A veces siento que no vale un instrumento musical para transmitir todo aquello que sentimos.
Que hay demasiada alegría, demasiado sufrimiento y demasiadas sensaciones imposibles de transmitir a traves de la música.
Lo intento transmitir y simplemente rompo a llorar, porque a pesar de si he tenido un buen día, sé que mañana no será así.
Y aún derramando lágrimas por una vida no grata, se que es absurdo y egoísta llorar por ella, que dista demasiado de la de un niño mas desgraciado en Africa, Asia o Suramerica.
Y es este el motivo por el que solo un llanto, una lágrima, una sonrisa o una carcajada puede decribir lo que nos sucede. La música no sirve para esto.
Y es de este modo en el que entramos en esta espiral de llanto y lágrimas, que siendo o no motivo de vidas ajenas, son insuficientes para mejorar este mundo, simplemente lo convierte en un lugar más triste.
Vemos en las noticas vidas desgraciadas, muertes y deseamos que ojala no fuese así, pero conpadecerse tiene un propósito tan nulo y tan vago como echarse a reír.
Somos unos egoistas. Llorar por motivos tan insignificantes frente al hambre, el crimen o la injusticia que se reparte en el mundo, es lo que realmente deberia hacernos romper a llorar.
Por eso escribir estas palabras me inspira odio hacia mi mismo y a todos lo que son como yo. Podríamos dedicar toda nuestra vida a ayudar en la mejora de la vida de los mas desfavorecidos, y aun seguiríamos engañando.
La vida es tan bella, que olvidamos que para otros es un infierno.