Un partido entre el Iturgitxi y el Erandio se interrumpe por una pelea entre un padre del Erandio y el portero suplente del Iturgitxi. El partido acabó con un 3-2 para los locales.
Hacía un frío despiadado aquella tarde en el campo del Iturgitxi en Bolue. Los padres habían pagado con prescindir de la siesta  del mediodía para presenciar el partido de los chavales contra el Erandio. Ayer a las cuatro de la tarde no sería distinto: guantes y correr la banda para poner verde al arbitro fue la mejor manera de entrar en calor.
Si bien es cierto que en un partido de juveniles los protagonistas suelen ser los que visten de corto (meto al arbitro dentro del saco), ayer en Bolue  la atención se centró en incidentes que dejaron el resultado como una insignificancia.
Los erandiotarras llegaron en tropa, con un despliegue de esos que recuerdan a las hinchadas inglesas. Vinieron jugadores a la cabeza, seguidos por sus técnicos, dirigiéndose a su grupo con aires de comandante, y con los padres cubriendo la retaguardia del grupo. Ayer pocos durmieron la siesta después de comer en Erandio.
Dejando a un lado lo extradeportivo, el partido arrancó con un césped poco practicable, en el que el agua se había acomodado en lugares vitales para la buena circulación de balón. El centro del campo, ambas áreas y las bandas cobraron agua durante todo el partido. Al mal tiempo buena cara. El Iturgitxi trató de bajar el balón al suelo y jugar con un medio campo ordenado, pero la lluvia convirtió el encuentro en un toma y daca constante. El balón largo al delantero parecía el camino más corto hacia la portería rival, y ambos equipos se percataron de ello. La línea defensiva concedió dos errores defensivos en la primera parte. El Iturgitxi aprovechó ambas con dos jugadas similares que culminó Iñigo frente al meta erandiotarra.  A la caseta con 2-0 para los locales.
Tras el descanso los verdes salieron confiados y empezaron a perdonar y a despistarse. La lluvia no cesaba y el Erandio supo materializar las ocasiones con dos goles en dos jugadas de estrategia. Fue un partido de esos que los gana el más listo, el que escarba más hondo en los puntos débiles de la defensa. El Iturgitxi lo sabía, y si quería seguir dentro de la lucha por el campeonato, tenía que ganar. El empate mostraba la igualdad en el luminoso, pero no en el césped. A falta de 20 minutos el Erandio se venía arriba y el Iturgitxi no se acababa de creer la remontada rival. Eso, unos padres acordándose de la madre del árbitro y el ruido incesante del chaparrón golpeando en los paraguas propiciaron la tensión entre los equipos.
Fue entonces cuando murió el fútbol y empezó un partido donde se creía que los goles llegaban a gritos e insultos. La tuvo Mikel tras un corner pero el balón acabo fuera. Se estaba jugando un partido emocionante en Bolue, y a falta de 10 minutos y un empate, lo raro fue que no se les prestara atención a los jugadores.
 
Mientras el juego se ahogaba en los charcos y se interrumpía con patadas, Unai Martinez, portero suplente del Iturgitxi fue a recoger un balón que se había marchado tras una ocasión anterior. El chaval actuó como requiere una función tan simple como esa. Cogió el balón y se dirigió al banquillo. Fue entonces cuando un aficionado del Erandio (el padre del dorsal 7) se dirigió a Unai: “Eso muy bien, que solo vales para recoger balones”. El portero que iba con el balón camino del banquillo, no consintió las palabras y fue adonde él, se presentaron a base de  conjunciones y el padre empujo al portero suplente. Unai explotó y le propinó un puñetazo en la nariz.
El padre del número siete  quedó tendido en el suelo varios segundos. Parecía un K.O., un combate de un solo golpe. Pero el hombre se levantó por si solo como un pugilista en una final por el cinturón de oro. No todos los presentes eran de su condición y se interpusieron entre ambos púgiles, dejando el asunto en un tabique desviado, unas gafas rotas e improperios.
 
Eran casi las 6 de la tarde y el partido no podía acabar de una manera más triste. Tal fue el revuelo de la pelea que el colegiado paró el encuentro, dado que muchos jugadores del encuentro se involucraron en defender a su compañero.  El hijo del padre golpeado, que también jugaba los últimos minutos del encuentro (todavía en empate) gritaba “¡no os peguéis, es mi padre!”. Sobrecogedoras palabras de un niño que solo quería jugar al fútbol un domingo por la tarde.
 
La ertzaintza llegó una vez finalizó el partido con 3-2 a favor del Iturgitxi (el resultado quedó al margen después de tan disparatada situación. El gol de la victoria lo firmó Aitor a falta de escasos minutos para el tiempo reglamentario, precisamente justo después de lo sucedido en las vallas de la banda derecha, donde se situaban todos los aficionados y padres del Erandio. Finalmente no hubo denuncia por parte de ningún protagonista, pero ayer Bolue fue un mal ejemplo de deportividad y de señorío.
 
“DALES DURO HIJO”
Queda patente. Cada vez más se ven altercados entre padres en partidos de fútbol, y es que los padres causan el 80% de los altercados en el fútbol base. Ayer los ánimos como “hijo si te dan, tu también y más fuerte” o “arbitro eres tonto del culo” plantaron cara al mal tiempo para ver quien hacía más ruido.
El presidente del Iturgitxi, Mikel Pardo, habló al respecto de lo ocurrido y dijo que “es inadmisible lo que ha ocurrido”. El alto cargo del club pidió acabar ya con la violencia en los campos de categorías menores. “No podemos tolerar este tipo de altercados, es lamentable que el todo el campo haya tenido que verlo”, se resignaba Pardo, cuyas palabras fueron oídas por todos los presentes padres.
 
 
 
 
 
 
 
 
Un paseante que descansaba en un banco cercano al campo, opinó acerca de la pelea:
“Parece que ahora los chavales no se apuntan al fútbol, sino que se les alista. Los padres deben tener un poco de respeto por los críos, que al final lo único que quieren es jugar un rato”.
 
El partido dejó mal sabor de boca a los espectadores de este domingo, cuyas expectativas en el partido se habían visto interrumpidas por el altercado. “Nosotros solo queremos jugar”, comentó un jugador del Iturgitxi tras acabar el partido.