Labradores
Publicado en Jun 25, 2011
La imaginación despierta, al ver aquel viejo cuadro
Un atardecer de invierno en un campo de trabajo. Con las azadas y palas sobre los hombros cansados, regresan por el camino, polvoriento, del atajo, Dura faena el laboro de desbrozar el terreno, arrancar las mala hierbas, dejar bien parejo el suelo. Alcanzan pronto el sendero de eucaliptos arbolado, rompevientos que un abuelo, llegado niño, en un barco, plantó con hábiles manos. Hoy forman esa muralla que protege de los vientos, su magnífico tesoro, la fértil tierra, con tanto esfuerzo, han logrado El humo en la chimenea, es como una bienvenida. Bienvenida de esperanza, de calor y de comida. De la rústica casona, con sus anchas galerías, un aroma se desprende que a todos, los reanima. Sobre el fuego del hogar, que alegremente crepita, hierve y esparce gustosa, sus sabores, la marmita. La mesa ya está servida, con un sencillo mantel El padre, a la cabecera, los hijos saben cual es el lugar que a cada uno le debe corresponder Agradecen por el pan, crujiente sobre la mesa, por la salud, el hogar, por el vino y ya no pesa. el enorme sacrificio que a diario los desalienta Mucho por agradecer en esos rostros surcados, por la crudeza del tiempo, de inviernos y de veranos. La madre acerca la fuente con un halo de vapor. Sabroso y sano alimento preparado con amor. Distribuye en cada plato, las porciones, generosa. El golpe de las cucharas, repiquetea en la loza.
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Shona Lee
Andica