Toma la navaja como una prótesis adherida a tu mano
con un significado casi robótico que te sirva para alcanzarme
y sin pensarlo nada
enfila la punta hacia la muñeca que me señalo para cortarme
hazlo como si abrieras el vórtice de una ventana
que asoma a un mar rojizo
y no digas que cubro de belleza
mis anhelos de suicidio
que una mujer que desviste la poesía
es de las que no saben beber del manantial
incapaces de reconocer un oasis
de las que no se mojan con el suspiro
ni palpitan ante el ósculo más lascivo sobre el venal hortal
házmelo ahora
como quien quema el papel con la lectura
de un frío parpadeo
házmelo ahora
cuando el pecho que retumba vista de campanas
los espasmos de las mariposas
que gotean los llantos
donde el mar aborta partido en pliegues
mi bulto torácico colgado de un hilo
que echa tinta como agrios tés
que festejan
el cloacal vestigio.
Házmelo ahora
que aún tengo el moribundo estigma de poeta
házmelo ahora
antes de que te lo pida con la misericordia
con la que son asesinadas las infames bestias
hazlo ahora que poseo esta lengua
de quien domina a la eternidad
hazlo ahora antes de que mi humano ocaso
me impida el levitar sobre mis alcantarillas.