NOCHE DE LOCURA
Publicado en Jun 30, 2011
NOCHE DE LOCURA
La noche estaba nublada, ese gran faro blanco colgado en el cielo me miraba con tristeza, me sentía solo y vacío, con remordimiento de culpa, como fui capaz de hacerle algo así, ella que era tan buena, que era mi luz, la única por la cual desafiaba la luz solar, y ahora su cuerpo yace en la mitad de un frío jardín de rosas, esperando despertar, para entrar a esta realidad infernal. Todo empezó ese treinta y uno de octubre, hay un tiempo en el que todo vampiro debe enfrentarse a la soledad, donde sabe que tendrá que pasar el resto de su eternidad consumiendo la sangre de mortales inocentes. Pero jamás me imagine que ese día encontraría el amor de mi vida, bueno el supuesto amor de mi vida, en uno de mis paseos nocturnos iba contemplando mi única y gran amiga fiel, que solo por algunos días se esconde, pero siempre que suelo recalar por este lúgubre parque la he de encontrar allí colgada en el cielo, yuxtapuesta al sol, así como yo, de pronto baje mi mirada y en una de las sillas se encontraba ella, era la mortal más hermosa que había visto, su esplendorosa deidad me cegaba, decidí acercarme lentamente, mis pasos eran suaves y sigilosos, no quería asustarla, mientras me acercaba la observaba detalladamente, miraba sus grandes ojos fijos, sus cabellos eran oscuros como la noche, su rostro tenía un esplendor que iluminaba más que el mismo sol y su boca, sus preciosos labios me hacían sentir la misma sensación que tengo al beber mi elixir de vida, hace mucho tiempo que no sentía esto por alguien, de no ser porque soy un muerto en vida hasta me hubiese atrevido a decir que sentí que mi corazón palpito por un segundo, absurdo pensamiento, si esto me hubiera pasado en mis tiempos de mortal, cuando aún éramos politeístas tendría la osadía de pensar que era la misma afrodita. Al llegar a ella no supe que hacer, de pronto me encontré enredado en una gran pregunta sin respuesta inmediata, ¿Por qué me le acerque, cual es mi intención?, al no obtener una respuesta supe que mi intención no era atacarla, tuve una opulencia de miedo al tratar de hablarle, pero ella no se mostró indiferente y para mi fortuna fue ella quien me dirigió la palabra preguntándome algo que hace demasiado tiempo nadie me lo preguntaba, ¿Quién eres?, no se la razón ni el por qué le respondí con tanta seguridad y confianza pero solo sé que unas pocas palabras le dije que era más no quien era, ¡ Soy un vampiro¡ y soy el lord Johann Amadeus van Stevenson tercero, hoy es la noche en que aún no explico mi respuesta, pues al decir esto la mayoría de los mortales suelen correr o quedarse perplejos sin que su cuerpo tenga el más mínimo reflejo, pero a ella le causo gracia, supe que podía ser abierto con ella, así que en menos de un segundo hice un movimiento a una velocidad increíble, al menos para los mortales y me senté al lado de ella, seguía mi mente y cuerpo haciendo cosas que nunca había hecho frente a nadie, ella se quedó asombrada pero no asustada, lo podía sentir. Así que se levantó y me dijo que si quería caminar junto a ella, vaya propuesta, por supuesto que acepte, ella sentía que no le quería hacer daño y yo cada vez me convencía de que esa era la mujer la cual quería a mi lado para siempre. Cuando nos encontrábamos frente al jardín de rosas ella me miró fijamente y me dijo “hoy mi prometido me ha engañado” yo puse mi dedo en sus labios pidiéndole por medio de un simple y corto “shhhh” que hiciera silencio, mirándola a sus ojos le dije “calla mi bella dama, no es ninguna desgracia, aquí tienes un servidor para el amor, solo si tú lo deseas por hoy y siempre seré tu señor.” Ella sonrío, la más esbelta y hermosa sonrisa que he conocido, no hubo necesidad de que respondiera, pues para mi basto con aquel gesto angelical que de su boca salió. La bese, y en ese instante mi apetito por la sangre apareció, yo no quería hacerle daño pero mi cuerpo no reacciono, el instinto asesino en mi apareció, pensé que destino me tocaría si le hago daño al amor de mi vida, sé que podría morderla y después con un poco de mi sangre convertirla en lo que ahora soy, pero no quería destinarla a sufrir lo que me ha tocado a mí, ser vampiro es estar condenado a vivir en las sombras sin nada de amor. Al final mi instinto pudo más que mi amor, y de un solo movimiento me encontraba en su cuello, bastaron de un par de segundos para persuadirme de una fría y pétrea lagrima que de mis ojos salió, no lo podía creer, quede perplejo ante tal situación, la solté y empecé a caminar lejos de ese lugar. La noche estaba nublada, ese gran faro blanco colgado en el cielo me miraba con tristeza, me sentía solo y vacío, con remordimiento de culpa, como fui capaz de hacerle algo así, ella que era tan buena, que era mi luz, la única por la cual desafiaba la luz solar, y ahora su cuerpo yace en la mitad de un frío jardín de rosas, esperando despertar, para entrar a esta realidad infernal. Debía tomar una decisión rápida antes que su cuerpo pereciera, sabía que mi destino era la soledad, pero por que no cambiarlo, si mi amor por aquella dama llegaba hasta las estrellas, porque no vivir una eternidad con ella y ser para siempre feliz, si ya había sufrido lo bastante como para no merecer un poco de alegría, así que me decidí, volví hasta el parque y ella aún se hallaba allí, al llegar al jardín y tomar su cuerpo envuelto en aquellas rosas rojas, que daba a su pálido aspecto un poco de vida, me percate que su alma ya no se encontraba allí, triste destino, me toco de nuevo sufrir, ya jamás volveré a ser feliz. FIN Camilo Henao Valencia
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