EL SOMBRERO DE PAJA - EL LOCO DE ANDRES -
Publicado en Aug 20, 2011
"El tuerto da gracias a Dios cuando se encuentra con un ciego", así dice irónicamente la bella y exuberante Magdalena, la mulata que vino de Cartagena el año pasado, dice lo que dice cuando descubre las miradas burlonas y el cuchicheo perverso de la gente del poblado, todo es por el loco Andrés, sino por quién más.
Al murmullo sincronizado que alimenta las suposiciones Magdalena piensa, piensa y lo dice, no importa a quién, jamás le importó, no mide consecuencias, nunca la hecho, así es Magdalena, entonces piensa , dice, "si das de comer a los hombres, mira su corazón y si lo haces con las bestias, mira sus dientes" El loco Andrés es un mulato flacucho, más flaco de lo que la flacura puede entenderse, seco, como el pajonal de invierno, y seco como los retacho que queda del incendio de campo y perdido, ufff y tan perdido como para aquello que se creen que ya se han encontrado, dice la cabeza que me sostiene que es instruido pero no se sabe quién fue el maestro que busco entre el carbón y encontró el diamante, "nada se parece tanto a un hombre de buen sentido como el loco que contiene su lengua" Esto que les voy a contar pasó, en el mismo tiempito que transcurre la hora de un recuerdo, era verano y volvíamos de la estancia de Don Hugo Salvatierra y ahí justito fue que lo vimos. El loco Andrés siempre deambula, no tiene rumbo, así son los locos, el rumbo no existe, pa´ que complicarla tanto si total el mundo es redondo y siempre llegamos al punto de partida, -¡oye Andrés, ¿quieres que te acerque?, voy al poblado; -sí, está caliente la tarde, mejor y de un salto ágil sube al carro, y como quiere la cosa y como las cosas quieren el diálogo surgió como una bandada de pájaros, "dicen que se conoce un buen día por su aurora" y Andrés tuvo una aurora clara ese día porque de su mente trastornada las palabras le salieron interesantes. -¿Qué me cuentas de nuevo Andrés, que te parece la cosecha de este año?, - por el color de la drupa, parece que va ser buena, pero no faltará alguno que diga que la del año pasado fue mejor. - sí, sonríe la cabeza que me sostiene, el hombre nunca se conforma. - el hombre nunca se conforma con ser hombre, dice Andrés, y no está mal que uno se esfuerce para superarse, pero se llega al punto que de que mucho le parece poco entonces por consiguiente todo le parece inalcanzable, entonces el fracaso comienza carcomiendo las entrañas hasta que un día cualquiera, después de que uno ya abarató el todo, siente el vacío del estómago, ¿y sabe porqué?, porque se quedo sin entrañas, sin tripas como se dice. - ¿Andrés puedo hacerte una pregunta? Andrés lo observa con sorpresa detenida, por supuesto. -Don Andrés ¿es usted feliz? El loco Andrés sonríe, mira hacia el costado, hacia atrás, hacia abajo del carro, hacia arriba, la cabeza que me sostiene piensa que se volvió a perder en su sinfonía de locura, esa sinfonía en que uno cree que es indescifrable y otra veces, otras, suele ser envidiada. Andrés no puede comprender porque la realidad es tan proporcionada, tan simétrica, con lo vivo que es la sinuidad, por ejemplo, sonreír es un serpenteo, mirar es una oblicuidad, amar es una ondulación de emociones, hasta odiar es una concavidad, y reniega a más no poder de su suerte de no entender, -mire, le dice a la cabeza que me sostiene, "ni siquiera los cinco dedos de nuestra manos son iguales", la felicidad que usted me pregunta ¿es la misma felicidad que usted entiende como felicidad, hay un concepto universal sobre la felicidad? La cabeza que me sostiene frunció tanto su seño que me arrugo hasta a mi. ¿me pregunta si yo con mi locura galopante soy feliz?, si vivir como vivo y sentir como siento, compartir el tiempo sin limite ni resguardo, soñar con los ojos abierto si darme cuenta que estoy soñando, si creer como creo olvidando lo que me hacen , si viejos amigos los reconozco siempre como nuevos, si amo sin edad, sin fechas ni calendario, si la belleza para mi es infinita más allá de la oscuridad de la noche, ¡ay escuche mi querido amigo!, hay sabiduría en estos días placenteros, sabiduría que se puede alcanzar con solo extender la mano, mire, dice Andrés, hubo una vez un hombre que pensó que matando un gigante lo iba a convertir en un valiente caballero y de esa forma podría con toda seguridad pedir la mano de su enamorada, su felicidad dependía solo y tan solo de matar al gigante a pesar que su compañero le advertía con premura del error que estaba cometiendo, - ¡mi señor, le decía, por favor no haga semejante locura, eso no es un gigante, es solo un molino de viento, -¿está seguro Sancho que no es un gigante, no serán tus ojos los que te engañan? La sabiduría, la coherencia y la felicidad no dependen de la lógica, sino de comprender y aceptar que hay misterios en la vida que es difícil de desvelar, pero no imposible, ¿cual es el apuro de entender tantas circunstancias de criterios? Eso, le advierto querido amigo, eso es un riesgo que a uno le puede costar perder la cabeza, ¿me pregunta usted si soy feliz?, sí, lo soy. El loco Andrés aún sigue por estos tiempos que sabe a café, a desventaja, a incertidumbre, caminando confiadamente a la deriva. Y yo, inverosímil sombrero de paja os digo: "cualquiera que sea la altura del cuello, la cabeza siempre está encima de él" Hoy he tenido una buena aurora, vaya que sí, sí señor...
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Hoz Leudnadez
sin duda... este es el mejor de los capítulos que te he leído en verdad bueno junto
con el capítulo vii de la anterior saga. Este ahonda y es casi tan intenso
como en aquella aventura donde la cabeza que lo sostiena era más jóven
y se topa perdido frente a la mujer aquella, el diablo que se desviste de mujer
dice un amigo del café poético. La cabeza y el sombrero, en ambiguedad
con semejande duda y curiosidad, y el viejo loco que se estremece
y que no alerta de su asombrosa intensidad... en este se resurje el clásico arquetipo tierno
del trotamundos cafetiano, en el cafetal existen entonces parajes cósmicos
donde lo menos importante es el pensar sino el sentir
en verdad Andica, sos de lo más....
y sigo y espero esoty contigo nena!
Andica