se apoderó de él, no sabe que lo motivó, solo se siente amenazado, como si algo de la oscuridad fuese a salir y lo pudiese atacar. Quiere dejar claro tanto a su adversario como a la oscuridad que es el quien manda, por lo que abalanzándose sobre el herido, puñalada tras puñalada intenta reafirmar que el controla lo que sea. No sabe que chorrea su rostro, lágrimas, saliva, transpiración, mucosidades, sangre de su oponente o quizás la de sí mismo, no se lo cuestiona, solo con su brazo intenta quitarla. Sin levantarse, casi arrastras decide apoyarse en un rincón de la habitación para descansar. Siente su cuerpo húmedo, se siente agitado, pero contento por lo que ha hecho. Respirando rápido, solo aparte del cadáver, ve como bufa como un animal salvaje. Su humanidad se ha perdido, empieza a cuestionarse como pasó aquello, la culpa lo invade. Mirando sus manos, intentando culparlas del crimen, ve la sangre de su oponente o quizás la de sí mismo, grandes heridas lo hacen derramar sangre.
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