El agónico transito de tu existencia
Va dejando un rastro turbio
en las dunas de mis soledades.
Me miras y calas con tu mirada
el horizonte que, igualmente, ovita
Junto al cadáver de mis deseos.
Tus eternidades no son  suficientes
Para llorar  el dolor que a traído,
En alforjas de odio, tu olvido.
 
¡Que miserable herencia;
Que angustia tan elocuente!
entre mis años  vividos!
 
¡Has bebido, sin saberlo,
De la sabia pura de un amor real
y has escupido…¡insolente!
¿Acaso tu boca, acaso tus miedos
Acaso tu alma…acaso tu cielo;
Han aquilatado ayeres tormentosos,
Calcinando así tus labios
Para dejarlos tristes, resentidos
y mentirosos?
Si es así, perdono el desquicio de
Tu mortal adiós.
y me marcho a  preparar
 cicuta… para los dos.