Cita a miopas
Publicado en Sep 24, 2011
Hemos quedado como el que realmente quiere la cosa, una tarde de sábado con sol saliente tras mejorable mañana con nubes cobardes huyendo en prosa. Jugaba el Athletic de Bilbao, no pienso rimar con verbos mal dichos. El caso es que había bichos en la campa tras el empate aceptable de los susodichos, pero solo una guitarra fue suficiente para levantar el clima perfecto entre ella y yo. La compatibilidad fue importante, pues toco empuñar el mástil e improvisar lo que ella quería sin que sonara chocante. Frágil situación no fue, gracias a mí y a ella, que nació algo detrás de las orillas de la hierba verde cual querella impuesta por su voz rebotando en las paredes de la gran vía.
Tras llamadas ajenas a mí, y haber hecho lo idóneo sin querer, queriendo que sucediera, hemos tenido que movernos del Eden, para que ella cogiera el autobús hacía su hogar. Sin haberlo previsto antes, tengo que decidirme a besarla antes de que se valla tal y como habíamos acordado durante el transcurso del curso. Me dice, falsa como ella quiere hacérmelo saber, “dame dos besos”, mas yo sé que no son sus mejillas las que se preparan para tentar mis labios. Tome sin embargo su menton con suavidad, y dirigí cual capitan al timón su cabeza para posar su boca en la mía. Ahora no me creo que lo este relatando, cuando todavía puedo sentir el hocico de la felicidad probando el pasto de la hierba por fin libre de la tierra que la oprime desde que su opresión le enerva. Así que será mejor dejar de intentar captar mañana lo que ahora, y obedecer al buen gusto y seguir recordando la que será siempre la cita más perfecta que puede tener el ser humano.
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