SOMALIA
Publicado en Aug 20, 2011
Este día me guardaré toda la frivolidad que groseramente llevo en mí, desde que a mis padres se les ocurrió engendrarme, no sé si para bien o para mal, en un otoño del siglo pasado: hoy escribiré de un campo de terror, tan absurdo y vergonzante como el de los nazis, así de esa dimensión.
Aunque sistemáticamente rehúyo los compromisos, principalmente con mucho éxito el del innecesario matrimonio; el tema de la barbarie en Somalia, francamente, me ha hecho trizas, perturbado como pocas cosas en mi ya añorosa vida. Las imágenes en los noticieros de televisión e internet resultan dantescas, inmorales, absolutamente inhumanas y perversas. Los niños en estado de agonía, con moscas en sus caritas, con sus esqueléticos cuerpos a la intemperie, se convierten en un grito desgarrador de piedad a la humanidad entera, a nuestras blindadas conciencias, erosionadas desde hace mucho tiempo por diversas ocupaciones cotidianas. Los países mirando únicamente sus intereses económicos y políticos, derrochando recursos en temas tan triviales como guerras, investigaciones "científicas" que poco ayudan al ciudadano común, en carreras nucleares, en oropel de celebraciones demenciales, en dimes y diretes. Esa enorme barbarie en Somalia y en otros países del Cuerno de África es claramente la negación del hombre por el hombre, y hay que decirlo con voz fuerte. Tan inmensa tragedia no se generó de forma espontànea en un día, era evidentemente una catástrofe anunciada hacía varios años. La hambruna merodeaba cual bestia apocalìptica cada vez más próxima y agresiva, especialmente en ese país africano; entonces, despuès de que África ha sido "saqueada" desde hace años, ¿quièn se beneficia con esta hecatombe? Los políticos de todo el mundo en lo suyo, en lo que son especialistas, y aquí no hay honrosas excepciones: medrando con el poder, con el dinero, ver dónde pueden beneficiarse inmoralmente o quizás legalmente, sí, pero con una interrogante moral y ética en sus decisiones. Los medios de comunicación ven esta tragedia nada más con signo de dinero, y la cobertura es en proporción directa a la retribución que obtienen a través de la venta de publicidad en minutos y minutos o planas completas que endilgan a sus audiencias y cuando el rating ya no da, sencillamente olvidarán la noticia; el comunicar, primero es negocio y si sobra tiempo, pues algo de responsabilidad social, por supuesto, nada que ver con los ideales de Don Francisco Zarco. Nosotros los ciudadanos de a pie, como usted y yo, en todo el mundo somos igual que siempre, quienes podemos solucionar pronto y eficazmente el infortunio de años de los corruptos gobiernos en esa nación, enriquecidos obscenamente a manos llenas, llevándola a tal miseria, que hoy enfrentan las consecuencias, sólo que la factura en el recuento de los daños es a cargo de los niños somalíes. En lo personal, y al menos de momento, he dejado de pensar mezquinamente, estúpidamente, en qué bar me reuniré mañana con mis amigos, cuál traje y corbata usaré para lucir mejor ante ellas, quién de todas es la más cool, decente y bonita para llevarla como pareja a la graduación de mi sobrina, qué reloj es el mejor accesorio para tal ocasión, es decir: trivialidades, inmundicias, ligerezas de mente y espíritu. Mientras tanto, y en lo que he escrito estas líneas, han muerto por hambre en Somalia 20 niños, así que, ¡al carajo!, ya no escribiré sobre el tema, pues no quiero sumar muertos en mi conciencia, y menos si cuando escribo estoy llorando... como niño... con hambre. Autor: Benjamín Torres Uballe; prohibida la reproducción total o parcial a través de cualquier medio con fines de lucro sin la autorización por escrito del autor.
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Benjamn Torres Uballe
Muchas gracias por tu amable comentario, aprecio tal generosidad.
Te envìo saludos respetuosos
Benjamìn
ana reyes