NO HAY TROYA
Publicado en Oct 09, 2011
Tal vez ahora: un par de copas, cinco años más tarde,
segunda botella y la misma melancolía; sea tan idiota recontar el cuento como esperar cordura con tanto alcohol en la sangre. Pero hay cosas que increíblemente me callé. Y no sabes tú que los locuaces no son más que tímidos maquillados de payasos; tristes bufones de sonrisa permanente o mujeres con cuentos tan trágicos que son ridículamente inconfesables. Tú sabrás sólo de la clase de filosofía: Era jueves y las nubes habían tomado el cielo en preludio de aguacero. Cubrimos con bolsas plásticas los portafolios sin evitar que se corrieran algunas láminas. Cruzamos juntos la puerta sin mirarnos. Una cuadra a pie. Nerviosismo. Poco a poco sin armadura ni heroísmo y las manos tropezaron accidentalmente. Un par de truenos desataron la lluvia de gotas espesas que corrió cuanto pudo y terminó empozándose como un mar bajo e inquieto en plena calle. Creo que intentamos distraernos... yo no quería mirar y no sé si querías mirarme. Entonces tocó ver en todas direcciones: los paraguas inútiles, los zapatos mojados, la gente que huía de la escena y nos dejaba en plena odisea. Tentados. Susceptibles por la lluvia. Calle arriba, en contra del agua. Melancolía del llanto gris de los Dioses que nos bautizaba las manos, ahora unidas deliberadamente. Los ojos confundidos que terminaron encontrándose. El frío dentro y fuera. Mi frío era el de siempre... el tuyo quizás era joven... Hubo que abrazarse con fuerza para lidiar con la agonía de tantos años... Hubo que abrazarse como creyendo en la pertenencia, en la realidad. Fuimos muy buenos actores o no estábamos actuando. O no sé, quizás ya estoy afectada por las copas. Cuando la tarde agonizó sobre el asfalto y murió en tus ojos verdes hasta oscurecerlos... cuando la noche se tendió sobre tu espalda y avivó una soledad añeja. Es tonto, lo es casi... pero no pude evitar creer que mi mejor opción eran tus palabras, reales o no. No tengo culpa, ni arrepentimientos. Brindo por eso. II Brindo al recordar que cuando ya el agua recorría las aceras y las avenidas: desordenada, ruidosa e incontrolable; me pareció que nos ahogábamos en el tormento de los recuerdos y de allí al abrazo inadecuado, al juicio alterado, a las bocas que violan promesas. La guerra de pieles entre frenazos y tiendas abarrotadas de gente que se apartaba de nuestra odisea. Tú y yo no pudimos con el alma. Llegó la dificultad de atarse al mástil, la tentación que nos arrojó de cabeza al fondo de las aguas, los cantos de sirena que nos arrastraron al embrujo peligroso de las olas. La huida a cualquier lecho... Sirve de nuevo mi copa para recordarte en escena: unas veces Ulises, otras veces el Cíclope ciego; un humano que tejía besos con paciencia, un Dios seductor que prometió eternidad. Brindo por la falsa eternidad. Brindo por nuestra Troya ilusoria y por la guerra real de mortales desarmados que no pudieron escapar. Sírvela para brindar, porque yo sé que fui la tentación que te alejó de Ítaca, pero también fui Ítaca y la paz que anhelabas. Un jueves, una tarde, una noche. Al final de la botella podemos volver a las sábanas con logotipos y los espejos. Los ventanales que intentan ocultar nuestras faltas. Podremos amarnos en oculta escena sin evitar que regrese el sol del viernes; ni el Ávila brillante a las siete am; el ruido de la regadera... Con tristeza mirar, a través de los cristales, la guerra común y corriente de la vida donde permaneceremos sin ser más que simples mortales.
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Fairy
Un gran abrazo
Sachy
Leidy Mar
juanito
Leidy Mar