"Quién habla del prójimo, hace feliz al diablo", le dice Anna  al viejo Wartin,- "los testículos, depende de la manera de cómo se lo lleva", dice él, mientras levanta con la mano a la altura de su  cabeza soberbio y jocoso un vaso de ron, ella replica con una mirada felina - "es, por decir, imposible estarse de pie en este mundo sin bajarse" mi niño, -¡a no mi morena!, "conmigo, el agua tendrá la forma del vaso", ella lo observa y se manda un trago de ron, sin hacer ninguna mueca y luego sonríe melosamente, -"no vale la pena morderse el ombligo", -¡te confundes de nuevo mi niña!, pero más que sí, pa` que hacerla larga, "a la iglesia con los santos y a la cama con los vivos", le refuta él mientras le guiña un ojo y larga una carcajada estridente y poderosa.
A ambos los conozco desde que tengo noción sobre  la taberna de Don Marcelo, es el único lugar dónde se los ve y el único lugar dónde se los escucha, siempre igual, los dos sentados en la misma mesa, brindando desde las 8 de la tardecita hasta que la luna brilla en lo alto, se caracterizan por su extraño diálogo, es que nunca se sabe de donde viene  sus lenguas, no son esposos, ni hermanos, ni amigos, ni conocidos, ni vecinos, ni enemigos,  ni na` que se les parezca, el poblao` dice como dicen siempre cuando no entienden circunstancias lógicas y no tan lógicas también, que son demonios, otros dicen que es un demonio y un ángel, pero no sabe cual es cual, otros dicen que son unas animas perdidas y que hablan de un asunto pendiente, ¡ahhhh si habré visto y oído cosas raras en este pueblo, que no me cabria ninguna duda que los fuesen, así que me es menester decirles, "que ando medio tostado, y que no me tostare más de lo debido".
-No seas tan estático Wartin, le dice Anna, "la corriente se pone difícil si nadas contra ella", -¡jamás haré lo contrario a mi naturaleza, seria inútil como balde con agujero, contar diez para mi mismo sino sé , (y ahí , sino me equivoco, ahí justito en un ladeo de mi ala derecha, vi el relojeo de sus ojos negros mirando al gentío de la taberna), conocer la unidad pa´ lo demás", dice mientras va ajustando palabras en tono alto como campanada de domingo y golpeando el puño contra la mesa en comedida arrogancia, -tranquilo, tranquilo mi niño bello, dice Anna mientras acaricia con dulzura la palma de la mano de Wartin,  "todo en demasía enoja y hastía," y luego, se aleja apoyándose con seguridad en el respaldo de la silla mientras sus ojos de gata relucen de nuevo, "según el sapo es la pedrada",- ¡no le temo a nadie! agita Wartin, "sé lo que digo y digo lo que sé", mira mi niña es así pa´ que todos entiendan, "ni tan corto que no alcancen, ni tan largo que se pase", - ¡oh Santa Helena! exclama Anna y mientras aplaude a la vez,  me gusta lo que dijiste, brindemos por eso, -¡sí, Don marcelo venga! dice Wartin, y acerca el vaso de ron a la de ella, "pa´ aquello que piensan que no hay mal que por bien no venga", - y "no hay actitudes malas, si la intención fue buena" dice Anna, Wartin agita la mano hacia el mostrador, -Don Marcelo venga y traiga otra botella de ron, que la charla va ser, pa´ que le digo, bastantito larga...
Yo, sombrero de paja, que creo y recreo que son solo dos entes poéticos y delirantes, la charla que he oído se entenderá según las molleras de las cabezas que hayan escuchado también la conversación y  antes que la luna se desvela en lo alto en busca de su magnificencia  y me impregne a aroma de romero y lavanda, os digo "mas sabe el diablo por viejo, que por diablo" ¡me lo dijo el Señor de los Sombreros, sí señor!