DILOGO INTERIOR II
Publicado en Aug 31, 2011
DIÁLOGO INTERIOR II
¿Que más podría decirte, además de lo que he repetido inumerables veces? Ahora ya no recorres este cauce desolado y seco pero oigo tu rumor y se cimbran las piedras que circundan mis meandros. Esas rocas afiladas profundamente insertas en una experiencia aferrada a mis ancestrales ritos. Ésas que no han sido arrazadas por el empuje de tus sueños. Y no han rodado alizandose, ni se han alejado de la ignea fluctuación del orígen lumínico del hilo que recorre la extension del tiempo y del espacio en que soy y en que divido tu corriente de sueño y de vida asentada en tu cuerpo, inserto, como el mío, en los malos olores de este mundo. ¿Cómo podría dejar de mirar la forma en que comes, el modo con el que te cubres del sol y del frío, la manera de limpiar tu cuerpo del diario influjo de la actividad cotidiana y del intenso ejercicio del sexo y el aroma del sudor? No podría ignorar mi propia animalidad y luego olvidar la tuya. Más bien me siento hermanado, identificado con nuestras semejanzas. Tal vez amaría tus ademanes en el baño. Tal vez amaría tus mohines y contoneos al llevarme de comer y comer tu misma. Tal vez hasta amaría costumbres cotidianas, como la de delinear las cejas, arremangar las pestañas, pintar los labios y hasta la forma de acudir al retrete, al fin me gustas y te deseo con vehemencia. SAN JERÓNIMO LÍDICE, AGOSTO 28 DE 2011.
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