Microrelato 2: Esa criatura.
Publicado en Jul 06, 2009
Dolores cada vez más seguidos y fuertes. Hubiera preferido no emitir un solo quejido, para evitar exacerbar algunos ánimos rondantes. Pero no puede. Debería –como maldice la Biblia-, parir los hijos con dolor. Y en ella, el dolor es ya desaforado, pero no por el parto mismo, sino porque una vez parido, no tendra más en su vientre a esa criatura. Piensa que fuera de su vientre ese diminuto ser quedaría desprotegido. Rostros que la reciben como un botín. Quizás llora por eso o porque quiere juntar su llanto al de su criatura, así prolongar un poco más la unión. Pero se la llevan, mientras ella queda ahora sí, definitivamente abandonada. El silencio se chupa los pasos marciales. También, de rehén, al llanto amado. Oscuridad. Ella vaciada y vacía. Piensa que todo macabro acontecimiento tuvo su origen en el único momento en el que Dios se distrajo de nosotros, en el único momento en el que Dios padre se quedo sin respuesta cuando el hijo del hombre le reclamo: ¿¡Padre, por qué me has abandonado!? ¡Si tan solo hubiese podido verlo! O al menos, a alguno se le hubiese escapado algún comentario. Pero nada. Intenta llenar tanto vacío con varios nombres, de varoncitos, de mujercitas. Piensa que los ángeles no tienen sexo. “¡Mi angelito, mi angelito!” Se la chupó la definitiva impunidad.
Página 1 / 1
|
abel nicolas montenegro