El viaje de Miguel
Publicado en Jun 06, 2011
Prev
Next
Image
Miguel y su madre contemplaban de camino la belleza de la naturaleza, mientras el padre conducía procurando evitar los baches que había en la vía de tierra donde el invierno pasado dejo sus secuelas. La madre le mostraba los diversos tipos de árboles del sector, por acá eucaliptos, por allá pinos y en el fondo se notaban los troncos de los macizos robles. De pronto el niño se allegó lo más que pudo a la ventana presionándose la nariz solo para ver el esplendor y el maravilloso vuelo del águila. Esta ave a metros del suelo localizó una pequeña presa y se dejó caer a gran velocidad con la garras al frente, mientras este quedaba boquiabierto con el espectáculo, la presa no se daba cuenta de lo que pasaba hasta que de pronto sintió que le atravesaban  el alma, las garras de la ave salvaje penetraban todo el cuerpo del animal indefenso. La madre se dio cuenta de lo pasó y le tapo los ojos.                                                                                                            
Más tarde mientras el papá estacionaba el vehículo en el lugar elegido para acampar, ellos se bajaron a tomar aire fresco y se maravillaron con el paisaje lleno de árboles, hierbas poco comunes y conejos revoloteando, Miguel salió en persecución de uno internándose en el bosque al tiempo que su madre le gritaba- “no te vayas tan lejos niño”, lo que no escucho ya que estaba alucinado por la captura. El conejo corriendo asustado se metió en su guarida que se hallaba en el suelo y Miguel defraudado comenzó a ponerse nervioso al no saber en donde se encontraba y de pronto entre unos árboles surgió una figura borrosa, pero pequeña, el niño asombrado y la vez paralizado esperó hasta que este se acercó, Miguel casi se desmaya por la criatura que estaba viendo, pensó que era el Trauco y asustado le dijo- “¡no me comas Trauco!”, pero éste respondió yo no soy un monstruo ni menos un animal salvaje yo soy el duende que cuida los bosques chilenos. Se trataba de un ser pequeño de no más de un metro de estatura, de color café, con unos ojos diminutos, poco pelo y orejas grandes para saber lo que pasa a su alrededor. Este al ver interesado al niño de escucharlo le empezó a contar, yo vivo aquí hace docientoscincuenta años y  los primeros que habitaron los bosques fueron los araucanos, estos aborígenes les tenían un especial apreció a la naturaleza porque les satisfacía en todo, así que procuraban cuidar el  entorno. Para ello, se hacían diversas ceremonias que se iban traspasando de generación en generación donde se les enseñaba a los más pequeños el cuidado y el respeto a la madre naturaleza, también se les contaba que hay árboles sagrados los cuales eran intocables, lamentablemente estas tradiciones se fueron perdiendo por la llegada de los españoles quienes talaban a destajo los bosques para construir sus fortificaciones no importando la clase de árbol que fuese, y es por eso que muchos de estos árboles nativos se encuentran en riesgo de extinción como por ejemplo el Alerce. El duende empezó a caminar y Miguel lo siguió escuchando atentamente y de la nada entre dos rocas se abrió un agujero y el niño al entrar se asombró al ver allí, un gran huerto, donde pequeños duendes estaban cuidando semillas, y hay le explicó que son semillas de árboles nativos y que ellos salen en medio de la noche a plantar, cuando Miguel escuchó hablar de noche al duende mayor miró su reloj y de pronto le dijo- “! o que tarde es, mis padres deben estar preocupados¡ hay forma que pueda llegar lo antes posible al campamento”… no alcanzó a terminar la frase cuando el duende chasqueó los dedos y apareció en un árbol cercano de donde la madre aún seguía gritando se no se alejara demasiado, él se asombró de lo que pasó y miró el reloj, se dio cuenta que solo pasó unos minutos. Al salir del árbol la madre le dijo- hay estas, me asustaste niño tonto, no tomo mayor peso de lo que dijo ella. Él quería contarles toda su experiencia con el duende luego del almuerzo, pero los padres no tomaron mayor referencia de las palabras del niño.
 Cayendo la noche el padre se puso a cortar las ramas de un árbol cercano para hacer fuego, Miguel se dio cuenta y le dijo- ¿Por qué destruyes la naturaleza?, el padre asombrado se dio vuelta y le respondió- no, sólo estoy aprovechando esta para hacer una fogata, él niño le dijo que más que aprovecharla la está destruyendo y hacer más fácil la extinción de estos. Sin nada que decir el padre tomó las ramas y las llevó al lugar para hacer el fuego. A pesar de que la madre trataba de alegrar a Miguel este se mantuvo serio todo lo que duro la fogata y se fue a dormir sin despedirse de su padre.
Miguel se metió en la carpa sacó su pijama y se cambio, mientras hacía esto se acordaba del duende mayor, ya cambiado se acobijo en su sacó y con este recuerdo se quedó dormido. Durante la noche soñó que… se sintió más bajo que lo normal, se extraño más cuando salió de una cueva y hay vio una posa, se acercó y la felicidad fue total era un duende de tomo y lomo, de pronto tras él apareció el duende mayor lo saludo cordialmente y le dijo- Miguel vamos a ir a plantar las semillas ¿nos acompañas?  Emocionado respondió un eufórico sí que se escuchó hasta la montaña. El duende le entregó una antorcha y salieron a la aventura, a poco andar los ojos de Miguel no podían dar crédito a lo que veían, miles de antorchas iluminando el bosque por doquier, nunca se imaginó que podían ser tantos los duendes cuidadores de bosques. Los cerros y praderas eran invadidos por estas pequeñas criaturas que le cantaban a las semillas plantadas. Uno de los duendes le pasó a Miguel un pequeño brote de arbolito para plantar, este brillaba como el  oro y lo curioso es que mientras lo acercaba a la tierra en esta se hacía holló para recibirlo. Todos quedaron impresionados por la delicadeza que mostró Miguel y porque deberás vieron que hacia eso de corazón. En eso un duende llegó corriendo gritando- “! TENEMOS PROBLEMAS EN EL LADO SUR, HOMBRES HEBRIOS PROVOCAN UN INCENDIÓ ¡” uno de los duendes emitió un sonido tan agudo que a Miguel le dolieron los oídos y de la nada apreció el águila que vio cuando estaba en el auto pero esta vez estaba acompañado de otras más, todos corrieron para subirse a sus lomos y emprendieron el vuelo, mientras volaban, todos los demás se unían a la travesía pumas, lobos y tiernos conejos. Durante el vuelo los duendes botaban un vapor en forma de burbuja por sus bocas hasta que hicieron una nube que fue llevada al lugar siendo tirada por ellos. Primero los pumas y lobos se encargaron de ahuyentar a los hombres que escaparon asustados en un vehículo, después de esto los conejos comenzaron a mover esta nube con sus pequeñas patas ahogando el fuego y exterminándolo. Luego de la gran hazaña todos estaban muy felices y para celebrar recolectaron manzanas. Miguel y los demás duendes siguieron plantando arbolitos hasta el amanecer, luego volvieron  a la cueva a cuidar las otras semillas, él se acercó al duende mayor y le preguntó- ¿siempre pasa esto? Este respondió- lamentablemente si, Miguel quedó atónito con lo el duende mayor le dijo porque es impresionante con lo que tienen que lidiar  todas las noches. Cuidaron las semillas hasta que cayó la noche de nuevo y se volvió a asombrar con todas las pequeñas antorchas que llenaban el paisaje. Mientras plantaban, se volvió  a escuchar el grito de auxilio pero esta vez era por leñadores que talaban, se llamó a todos los animales y los duendes cuidadores. Cuando estuvieron todos juntos partieron a ayudar a los árboles que se escuchaban llorar. Un leñador se quedó por un momento en silencio y sintió un mordiscó en su pierna, era un lobo, gritando eufórico el otro leñador lo ayudó y sacaron al animal salvaje, en ese momento se enojaron e iban a atacar al lobo y ahí aparecieron todos los animales a ahuyentar a los leñadores, que no tuvieron otra opción más que huir aterrados por el suceso. Todos celebraban la hazaña con aullidos, alaridos, etc. De pronto Miguel, lo despertó al escuchar sus gritos “tranquilo hijo estás soñando, despiértate ya es de día vamos a tomar desayuno. Este feliz y a la vez extrañado por aquel sueño se vistió y  tomó desayuno con sus padres. Más tarde arreglaron las cosas y se subieron al auto, el padre le pregunto si estaban listos y la madre y el niño respondieron en forma de coro un gran si. Miguel estaba muy concentrado en el paisaje y entre los arbustos vio muchas figuritas, eran sus amigos los duendes cuidadores del bosque, pumas y lobos, y hasta en el cielo las águilas agitaban sus alas despidiéndolo. Esto a él jamás se le volvió a olvidar y en su colegio siempre armo causas para ayudar a la naturaleza. 
Página 1 / 1
Foto del autor Tomás Valenzuela Rossi
Textos Publicados: 7
Miembro desde: Jun 05, 2011
2 Comentarios 820 Lecturas Favorito 1 veces
Descripción

Un viaje pasa a ser razonar a un niño a cuidar la naturaleza después de conocer a...

Palabras Clave: Naturaleza

Categoría: Cuentos & Historias

Subcategoría: Ficción



Comentarios (2)add comment
menos espacio | mas espacio

Esteban Valenzuela Harrington


Tomás :

Muy lindo el mensaje de tu cuento, llama a la conciencia del planeta algo tan en boga por estos días. Muy bien lograda tu historia.

Mis felicitaciones y mis estrellas para tí,

Esteban
Responder
June 07, 2011
 

Emme

Tomásssss!! que gusto haber leido tu texto! es hermoso en verdad! me has transportado a ese mundo de fantasía tan lindo, graciasss!...
Saludos, Emme.
Responder
June 07, 2011
 

Para comentar debes estar registrado. Hazte miembro de Textale si no tienes una cuenta creada aun.

busy