Vengo de lo lúgubre
apuñalado por varias reverberaciones vagas.
Sometido también al terror de los candiles
que en mis ojos en diáspora parecen concretarse.
Vengo de aquellos lares donde no sopla el viento
y el cuervo se hace frío en una estalagmita
tengo en mi pecho malas heridas esteparias
y el corazón que palpo junto a mi entraña abierta.
Nacido de los entes de la mayor tristura
busco las situaciones de un prado de entereza
y unas manos castalias que me devuelvan vida
así como que laven mi marea de llantos.
No hay lugar para tanta laxitud en un pecho
por eso busco un beso que lo vuelva camelias.
Desmontar para siempre este mi arquetipo
y cantar al calor de la luz de la lira.