Tostadito
Publicado en Jul 08, 2009
Tuvimos varios caballos y yeguas que eran utilizados en las distintas tareas del campo, tanto para cabalgar como para tirar el sulky o carrito. Había vecinos que tenían caballos exclusivamente para utilizarlos como montados y otros para tiro. Los nuestros, en lo posible, tratábamos de acostumbrarlos a ambos menesteres, así su utilidad era doblemente aprovechable; ésto no se lograba fácilmente, ya que requería mucha paciencia y no se adaptaban prontamente debido a que para andar en el sulky o carritodebían marchar al trote ligero, mientras que para la cabalgata lo debían hacer al trote corte o al galope.
De todos los que tuvimos no podré olvidar nunca al Tostadito, un caballo de color ruano que mi padre le compró a un tropero que llegó un día a casa a ofrecerlo en venta. Estos troperos eran generalmente muy buenos domadores de caballos, los que una vez amansados, formaban una pequeña tropilla con la cual salían sin rumbo fijo a recorrer los distintos lugares, ofreciéndolos en venta o en canje por algún potro arisco. Pernoctaban a la vera de las calles, o cerca de alguna aguada, para continuar viaje al día siguiente. Estos troperos dedicados así a la compra y venta de caballos eran personas muy sacrificadas; viajaban casi siempre de a dos, llevando un pequeño equipaje que colocaban en maletas especiales cosidas en ambas puntas y ahuecadas en el medio, que llevaban colgadas del anca de su montado. Recuerdo el día que llegó a nuestra casa este tropero, llevando a la par de su caballo al Tostadito , quien tenía colocado un bozal con una rienda de suela que servía para sujetarlo. Mi padre al principio regateó bastante para comprarlo, porque casi no lo necesitaba, pero el hombre insistió lo suficiente como para que se decidiera, diciendo que era el último que le quedaba de la tropilla y quería desprenderse de él, porque debía viajar más libre a Alejandra(localidad más al sur de Romang, de donde procedía) y que ya hacía varios meses que faltaba y su familia seguramente estaría preocupada por su suerte. Después que cerraron trato con mi padre, cosa que me agradó enormemente, me dijo el ex- dueño que le pusiera de nombre El mal despreciado porque fue el primero que compró y el último que vendió de esa tropilla.Papá me autorizó que le eligiera nombre. Al principio pensaba llamarlo Zoquete porque tenía la parte inferior de sus cuatro patas de color blanco, pero como el resto del pelaje era casi rojizo lo llamé Tostadito . Resultó ser el mejor caballo que conocí en mi vida; a pesar de ser de porte bastante pequeño era de aguante para el trabajo. Con mis diez años me pude dar el gusto de enseñarle a tirar el sulky, resultando increíblemente manso al colocarle los distintos arreos, o sea todo lo necesario que llevaría puesto sobre su cuerpo: un freno especial puesto sobre su cabeza con "tapacara" (dos pantallas de suela colocadas a la par de los ojos) dos argollas de donde se prendían las riendas, la pechera que podía ser de suela colocada sobre el cogote, con una parte que le cruzaba el pecho del cual se prendían dos tiros, que podían ser de suela o cadena fina,sujetos al balancín de la parte delantera del sulkydel cual cinchaba el caballo y la silleta puesta sobre el lomo, colgando de cada lado una pasadera en forma de aro de suela en la cual se introducían las barras del sulky, sujetas por una prolongación debajo de la panza. El Tostadito así como era "guapo" para los distintos trabajos, era tan manso, que cuando salía con él, no precisaba atarse a un árbol o palenque mientras duraba la diligencia, a tal punto que mis hermanos lo preferían para salir de paseo. ¡ Las veces que lo habré atrapado en cualquier lugar del potrero, sin ninguna clase de soga! Le silbaba de manera que él entendiera, lo apartaba de los otros caballos y luego de acariciarlo lo montaba en pelo y sin freno; lo guiaba propinándole suaves golpecitos con la mano abierta en los costados de la cara; así montado traía a los demás caballos o a las lecheras por la tardecita, que era la hora de encerrar a los terneros en el corral. También era muy veloz, Solíamos hacer nuestras "picaditas" si les daba unos metros de ventaja. Con él aprendí a andar parado sobre su lomo al trote y galope corto.Lo aprendí practicando en tiempos de langostas, con la ayuda del palo de la bandera que utilizábamos para espantarlas.Fue sin dudas mi mejor amigo. No me avergüenza decir que "conversábamos" de muchas cosas. Con mi imaginación de adolescente le prometí que nunca lo dejaría morir. Pido diculpas al lector si hoy trato de cumplir con esa promesa .
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jorge martin fontana