FLORINDA
 
Nunca has querido mostrarme
tu verdadero rostro.
 
Aquel que se refleja
en el espejo del jardín
donde desnuda te bañas.
 
Aquel desde el que fluye
la imagen cotidiana
de este mundo,
de esta realidad inextricable,
orgullosa hija de Ceuta
por la que se perdio el reino de Toledo.
 
Y aunque posees
la magia de la lengua
y de la construcción de sueños,
ahora te atosiga
el vehemente remordimiento
de no haber entregado el amor,
a pesar de que está allí,
entre el orgullo y la pretensión
de un rencor que no sientes.
 
Pero tu inclinación
por construir sueños
se ha vuelto inútil,
pues aunque imputes
al destino
o al ya muerto Roderik
la causa del dolor y la tragedia,
tu sabes bien
que tu tienes los hilos
de la desolación y la violencia
y que los vas entretejiendo
lenta, suavemente,
en forma inexorable,
impía,
hasta que se requebrajan
el sueño y la esperanza.
 
Y es entonces que sonríes,
saboreando el agrio sabor
de los sueños degollados,
 en tanto que la magia
de la media luna te fecunda
y disuelve tu sabor visigodo
para que llegues dulce hasta mis labios.
 
 
 
SANJERÓNIMO LÍDICE, MAYO 30 DE 2011.