El reflejo
Publicado en Jul 09, 2011
Me encontré allí, parado en medio de un silencio frío y oscuro. Se veía sólo una tenue silueta esbozarse en medio de la nada. Me acerqué y creí reconocer en la silueta una forma humana. El brillo de lo que parecían unos ojos se reflejaba impávido contra mi; la luz sujetaba levemente su perfil en medio de la penumbra.
Percibí algo familiar en aquella silueta, mientras su mirada fuerte parecía indagarme, como yo a él. Me acerqué un poco más, y el hizo igual, casi como coordinados.Llevaba lo que parecía un sombrero, tal vez un Fedora, como el mío. Sus ojos seguían mis pasos mientras me acercaba, destellantes, impacientes. - ¿Quién eres? - Grité, pero el silencio siguió dominante. -¡Responde! - Insistí mientras seguía caminando hacia él. Su respuesta fue igual. Alargué mis pasos, el sujeto hizo igual. Impaciente, corrí a su encuentro, mientras el daba iguales pasos. La intriga me llenaba, quería saber de quién se trataba. Al instante nos encontramos casi de frente. Entonces su rostro se dibujó casi perfectamente, revelándome su identidad. Al principio se me hizo familiar, después de escudriñar un poco aquél enigmático sujeto me enteré de quién se trataba: No podía creerlo, ¡Vaya sorpresa! Era mi rostro el que tenía en frente, mi figura reflejada en un espejo, un espejo infinito, en medio de la nada. Observé el fenómeno por un instante, medité un poco sobre lo ocurrido, intenté tantear lo que tenía en frente, pero antes de hacer contacto me pareció escuchar un leve susurro... me detuve en seco, e hice silencio. De repente se hicieron los fonemas, formaban palabras que al principio me parecieron ininteligibles, pero luego se aclararon en mi cabeza. - Soy tú, soy todo lo que eres; soy todo lo que quisieras ser: Soy real. Un aire frío se apoderó de mi cuerpo. ¿Era lo que parecía? El reflejo me hablaba, respondía a mi pregunta y antes de que intentara conjugar palabra alguna, de su boca volvieron a salir sonidos, palabras: - Y ¿quién eres tú? ¿acaso lo sabes? ¿acaso crees saberlo? - Dijo. -Soy Albert Huxley, si es eso a lo que te refieres. - Le respondí, con un poco de desasosiego notable en mi voz. -YO! soy Albert Huxley, - Replicó el reflejo. - tú sólo pretendes serlo; yo soy todo lo que eres, pero nunca serás lo que soy; soy tu realidad, aunque no existas; soy todo lo que no eres y quisieras ser; soy tú, soy yo, soy Albert Huxley, soy real. No entendí lo que quiso decirme con eso, pero sus palabras me invadían, me llenaban de impaciencia. Aquello era algo que no podía comprender, pero, al parecer, despertaban algo profundo en mi subconsciente. Aunque aún no podía saber qué. - Pero si sólo eres un reflejo, mi reflejo - Le dije, esperando una respuesta que me hiciera comprender lo que pasaba. - En realidad tú eres mi reflejo. - Contestó. - Eres mi imagen reflejada; eres idéntico a mi, pero no eres como yo, no eres real. Su respuesta, como lo esperaba, me hizo comprender aquello. De repente, tuve clara la idea en mi cabeza: Él me consideraba su reflejo. - Entonces ¿soy sólo un reflejo?, ¿no soy real?. - Pregunté. - En efecto, no eres real. - Respondió. - Y es mejor que ni siquiera lo intentes ser. La realidad es demasiado compleja, enloquecerías intentando comprenderla. Además no quiero perder mi reflejo. - Dijo con un tono algo sarcástico, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Mi cara reflejaba la angustia que se apoderaba de mi. La idea tomo fuerza en mi cabeza mientras miraba al rededor. Estaba en medio de una nada absoluta, todo era un oscuro y silencioso espacio. Comprendí la sinceridad de aquellas palabras. No lo creía, de verdad no era nadie. De repente, un sentimiento de incapacidad y de ira se tomó mi pensamiento. Sólo pensaba en acabar aquella pesadilla. Entonces quise despedazar aquel reflejo con mis puños. - ¡No puede ser! - Grité con furia, mientras la sangre de mis manos llenaba el lugar, impregnando la oscuridad con un color escarlata. Mis golpes contra el espejo no cesaban y aunque sangraba ya no sentía dolor alguno. El cristal empezó a agrietarse mientras mis nudillos desaparecían contra él. Me detuve un poco, tome aire y me lancé de cabezas contra el vidrio. Mi sombrero voló junto con la sangre y los cristales por el vacío. Albert Huxley desapareció, su imagen se repartió entre los miles de pedazos del cristal que volaron con el impacto. - ¡Keep the head! - Gritó Albert Huxley, justo antes de volar en pedazos. Me desperté de golpe, me hallaba en mi habitación y mi nariz sangraba. - ¿Un mal sueño? - Preguntó Silvia, que estaba a mi lado. Sin respuesta, me dirigí al baño. Busque un poco de papel para parar la sangre. Me asomé al espejo, pero no pude verme. El espejo estaba oscurecido, sólo algunas gotas de sangre que salpicaron se veían en medio. Desde aquella noche, nunca tuve reflejo de nuevo. FIN.
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Sergio
Turmalina
TU TEXTO ES IMPACTANTE...ME GUSTÓ MUCHO...ESPERO LEERTE PRONTO...UN ABRAZO...TURMALINA